«Esto se va a convertir muy pronto en una masacre» murmuró Raksha dirigiendo su comunicación únicamente hacia Akela, mientras le veía sacudirse y levantarse poco a poco después de ser arrancado del cuerpo de Aidan.
«¿Te parece?» respondió el lobo con sarcasmo. «¿Qué rayos vamos a hacer?»
«¿Vamos?» Se enojó Raksha. «Pues lo único que hay por hacer aquí es que tu lycan baje la cabeza y suplique por su vida».
«¡Raksha, siempre supimos que esto iba a suceder cuando Rhiannon se enterara de la verdad! ¡Dijimos que lo manejaríamos juntos!» replicó Akela.
«¡Una cosa es manejar el asunto de su identidad, y otra muy distinta es que tuviera semejante descaro asumiendo el trono! ¡Jamás
Se podían contar por docenas los lycans que salieron de aquel templo detrás Rhiannon. Se habría pensado que quizás solo los más ancianos, con conocimiento de la historia, o las clases más bajas que no gozaban precisamente del favor del linaje de Casthiel se les unirían, pero lo cierto era que incluso dos de los principales Alfas de las manadas se fueron con ella.—Haremos una correría de trescientos kilómetros al norte, hacia el lugar seguro más próximo donde podemos organizarnos —declaró el general Gallagher pocos minutos después, no sin antes girarse hacia Rhiannon con una interrogante en la mirada, esperando su aprobación.—Nadie debe quedarse atrás —fue la respuesta de la muchacha—. No ha pasado ni un cuarto de hora y puedo garantizar que todas sus cabezas ya tienen precio. Los escuadrones leales al rey comenzarán a cazarnos
«Akela ¡entra, ahora!», Aidan llamó a su lobo de regreso y Akela no se resistió porque sabía que no era una orden sin fundamento. Tal como estaban las cosas se podía garantizar la seguridad… o al menos la vida de Aidan, pero la única forma de que él estuviera protegido era dentro de su lycan. Después de todo era la prueba de la desobediencia de Aidan hacia las leyes que sus propios padres le habían impuesto a los lycans durante siglos.—¡¿Qué fue lo que hiciste, Aidan?! —gritó el rey girándose hacia su hijo en el mismo momento en que los guardias terminaron de desalojar el templo de la Diosa.Reinaba la confusión y los rumores de lo que había sucedido esa noche se extenderían como fuego sobre pólvora seca. En el centro de la orchestra solo quedaban los reyes, Aidan, Myra y el General Nader, que no se atrevía a
Rhiannon salió del baño con el largo cabello chorreando agua y trató de secarlo con varias toallas después de vestirse. Al menos habían tenido buen cuidado de dejarle ropa apta para pelear y no un vestido de princesa. Se sentó en suelo junto a la ventana de su habitación, y se abrazó las piernas mirando afuera.Estaba cansada, le dolía el alma y aun así sabía que no podría dormir. Quizás ese era el peso que dejaban las traiciones, mirar siempre por encima del hombro, tener siempre un ojo abierto y desconfiar de todos, incluso de los más allegados a ti.Su padre había sido traicionado por sus generales, era duro, pero todo era duro en una rebelión y en una guerra, pero con ella había sido distinto, Rhiannon había sido traicionada por su pareja, no había un solo ser en la tierra para un lycan más cercano que su pareja destinada, y si
Nadie sabía exactamente cómo era que se había iniciado el fuego que se tragó la mitad de la casa real, pero al día siguiente el New York Times sacó en primera plana la noticia de que la residencia de una de las familias más antiguas y respetadas de la ciudad había ardido hasta los cimientos.La verdad no era para tanto, pero ciertamente significaba que las palabras de Rhiannon de Isrión habían calado hondo en la mente de muchos lycans, o de lo contrario nadie se hubiera atrevido a iniciar un incendio, porque aquello de que había sido un accidente no se lo tragaba nadie.—¡Te hago responsable por todo esto! —le gritó el rey a Erea mientras se hacía el recuento de las pérdidas y sobre todo de aquellos que se habían rebelado abiertamente contra ellos, marchándose con Rhiannon.—También me puedes hacer responsable por la coro
—¿Pan de nuez? ¿Es en serio? —preguntó Brennan saliendo del avión, después de escuchar absolutamente todo lo que Aidan le había contado.—Bueno, Lidora Nader probablemente tenga muchas respuestas, pero sigue siendo la Loba Loca de Astán, y por lo que vi, no habla a menos que haya un pan de nuez sobre su regazo —respondió el Alfa con el ceño fruncido.—Estás preocupado por ella, ¿verdad? —murmuró su Beta y Aidan solo asintió.—No sé cómo sentirme con todo esto. Sé que mis padres me están mintiendo… esos sentimientos de Rhiannon… sé que no hay forma de que pueda fingirlos, hay tanto odio en ella que siento que solo respira para poder vengarse.Brennan asintió, él también había percibido eso, pero justo en ese momento le preocupaba m&aacu
Rhiannon podía entender perfectamente por qué aquel lycan no quería aceptar la Keqzhara. Era difícil para alguien acostumbrado a ser libre, verse de repente atado a un destino que no había previsto, porque algo debía ser dicho: las Keqzhara eran un destino en sí mismas, eran el camino constante de la protección del linaje de Isrión, y era un camino que no admitía desvíos una vez que era la lanza quien te elegía.Por desgracia la más fuerte de las Keqzhara había elegido, y lo había elegido a él, solo la Diosa sabía por qué. Finalmente le fue imposible sopórtalo por más tiempo y tuvo que alargar la mano para tocarla… pero nadie, en años, había visto una transformación parcial como aquella.Milo emergió sobre la piel de Maddox y su espíritu se quedó allí, revuelto y
Aidan y Brennan se miraron con sorpresa mientras la muchacha se echaba a reír con dulzura.—Bueno, ya la conocen, esta es mi querida bisnieta a la que tuve que matar —declaró Lidora Nader entregándole el pan de nuez a la chica—. ¡Mira lo que tu abuela hizo con sus propias manos…! —añadió con teatralidad.Briccia lo olisqueó con los ojos cerrados y sonrió.—Huele delicioso, abuela, gracias. Sería genial comerlo con té de manzanilla. ¿Puedes poner la tetera por mí? —le pidió.La anciana le dio un beso en la cabeza y salió de la cabaña como si nada mientras Briccia ponía el pan sobre la mesa más cercana.—Supongo que ya considera a la panadería de Summerville como «sus propias manos» —se burló—, pero la intención es lo que cuenta
—No estoy seguro de poder responderte esa pregunta.¿No estoy seguir de poder responderte esa pregunta? ¿Era todo lo que Maddox tenía para decir?Rhiannon le había dado miles de vueltas en la cabeza y en la de Raksha, hasta que las dos se habían quedado dormidas, incapaces de comprender por qué Maddox llevaba en su hombro exactamente la misma marca que Aidan y que ella.Estaba segura de que no compartía con él la misma clase de vínculo que compartía con Aidan, después de todo el lazo que la unía a Aidan había estado destinado a salvarle la vida. Pero aun así sabía que aquella marca se la había hecho ella misma a lo largo de los siglos, y que Maddox la tuviera debía significar algo, ¿no?«Me estás volviendo loca», fue lo primero que escuchó esa madrugada cuando volvió a a