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CAPÍTULO 37

Si existía un buen momento para abrir un hoyo en el suelo y enterrarse vivo, aquel era. Maddox pudo sentir toda la energía que se desataba en un segundo en el cuerpo de Rhiannon y contuvo el aliento, porque sentía que lo abrumaba. Sí, de un segundo a otro aquel abrazo se había transformado de “sostenerla” en “contenerla”, y el lycan no estaba muy seguro de si sería capaz.

—Estás… diciendo… que… que Aidan es… —parecía que Rhiannon no era capaz de respirar. Toda su naturaleza se rebelaba contra eso. No podía ser. Aidan no podía haberla traicionado de esa manera, Akela no podía haberla traicionado de esa manera después de haberlo liberado.

—Aidan es el último hijo del rey Caerbhall y la reina Erea… —murmuró Brennan, porque ya era inútil seguir ocultándoselo—. Es el hijo de l

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