Los ojos de Aidan destellaron mientras una sonrisa de satisfacción dejaba ver la blancura de sus colmillos. Se sentía bien, se sentía confiado y satisfecho porque aquella loba le había salvado la vida, aquella loba no podía evitar defenderlo, él era su pareja destinada, él era su mate, así que mucho menos podría atacarlo.
Solo tenía que concentrarse en someter a Rhiannon.
Se lanzó sobre ella con un movimiento preciso, pero su cuerpo colisionó con el de Raksha en el aire… O mejor dicho, no colisionó, las fauces de la loba se cerraron sobre uno de sus hombros y lo lanzó al suelo con un gruñido sordo.
Apenas le dio tiempo liberarse de la loba para hacer frente a Rhiannon. Lo mas cerca que tenía era un pedazo de madera y ahí fueron a clavarse las dagas anilladas, con tanta fuerza que la atravesaron, y fueron a romper el pulido m&aacu
Brennan se lanzó a alcanzarla antes de que cayera completamente al suelo, y maldijo en voz baja, porque ahora tenía dos estúpidos inconscientes y heridos.Se llevó primero a Rhiannon hacia la habitación principal y luego cargó a Aidan escaleras arriba y lo acostó a su lado. No podía estar corriendo de una habitación a otra así que iban a tener que aguantarse. Si se despertaban y se mataban por estar durmiendo en la misma cama, ya él se desentendía.Les limpió y desinfectó los cortes, y los vendó lo mejor que pudo. Aunque las heridas no eran mortales, no dejaba de ser grave la situación. Grave y muy extraña.—Se te van a salir los ojos de tanto mirarlo. —Escuchó la voz suave de Rhiannon y se acercó a su lado de la cama—. Pero no va a sanar más rápido solo porque lo mires.—No parece que e
Los pasos se escuchaban suaves y constantes alrededor de la celda, como si el prisionero se hubiera hecho una rutina de ejercicio. Más fuertes y sonoros se escucharon las botas de tacón alto de la reina Erea, mientras pisaba el enlosado del oscuro edificio.—Felicidades –dijo abriendo la puerta de la celda y dando dos pasos atrás—. No pensé que lo conseguirías en el primer intento, pero es indudable que el vínculo entre dos mates ha sido bendecido por la Diosa. Solo espero que ese mismo vínculo no te lleve a cometer ninguna estupidez —le advirtió.El capitán Dugan salió de la celda con una sonrisa traviesa.—¿Entonces es oficial? ¿Mi trabajo está hecho? —preguntó.—Perfectamente hecho —replicó la reina—. A estas alturas estoy bastante segura de que ya sabes por qué te encerré aqu&iacut
Aidan se incorporó despacio, intentando no lastimarse más de lo que ya estaba, y se giró para encarar a Rhiannon mientras Brennan le hacía un gesto silencioso y negativo con la cabeza a la muchacha.—Pregunté por qué llevas marcada la lanza que acabó con el linaje de Isrión —repitió el Alfa.—Porque yo era una de sus guardianas —dijo Rhiannon, atendiendo al velado consejo del Beta. No estaba segura de cuánto sabía Brennan sobre ella pero al parecer Aidan no debía saber sobre su identidad, al menos no todavía—. Toda mi familia, por generaciones fuimos los guardianes del linaje de Isrión.Eso tenía mucho sentido, quizás por eso era que había estado prisionera desde la Guerra Sagrada, en lugar de cumplir solo una condena de cincuenta años como el resto de los hijos de padres opositores.—&ique
De lo primero que Rhiannon fue consciente, fue de su mano derecha, estaba sobre algo duro y caliente. Luego su mejilla izquierda, y después su brazo se sentía dormido. Abrió los ojos con dificultad y esperó a que se adaptaran a la oscuridad de la habitación. No quería molestar a Raksha para algo tan simple como ubicarse, cuando el olor era más que suficiente para saber a quién tenía al lado.Estaba acurrucada contra el cuerpo de Aidan, con una pierna enredada entre las suyas y la cabeza sobre su pecho. Delineó la forma de sus pectorales y se detuvo cuando sintió su mano abrirse sobre su espalda baja y acariciarla allí.«Ten cuidado o lo despertarás», escuchó la voz de Raksha. «Él está descansando, pero su lobo está alerta».«¿Pudiste comunicarte con él?&raq
Aidan sintió el roce suave de sus labios y se atrevió por fin a tranquilizarse. Jamás en seis siglos se había sentido así, y por el momento lo único que sentía era miedo, un miedo profundo y visceral porque él, el lycan, jamás habría perdonado que lo hicieran sentirse así durante seis siglos, así que era muy probable que su lobo tampoco lo perdonara.—¿A quién tengo que conocer?Rhiannon salió del círculo de sus brazos, y lo vio fruncir el ceño con preocupación.—Tranquilo, no voy a ningún lado, solo estoy aquí. ¿Ves?Retrocedió un poco y se quedó de rodillas frente a él. Aidan pudo ver sobre su piel brillar el espíritu de la loba. El cuerpo de Rhiannon se echó hacia adelante, apoyando las manos en el suelo, sus ojos destellaron
Rhiannon acarició el rostro de Aidan y le quitó el cabello de la frente. Hacía dos días que no se levantaba de aquella cama.—Sé que estás despierto, puedo sentir perfectamente tu estado de vigilia. No puedes esconderte detrás de un par de ojos cerrados para siempre —lo regañó con suavidad.Aidan abrió los ojos, pero no dijo nada.—Tienes que comer algo. No puedes seguir así.—No tengo hambre.Rhiannon resopló con impaciencia. Había pasado de ser una prisionera a ser una niñera. ¡Bonito cambio!—No te estás lastimando solo a ti. ¡También estás lastimando a Akela! —exclamó para hacerlo reaccionar—. Si tu cuerpo se debilita, él se siente mal; así que deja de hacer berrinche como niño chiquito y p…—Ayúdame
El rey Caerbhall había hecho acopio de paciencia por años. Después de más de ocho siglos no podía decir que amaba todavía a su esposa, ni siquiera porque era su mate, pero no le quedaba más remedio que tolerarla, porque eran demasiados y demasiado peligrosos los secretos que compartían.Sin embargo hasta ese momento la reina madre había procurando siempre mantenerse fuera de sus asuntos, y el rey había tenido buen cuidado de mantenerla vigilada, pero esta vez las intrigas de Erea habían superado sus expectativas.—¡¿Mandaste a reunir a la corte en Nunavut?! —gritó entrando a su recámara y haciendo un gesto a su guardia para que saliera.La reina le dedicó una mirada inocente que ni ella se creía.—Por supuesto.—¿Con permiso de quién? ¡No me consultaste nada! &m
Aidan se dio la vuelta con pereza y sintió un empujón en la espalda que lo llevó a dar de bruces en el suelo, levantándose al instante.—¡Suficiente! ¡En esta cama no cabemos los dos! —declaró levantando el índice.«¿Y?», gruñó Akela con un brillo malvado en los ojos.—¡Y… me voy a dormir al sofá! —rezongó el lycan dirigiéndose a la puerta mientras escuchaba a su lobo hacer un sonido casi parecido a una risa.«Esa es una sabia decisión», escuchó decir a Raksha y la acarició levemente mientras la loba pasaba a su lado y de un salto trepaba a la cama, haciendo que su enorme cabeza descansara sobre Akela.Aidan se dejó caer en el sofá, mirando al techo con una sonrisa. Habían pasado dos días des