Aidan se dio la vuelta con pereza y sintió un empujón en la espalda que lo llevó a dar de bruces en el suelo, levantándose al instante.
—¡Suficiente! ¡En esta cama no cabemos los dos! —declaró levantando el índice.
«¿Y?», gruñó Akela con un brillo malvado en los ojos.
—¡Y… me voy a dormir al sofá! —rezongó el lycan dirigiéndose a la puerta mientras escuchaba a su lobo hacer un sonido casi parecido a una risa.
«Esa es una sabia decisión», escuchó decir a Raksha y la acarició levemente mientras la loba pasaba a su lado y de un salto trepaba a la cama, haciendo que su enorme cabeza descansara sobre Akela.
Aidan se dejó caer en el sofá, mirando al techo con una sonrisa. Habían pasado dos días des
Akela y Raksha se miraron mientras Aidan ponía cara de pocos amigos.«¡Vamos, no pueden callarse esto! ¡Necesito saber por qué nos está pasando esto!», protestó Aidan. «¿Cómo es que Rhiannon sale herida si me hieren a mí…?»«Hay explicaciones que no son sencillas, mocoso», replicó Akela.«Pero al menos me puedes decir si es normal. Sé que entre los lycans que someten a sus lobos no lo es… ¿Pero sí lo es entre los lobos libres…? ¡Ayúdame a entender esto porque me va a explotar la cabeza!», pidió«No, no es normal», murmuró Raksha, levantándose y caminando lentamente hacia él. «En las antiguas leyes los lobos tampoco se vinculaban de esa forma. Pero Rhiannon y tú son especiales».«¿C&o
Raksha caminaba de un lado a otro con impaciencia, y Rhiannon habría jurado que estaba a punto de pegarle aunque fuera con el rabo. «¿Y si algo le pasa?», preguntó Rhiannon, ansiosa, retorciéndose los dedos, y las dos sabían que se refería a Aidan. «¿¡Pero es que cómo se te ocurrió!?», la reprendió la loba con inquietud. «¡Nada menos que beber plata…!» «Necesitaba comprobar si de verdad adquirí algo de inmunidad», se defendió Rhiannon. «¿Y si te hubieras muerto? ¡¿No pensaste en eso?!» «¡Sabía que no iba a matarme!» «¡Entonces si lo sabías no era necesario que te la tomaras!», le gritó su loba y Rhiannon se quedó en silencio porque su maldita lógica era irrebatible. «Lo siento», Rhiannon se cubrió el rostro con las manos. «Es que tengo esta sensación… Raksha, esa puerta está abierta, ¡pero yo sigo sintiéndome una prisionera y no sé por qué!» «Rhiannon…»
—¡Esto tiene que ser una broma! —Aidan se llevó las dos manos a la cabeza mientras Rhiannon echaba otra cubeta de hielo en la bañera donde Aidan estaba sentado y tiritando—. He tenido muchos celos antes, y ninguno se sintió así. ¿Estás segura?—Akela dice que eso es —contestó Rhiannon—, y la verdad tiene mucho sentido. Todos estos días estuvimos llenos de hormonas, los lobos lo sintieron; pero tu ritual de unión con Akela lo disparó todo.Aidan se echó agua helada sobre el rostro y el cabello y lanzó un suspiro incómodo, todo su cuerpo se sentía como una bomba a punto de explotar.Rhiannon lo miró de arriba abajo. Estaba solo en ropa interior y eso no ayudaba mucho a su decisión de resistirse a estar con él. Cada parte de él parecía perfectamente diseñada, como si la Diosa lo hubiera
—Rhia… tienes que salir —dijo Aidan marcando la serie de números en el panel de control y empujando la puerta por sobre su cabeza, pero Rhiannon pasó a su lado y se fue al otro lado de la habitación.—Voy a quedarme aquí contigo —declaró saltando sobre sus talones con gesto infantil—. Este cuartucho se va agradable.—¡Oye! ¡Tienes que irte! —exclamó Aidan, intentando alcanzarla, pero ella lo esquivó de nuevo. Probablemente debía ser buena bailarina, porque ágil y ligera era bastante.—Bueno… si consigues sacarme…Aidan sonrió mientras intentaba acorralarla en aquel espacio tan pequeño pero parecía imposible. Finalmente la vio descuidarse un poco y terminó echándosela sobre un hombro para sacarla.—¡Ya te alcancé! —declaró triunfante mientras
Aidan se dio la vuelta de costado y acarició la espalda de Rhiannon, que dormía acurrucada, con el cabello nuevamente blanco esparcido sobre la almohada.El cuarto acolchado del sótano había sido perfecto para iniciar el celo con ella, pero no suficiente. Después de eso habían llegado el mar, la arena, el bosque, el salón…Era difícil contar la cantidad de veces que se habían unido, pero era mucho más difícil sacar a su Alfa cada vez, parecía que solo con el roce de la muchacha todo su cuerpo parecía despertar.Finalmente Akela y Raksha también habían necesitado recuperar fuerzas y los lycans los habían aceptado de vuelta para que pudieran descansar.Aidan suspiró con inquietud, había tanto, tanto que no sabía. Repasó el cuerpo de Rhiannon, viendo las innumerables cicatrices que portaba, pod&iacut
Era extraño y hasta un poco molesto, aquel cosquilleo agitado en el medio del pecho que la hizo abrir los ojos y enfrentar la mirada oscura de Aidan. Estaba tendido sobre su costado, con la cabeza sobre un brazo y el cabello revuelto.—¿Qué pasa? —le preguntó preocupada.—No se te ve la marca. No nos ha salido a ninguno de los dos —respondió él. Era evidente que se sentía decepcionado por eso.Rhiannon se llevó una mano a la curca del cuello, donde debía haber salido el tatuaje.—¿Te sientes mal por eso? —quiso saber. Por más que lo ocultara o tratara de resistirse a ello, los lazos de sujeción estaban muy arraigados en la conducta de Aidan, y la marca para él solo era uno que sí le estaba permitido por todas las leyes.—No sé qué significa. ¿De verdad te marqué? &iques
«Te dije que aquí iba a estar bien. Mira, está abriendo los ojos». La voz de Raksha era más suave de lo normal en su cabeza.—¡Rhiannon, nena! —Aidan palmeó su rostro con suavidad y la muchacha abrió los ojos para encontrarse con un cielo oscuro, sin estrellas, pero al penos podía ver las copas de los árboles.—¿Qué pasó? —preguntó intentando incorporarse y se dio cuenta de que ella y Aidan estaban sentados en una manta sobre la hierba, en un lugar verde y bastante silencioso.—Te desmayaste —respondió Aidan con preocupación—. Dice Raksha que se te saturó el cerebro con tanto ruido y tanta gente.Rhiannon asintió llevándose una mano a la frente.—Sí, supongo que le mareé un poco. Lo lamento, la verdad vengo de un tiempo un poco más…
Primero la arrastró, luego la empujó, y luego amarró aquel cinturón de seguridad alrededor de ella con un gruñido.—¡Deja de pelear de una vez! —exclamó Aidan con frustración mientras conducía como un loco hacia el departamento del edificio 180 Street. No le agradaba particularmente la idea pero era cierto, prefería estar en un lugar que sus padres no conocieran—. ¿O es que no te das cuenta de que estoy tratando de ayudarte?—¿Los reyes están aquí? ¿En esta ciudad? —preguntó ella mostrándole los colmillos.—Así es, ¿pero qué vas a hacer con eso? ¿Ir y matarlos a sangre fría? —la cuestionó Aidan.—¡Oooh! ¡Créeme, tengo la sangre bastante caliente en este instante!—¿Y crees que puedas llegar a ellos?