Era extraño y hasta un poco molesto, aquel cosquilleo agitado en el medio del pecho que la hizo abrir los ojos y enfrentar la mirada oscura de Aidan. Estaba tendido sobre su costado, con la cabeza sobre un brazo y el cabello revuelto.
—¿Qué pasa? —le preguntó preocupada.
—No se te ve la marca. No nos ha salido a ninguno de los dos —respondió él. Era evidente que se sentía decepcionado por eso.
Rhiannon se llevó una mano a la curca del cuello, donde debía haber salido el tatuaje.
—¿Te sientes mal por eso? —quiso saber. Por más que lo ocultara o tratara de resistirse a ello, los lazos de sujeción estaban muy arraigados en la conducta de Aidan, y la marca para él solo era uno que sí le estaba permitido por todas las leyes.
—No sé qué significa. ¿De verdad te marqué? &iques
«Te dije que aquí iba a estar bien. Mira, está abriendo los ojos». La voz de Raksha era más suave de lo normal en su cabeza.—¡Rhiannon, nena! —Aidan palmeó su rostro con suavidad y la muchacha abrió los ojos para encontrarse con un cielo oscuro, sin estrellas, pero al penos podía ver las copas de los árboles.—¿Qué pasó? —preguntó intentando incorporarse y se dio cuenta de que ella y Aidan estaban sentados en una manta sobre la hierba, en un lugar verde y bastante silencioso.—Te desmayaste —respondió Aidan con preocupación—. Dice Raksha que se te saturó el cerebro con tanto ruido y tanta gente.Rhiannon asintió llevándose una mano a la frente.—Sí, supongo que le mareé un poco. Lo lamento, la verdad vengo de un tiempo un poco más…
Primero la arrastró, luego la empujó, y luego amarró aquel cinturón de seguridad alrededor de ella con un gruñido.—¡Deja de pelear de una vez! —exclamó Aidan con frustración mientras conducía como un loco hacia el departamento del edificio 180 Street. No le agradaba particularmente la idea pero era cierto, prefería estar en un lugar que sus padres no conocieran—. ¿O es que no te das cuenta de que estoy tratando de ayudarte?—¿Los reyes están aquí? ¿En esta ciudad? —preguntó ella mostrándole los colmillos.—Así es, ¿pero qué vas a hacer con eso? ¿Ir y matarlos a sangre fría? —la cuestionó Aidan.—¡Oooh! ¡Créeme, tengo la sangre bastante caliente en este instante!—¿Y crees que puedas llegar a ellos?
Quizás en otro tiempo, en otro momento, en otra vida, Rhiannon se hubiera dado tiempo para una explicación, pero seis siglos en la Celda de Cristal de la Atalaya definitivamente pesaban sobre el ánimo de cualquiera, así que no se permitió dudar ni esperar antes de salir corriendo hacia el ascensor que la llevaría al estacionamiento.«Raksha… ¡Raksha!», llamó a su loba y la sintió desperezarse en su interior.«¿Qué pasa? ¿Dónde estamos?», preguntó medio desorientada.«…Estamos escapando…», respondió con el pecho apretado y sintió el aullido de la loba en su interior.«¿Qué hizo ese lobo estúpido?», bramó con enojo.«Trató de encerrarnos de nuevo…»«¡Muéstramelo!», ordenó Raksha y R
Algo la llamaba aunque no sabía qué exactamente. Algo que la hacía volver la cabeza cada cinco segundos hacia el camino por el que el auto de Brennan se había ido. Quizás fuera la rabia, quizás fuera el dolor, o quizás fuera solamente aquella certeza de que había sido traicionada otra vez.«¿Crees que sea cierto?» escuchó a Raksha aullar enojada dentro de ella.«¿Cuál de todas las mentiras?» preguntó Rhiannon con el corazón oprimido.«Eso de que tiene esposa…»«Eso no lo dudaría. Ya me mintió de tantas formas que no pongo en duda ni por un momento que así sea» gruñó Rhiannon sintiendo la mano de la niña que tiraba de ella con fuerza.«Pero ¿por qué confiamos en Brennan y no en él?» refl
—¿Hay que llevarlo? —preguntó la reina con acento que variaba entre el asco y la fingida indiferencia. Había algo en aquel lycan que no acababa de gustarle del todo.Por toda respuesta Aidan se mantuvo de brazos cruzados frente a la puerta del avión, hasta que Brennan atravesó corriendo el hangar y subió la escalerilla.—¿Un viaje apresurado? —le preguntó a su Alfa con un susurro, viendo los rostros de desagrado de los reyes, pero había tenido ya tres siglos para acostumbrarse a ellos.—Así es. Mi madre quiere iniciar de inmediato la cacería previa al ritual de ceremonia, así que estamos saliendo hacia Astán.Brennan puso los ojos en blanco y resopló con fastidio. La Reserva de Astán se había convertido en la nueva reserva de la casa real. Solo los miembros de la corte tenían permitido visitarla, y los territ
Rhiannon suspiró con cansancio y se sentó sobre una roca, mirando al grupo de enormes edificaciones que se alzaba frente a ella. Había estado caminando gran parte de la noche y todo el día, atravesando el campo y rodeando poblados, siguiendo fielmente el instinto de Raksha.«Podríamos avanzar más rápido si me dejaras salir», protestó la loba.«¿Y tú cómo crees que se verá una loba blanca en medio de estos lugares? Yo ya soy bastante rara con el cabello de este color, ahora imagina tú una loba de tu tamaño».Raksha refunfuñó, pero sabía que su lycan tenía razón. Rhiannon sacó fuerzas de flaqueza y se volvió a levantar, decidiendo por qué lado era más factible rodear el grupo de edificios, pero en cuanto estuvo más cerca, un gruñido sordo la hizo reaccionar.
Aidan se habría echado a reír a carcajadas ante semejante estupidez, pero una sola palabra de aquella anciana, una sola, había hecho que el alma le temblara, y esa palabra era «blanca».—¡Lidora, por favor, deja de molestar al Alfa! —cuando la voz del general Nader hizo eco en la habitación, Aidan le arrancó el paño manchado de la mano y lo metió en uno de los bolsillos de su pantalón.—No sucede nada, general —dijo girándose con voz tajante—. La abuela no me molestaba.—Lo siento, Alfa —se disculpó el general inclinando un poco la cabeza en señal de respeto—. Ya los años pesan mucho sobre ella y dice muchas incoherencias… pero la sangre es la sangre y no podemos solo abandonarla a su suerte…—La virtud de una familia se refleja en la forma en que venera a sus ancianos. Me alegra encontra
Los dos días siguientes fueron una nebulosa oscura en la mente torturada de Aidan. Apenas si había prestado atención al banquete final de la ceremonia, su mente era una batalla constante por aceptar la realidad, por comprenderla o al menos por no volverse loco.—Levántate, parece que te drogaron… ¿qué demonios te pasa? —lo reconvino Brennan una vez que el avión aterrizó en Nueva York—. La ceremonia será esta noche, en menos de seis horas. Ya todo está preparado y tú pareces un zombi desde que regresaste de la cacería. ¿Te picó un mal mosco o…?—Ella es la legítima heredera al trono… —Fue lo único que dijo y Brennan perdió el color.Lo arrastró fuera del avión antes de que pudiera decir otra palabra y se lo llevó directamente a las habitaciones que habían