—¡Esto tiene que ser una broma! —Aidan se llevó las dos manos a la cabeza mientras Rhiannon echaba otra cubeta de hielo en la bañera donde Aidan estaba sentado y tiritando—. He tenido muchos celos antes, y ninguno se sintió así. ¿Estás segura?
—Akela dice que eso es —contestó Rhiannon—, y la verdad tiene mucho sentido. Todos estos días estuvimos llenos de hormonas, los lobos lo sintieron; pero tu ritual de unión con Akela lo disparó todo.
Aidan se echó agua helada sobre el rostro y el cabello y lanzó un suspiro incómodo, todo su cuerpo se sentía como una bomba a punto de explotar.
Rhiannon lo miró de arriba abajo. Estaba solo en ropa interior y eso no ayudaba mucho a su decisión de resistirse a estar con él. Cada parte de él parecía perfectamente diseñada, como si la Diosa lo hubiera
—Rhia… tienes que salir —dijo Aidan marcando la serie de números en el panel de control y empujando la puerta por sobre su cabeza, pero Rhiannon pasó a su lado y se fue al otro lado de la habitación.—Voy a quedarme aquí contigo —declaró saltando sobre sus talones con gesto infantil—. Este cuartucho se va agradable.—¡Oye! ¡Tienes que irte! —exclamó Aidan, intentando alcanzarla, pero ella lo esquivó de nuevo. Probablemente debía ser buena bailarina, porque ágil y ligera era bastante.—Bueno… si consigues sacarme…Aidan sonrió mientras intentaba acorralarla en aquel espacio tan pequeño pero parecía imposible. Finalmente la vio descuidarse un poco y terminó echándosela sobre un hombro para sacarla.—¡Ya te alcancé! —declaró triunfante mientras
Aidan se dio la vuelta de costado y acarició la espalda de Rhiannon, que dormía acurrucada, con el cabello nuevamente blanco esparcido sobre la almohada.El cuarto acolchado del sótano había sido perfecto para iniciar el celo con ella, pero no suficiente. Después de eso habían llegado el mar, la arena, el bosque, el salón…Era difícil contar la cantidad de veces que se habían unido, pero era mucho más difícil sacar a su Alfa cada vez, parecía que solo con el roce de la muchacha todo su cuerpo parecía despertar.Finalmente Akela y Raksha también habían necesitado recuperar fuerzas y los lycans los habían aceptado de vuelta para que pudieran descansar.Aidan suspiró con inquietud, había tanto, tanto que no sabía. Repasó el cuerpo de Rhiannon, viendo las innumerables cicatrices que portaba, pod&iacut
Era extraño y hasta un poco molesto, aquel cosquilleo agitado en el medio del pecho que la hizo abrir los ojos y enfrentar la mirada oscura de Aidan. Estaba tendido sobre su costado, con la cabeza sobre un brazo y el cabello revuelto.—¿Qué pasa? —le preguntó preocupada.—No se te ve la marca. No nos ha salido a ninguno de los dos —respondió él. Era evidente que se sentía decepcionado por eso.Rhiannon se llevó una mano a la curca del cuello, donde debía haber salido el tatuaje.—¿Te sientes mal por eso? —quiso saber. Por más que lo ocultara o tratara de resistirse a ello, los lazos de sujeción estaban muy arraigados en la conducta de Aidan, y la marca para él solo era uno que sí le estaba permitido por todas las leyes.—No sé qué significa. ¿De verdad te marqué? &iques
«Te dije que aquí iba a estar bien. Mira, está abriendo los ojos». La voz de Raksha era más suave de lo normal en su cabeza.—¡Rhiannon, nena! —Aidan palmeó su rostro con suavidad y la muchacha abrió los ojos para encontrarse con un cielo oscuro, sin estrellas, pero al penos podía ver las copas de los árboles.—¿Qué pasó? —preguntó intentando incorporarse y se dio cuenta de que ella y Aidan estaban sentados en una manta sobre la hierba, en un lugar verde y bastante silencioso.—Te desmayaste —respondió Aidan con preocupación—. Dice Raksha que se te saturó el cerebro con tanto ruido y tanta gente.Rhiannon asintió llevándose una mano a la frente.—Sí, supongo que le mareé un poco. Lo lamento, la verdad vengo de un tiempo un poco más…
Primero la arrastró, luego la empujó, y luego amarró aquel cinturón de seguridad alrededor de ella con un gruñido.—¡Deja de pelear de una vez! —exclamó Aidan con frustración mientras conducía como un loco hacia el departamento del edificio 180 Street. No le agradaba particularmente la idea pero era cierto, prefería estar en un lugar que sus padres no conocieran—. ¿O es que no te das cuenta de que estoy tratando de ayudarte?—¿Los reyes están aquí? ¿En esta ciudad? —preguntó ella mostrándole los colmillos.—Así es, ¿pero qué vas a hacer con eso? ¿Ir y matarlos a sangre fría? —la cuestionó Aidan.—¡Oooh! ¡Créeme, tengo la sangre bastante caliente en este instante!—¿Y crees que puedas llegar a ellos?
Quizás en otro tiempo, en otro momento, en otra vida, Rhiannon se hubiera dado tiempo para una explicación, pero seis siglos en la Celda de Cristal de la Atalaya definitivamente pesaban sobre el ánimo de cualquiera, así que no se permitió dudar ni esperar antes de salir corriendo hacia el ascensor que la llevaría al estacionamiento.«Raksha… ¡Raksha!», llamó a su loba y la sintió desperezarse en su interior.«¿Qué pasa? ¿Dónde estamos?», preguntó medio desorientada.«…Estamos escapando…», respondió con el pecho apretado y sintió el aullido de la loba en su interior.«¿Qué hizo ese lobo estúpido?», bramó con enojo.«Trató de encerrarnos de nuevo…»«¡Muéstramelo!», ordenó Raksha y R
Algo la llamaba aunque no sabía qué exactamente. Algo que la hacía volver la cabeza cada cinco segundos hacia el camino por el que el auto de Brennan se había ido. Quizás fuera la rabia, quizás fuera el dolor, o quizás fuera solamente aquella certeza de que había sido traicionada otra vez.«¿Crees que sea cierto?» escuchó a Raksha aullar enojada dentro de ella.«¿Cuál de todas las mentiras?» preguntó Rhiannon con el corazón oprimido.«Eso de que tiene esposa…»«Eso no lo dudaría. Ya me mintió de tantas formas que no pongo en duda ni por un momento que así sea» gruñó Rhiannon sintiendo la mano de la niña que tiraba de ella con fuerza.«Pero ¿por qué confiamos en Brennan y no en él?» refl
—¿Hay que llevarlo? —preguntó la reina con acento que variaba entre el asco y la fingida indiferencia. Había algo en aquel lycan que no acababa de gustarle del todo.Por toda respuesta Aidan se mantuvo de brazos cruzados frente a la puerta del avión, hasta que Brennan atravesó corriendo el hangar y subió la escalerilla.—¿Un viaje apresurado? —le preguntó a su Alfa con un susurro, viendo los rostros de desagrado de los reyes, pero había tenido ya tres siglos para acostumbrarse a ellos.—Así es. Mi madre quiere iniciar de inmediato la cacería previa al ritual de ceremonia, así que estamos saliendo hacia Astán.Brennan puso los ojos en blanco y resopló con fastidio. La Reserva de Astán se había convertido en la nueva reserva de la casa real. Solo los miembros de la corte tenían permitido visitarla, y los territ