Roxy se quedó sin habla por lo que pareció una eternidad. La sorpresa la había dejado boquiabierta. No se esperaba algo así, ni de Paolo ni de nadie, aunque siempre vio esas escenas, le parecían tan irreales, menos imaginó que a ella no podía sucederle. Pero ¿Cómo podría decir que no? El anillo era hermoso y el gesto de Paolo había sido increíblemente valiente, su corazón saltó de la emoción.Intentó hablar, pero las palabras se le atascaron en la garganta, sin dejar de mirar el hermoso anillo que Paolo sostenía en su mano. Su mente se encontraba en un torbellino de emociones.De pronto pensó en algo “¿Si me está pidiendo que me case con él, solo por lo que acaba de suceder entre nosotros? ¿Cómo un apoyo porque toda su familia supo lo que había pasado?”, se dijo interiormente sin poder contener las dudas.—¿De verdad quieres casarte conmigo? ¿No te sientes obligado a hacer esto? Paolo, si esta proposición es por lo ocurrido, no tienes por qué hacerlo —intentó persuadirlo mientras él n
Iker volaba con Gaby destino a la isla que había arrendado.—¿Estás bien? —preguntó al ver su rostro pálido.Gaby, esbozó una sonrisa.—¿Quién no va a estar bien observando este hermoso paisaje? —dijo ella con la respiración cansada, como si hubiera recorrido cientos de kilómetros.—Gaby, ¿Por qué no aceptas hacerte el ciclo de quimios y radioterapias? ¿Puedes alargar tu vida? —preguntó preocupado.—Tonto no, yo debo durarte hasta que tu Marieh pueda estar contigo —pronunció ella con un suspiro.—¡Estás loca! Yo no amo a Marieh, ¿Acaso me crees un enfermo? —inquirió con irritación.—No tienes que ponerte así Iker, sé que te cuesta aceptar eso, porque ella aún no ha terminado de crecer… no por eso pienso que eres un loco, todo lo contrario, eres un hombre admirable, pocos hombres son capaces de huir de la tentación.Iker suspiró profundamente, sabía que Gaby tenía razón. Él tenía sentimientos por Marieh, aunque no había tratado de ponerle nombre, porque ella solo era una niña, y él no p
Iker la vio alejarse, tratando de controlar esa punzada de culpabilidad que se había comenzado a abrir paso en su pecho. Sabía que ella deseaba formar una familia, y que el tiempo no le alcanzaría, pero la idea de ser padre ahora mismo le asustaba, además, así como hacer el amor, pensaba que tener un hijo debía hacerse con la persona que se amaba.Además, en ese momento no se sentía preparado para la responsabilidad que conllevaba ser padre. Algún día esperaba tenerlos con la mujer que amara, pero ese momento no era el adecuado.Mientras volvía a la casa, su mente vagaba por su propia infancia. Al crecer, su padre era un poco duro con él, después cuando se enteró de que no era su padre biológico, pensó que era la razón para su trato hacia él, sin embargo, supo años después cuando fue a visitarlo en la cárcel, que había sido el remordimiento por haberlo alejado de su verdadera madre biológica, su actitud había sido producto de una culpabilidad que no supo manejar. De su padre biológic
Roxy sintió que su corazón latía a mil por hora mientras se paraba frente a Paolo, quien le sonreía con ternura y amor en sus ojos. La joven sonrió con ternura, sintiendo cómo se llenaba de emoción su pecho. Se volvió hacia Paolo, aferrando su mano con fuerza mientras la otra sostenía el ramo de flores blancas y rojas que había elegido especialmente para esa ocasión.Nunca pensó sentir un amor tan inmenso como eso, una mezcla de emoción, felicidad y nerviosismo que la hacían temblar ligeramente.La ceremonia comenzó y ambos intercambiaron votos con lágrimas en los ojos, prometiéndose amor eterno y fidelidad en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separara.Finalmente, llegó el momento de dar el sí. Paolo tomó la mano de Roxy y la miró profundamente a los ojos, diciendo las palabras que sellarían su destino para siempre.—Sí, acepto ser tu esposo y amarte por siempre hasta la eternidad, porque eres mi otra mitad, la mujer que vino a compl
Cuando subieron al avión, Paolo se sentó al lado de Roxy sin soltar su mano —¿Estás feliz? —le preguntó sin dejar de mirarla.—Muchísimo, tengo la sensación que tú eres mi hogar, el lugar donde siempre he querido estar, aunque no te recuerdo de cuando éramos unos niños, siento que toda la vida me has pertenecido y yo a ti, y que siempre he esperado este momento —dijo ella en tono suave, que hizo estremecer el cuerpo del hombre.Paolo se acercó, y comenzó a susurrarle palabras de amor en el oído, haciendo que una especie de corriente la recorriera, mientras ambos reían enamorados.—Te amo, mi hermosa niña —pronunció con una sonrisa que le provocaba cosquillas en el estómago.—¿Dónde me llevas de luna de miel? —interrogó ella con curiosidad.—Vamos a unas hermosas islas del Mediterráneo, te van a encantar —le dijo de manera misteriosa.—Ya estoy ansiosa, correr por la playa mientras me persigues es uno de mis sueños más ansiados —pronunció coqueta.—Y lo haremos realidad, mi amor. —res
Roxy se recostó en la lancha, tratando de controlar su respiración y su miedo. No sabía quiénes eran esos hombres, aunque tenía la leve sospecha de que eran los mismos que la habían perseguido junto con Paolo e incluso que estaba relacionado con su accidente cuando tenía quince años.Sin embargo, no tenía idea de por qué la habían secuestrado, y en lo único que podía pensar en ese momento era en Paolo y en cómo habían dejado su cuerpo tirado en la playa. Rogaba al cielo para que no le hubiera pasado nada malo. Una lágrima corrió por su mejilla mientras cerraba los ojos, intentando encontrar una solución a esa situación tan desesperada.Después de un rato navegando, la lancha se detuvo en una pequeña isla desierta. Los secuestradores la tomaron por los brazos y la sacaron del bote, la llevaron hasta una cabaña abandonada. Roxy temblaba de frío y de terror mientras la obligaban a entrar dentro de una habitación oscura y sucia.—Aquí es donde dormirás mientras esperamos a que tu padre se
A medida que todos atracaban en la playa, se fueron enfrentando a los hombres armados y con la orden de Piero de no dejarlos vivir.—¡Todos deben morir! Ni un ápice de compasión, porque son ellos o nosotros, ustedes deciden —gritó a los hombres y estos entendieron que había razón en sus palabras.Mientras afuera se estaba dando prácticamente una guerra, Roxy se encontraba encerrada en la pequeña habitación, pese al caos que se escuchaba, y los incesantes disparos no tenía miedo, las detonaciones duraron como más de una hora, ella se mantuvo con la cabeza entre sus piernas para protegerse.No sabía a ciencia cierta que estaba sucediendo, solo esperaba que pronto dieran con ella, intentó soltarse el amarre, pero este estaba demasiado duro. De repente, escuchó un fuerte estruendo y unos gritos. Los disparos cesaron.Poco después, la puerta de la habitación se abrió y vio a Paolo corriendo hacia ella, con una pistola en mano. Le soltó los brazos, y luego la tomó rápidamente en sus brazos
Roxy se despertó aproximadamente a las tres de las mañanas con muchas ganas de orinar, se estiró un poco y aunque tenía mucha flojera de levantarse, la presión en la vejiga le impedía seguir durmiendo, está de más decir que la barriga la tenía inmensa, por el gran tamaño cualquiera pensaría que tendría cuatrillizos, pero la verdad es que era un solo bebé, aunque ella pensaba que iba a tener a Gulliver de puro grande, que cerca estaba de ser verdad.Se levantó y como no consiguió las pantuflas, caminó descalza, pero la alfombra de la habitación neutralizaba el piso del suelo, llegó al baño y sintió un estremecimiento, orinó y siguió sentada por varios minutos, cuando se paró, abrió los ojos, consternada cuando vio un chorro de agua que salió de entre sus piernas.—¡¿Qué diablos es esto?! ¡Oh por Dios! Rompí fuente.Caminó lentamente hasta la habitación donde estaba Paolo, quien dormía profundamente, y lo despertó con suavidad.—Paolo, mi amor, debemos ir al hospital. Rompí fuente —dijo