La pasión se reflejaba en sus rostros mientras se besaban y acariciaban como si el tiempo su hubiera detenido solo para que ellos se amaran, se abandonaron a los deseos más profundos que habían estado reprimiendo desde hacía tanto tiempo. Lentamente, Paolo empezó a desabotonar el vestido de Roxy, para descubrir sus pequeños senos que lucían tan jugosos y provocativos con las más maduras, dulces y deliciosas frutas.Se apartó un momento para verla, ella lo observaba con una mirada cargada de deseo, luego comenzó a desnudarse mientras iba poco a poco mostrando su perfecto cuerpo frente a ella.Roxy tragó saliva con dificultad, el observarlo tan bien hecho, despertaba no solo la admiración por la belleza frente a ella, sino que agitaba el profundo deseo en su interior, sin siquiera tocarse con solo imaginarse sus manos recorriendo con suavidad cada centímetro de su cuerpo, sentía el secreto lugar entre sus piernas húmedo, cálido y un fuego intenso que comenzaba a devorarla sin compasión,
Los dos pasaron la noche abrazados, ni siquiera se preocuparon porque los padres de Paolo pudieran entrar en cualquier momento, estaban tan complacidos de estar uno con otro que el resto del mundo dejó de existir para ellos.Un par de horas después, el primero en abrir los ojos fue Paolo, estaba tan emocionado que parecía un niño pequeño el día de Navidad. Colocó su codo en la cama y apoyó su cabeza en la mano mientras no dejaba de observarla con una expresión de adoración.La veía tan perfecta, y estaba tan feliz por el momento que habían vivido, comprendiendo que todo lo que habían experimentado era parte del milagro del amor y que el éxtasis de su relación los llevaría más allá de los límites del mundo.—Te amo mi Roxy —susurró con voz ronca..No podía contener la felicidad de su corazón, no pudo esperar más y besó con suavidad sus labios, y de inmediato ella abrió los ojos complacida, con una sonrisa capaz de iluminar por completo el mundo del chico.—Yo más —dijo ella besándolo
Roxy se quedó aún más sorprendida, no podía creer lo que acababa de escuchar.—¿Tu madre supo todo este tiempo que estaba aquí? —preguntó con el rostro avergonzado.—Sí, a ella no es fácil de engañar —dijo Paolo riendo, no dándole importancia—, pero debes alegrarte, me dio un buen consejo y espero cumplirlo al pie de la letra.—¡Oh por Dios! ¡Qué vergüenza! ¿Cómo la voy a ver a la cara? —inquirió ella preocupada, pasando la mano por la cabeza, en un gesto de impotencia.—Viéndola, seguro está feliz porque ella te quiere mucho y sabe que yo te amo desde que tengo los diez años, así que ver a su hijo alegre la hará sentir bien a ella —le dijo con seriedad y ella frunció el ceño con incredulidad.Mientras Roxy trataba de procesar lo que acababa de suceder, Paolo se puso de pie y le extendió la mano.—¿Podemos ducharnos juntos? Y puedo mostrarte otra posición que te va a encantar ¿Qué dices? —preguntó en tono coqueto Paolo.—¡Apártate de mí! Tentación andante… —le dijo observando el cuerpo
Roxy se quedó sin habla por lo que pareció una eternidad. La sorpresa la había dejado boquiabierta. No se esperaba algo así, ni de Paolo ni de nadie, aunque siempre vio esas escenas, le parecían tan irreales, menos imaginó que a ella no podía sucederle. Pero ¿Cómo podría decir que no? El anillo era hermoso y el gesto de Paolo había sido increíblemente valiente, su corazón saltó de la emoción.Intentó hablar, pero las palabras se le atascaron en la garganta, sin dejar de mirar el hermoso anillo que Paolo sostenía en su mano. Su mente se encontraba en un torbellino de emociones.De pronto pensó en algo “¿Si me está pidiendo que me case con él, solo por lo que acaba de suceder entre nosotros? ¿Cómo un apoyo porque toda su familia supo lo que había pasado?”, se dijo interiormente sin poder contener las dudas.—¿De verdad quieres casarte conmigo? ¿No te sientes obligado a hacer esto? Paolo, si esta proposición es por lo ocurrido, no tienes por qué hacerlo —intentó persuadirlo mientras él n
Iker volaba con Gaby destino a la isla que había arrendado.—¿Estás bien? —preguntó al ver su rostro pálido.Gaby, esbozó una sonrisa.—¿Quién no va a estar bien observando este hermoso paisaje? —dijo ella con la respiración cansada, como si hubiera recorrido cientos de kilómetros.—Gaby, ¿Por qué no aceptas hacerte el ciclo de quimios y radioterapias? ¿Puedes alargar tu vida? —preguntó preocupado.—Tonto no, yo debo durarte hasta que tu Marieh pueda estar contigo —pronunció ella con un suspiro.—¡Estás loca! Yo no amo a Marieh, ¿Acaso me crees un enfermo? —inquirió con irritación.—No tienes que ponerte así Iker, sé que te cuesta aceptar eso, porque ella aún no ha terminado de crecer… no por eso pienso que eres un loco, todo lo contrario, eres un hombre admirable, pocos hombres son capaces de huir de la tentación.Iker suspiró profundamente, sabía que Gaby tenía razón. Él tenía sentimientos por Marieh, aunque no había tratado de ponerle nombre, porque ella solo era una niña, y él no p
Iker la vio alejarse, tratando de controlar esa punzada de culpabilidad que se había comenzado a abrir paso en su pecho. Sabía que ella deseaba formar una familia, y que el tiempo no le alcanzaría, pero la idea de ser padre ahora mismo le asustaba, además, así como hacer el amor, pensaba que tener un hijo debía hacerse con la persona que se amaba.Además, en ese momento no se sentía preparado para la responsabilidad que conllevaba ser padre. Algún día esperaba tenerlos con la mujer que amara, pero ese momento no era el adecuado.Mientras volvía a la casa, su mente vagaba por su propia infancia. Al crecer, su padre era un poco duro con él, después cuando se enteró de que no era su padre biológico, pensó que era la razón para su trato hacia él, sin embargo, supo años después cuando fue a visitarlo en la cárcel, que había sido el remordimiento por haberlo alejado de su verdadera madre biológica, su actitud había sido producto de una culpabilidad que no supo manejar. De su padre biológic
Roxy sintió que su corazón latía a mil por hora mientras se paraba frente a Paolo, quien le sonreía con ternura y amor en sus ojos. La joven sonrió con ternura, sintiendo cómo se llenaba de emoción su pecho. Se volvió hacia Paolo, aferrando su mano con fuerza mientras la otra sostenía el ramo de flores blancas y rojas que había elegido especialmente para esa ocasión.Nunca pensó sentir un amor tan inmenso como eso, una mezcla de emoción, felicidad y nerviosismo que la hacían temblar ligeramente.La ceremonia comenzó y ambos intercambiaron votos con lágrimas en los ojos, prometiéndose amor eterno y fidelidad en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separara.Finalmente, llegó el momento de dar el sí. Paolo tomó la mano de Roxy y la miró profundamente a los ojos, diciendo las palabras que sellarían su destino para siempre.—Sí, acepto ser tu esposo y amarte por siempre hasta la eternidad, porque eres mi otra mitad, la mujer que vino a compl
Cuando subieron al avión, Paolo se sentó al lado de Roxy sin soltar su mano —¿Estás feliz? —le preguntó sin dejar de mirarla.—Muchísimo, tengo la sensación que tú eres mi hogar, el lugar donde siempre he querido estar, aunque no te recuerdo de cuando éramos unos niños, siento que toda la vida me has pertenecido y yo a ti, y que siempre he esperado este momento —dijo ella en tono suave, que hizo estremecer el cuerpo del hombre.Paolo se acercó, y comenzó a susurrarle palabras de amor en el oído, haciendo que una especie de corriente la recorriera, mientras ambos reían enamorados.—Te amo, mi hermosa niña —pronunció con una sonrisa que le provocaba cosquillas en el estómago.—¿Dónde me llevas de luna de miel? —interrogó ella con curiosidad.—Vamos a unas hermosas islas del Mediterráneo, te van a encantar —le dijo de manera misteriosa.—Ya estoy ansiosa, correr por la playa mientras me persigues es uno de mis sueños más ansiados —pronunció coqueta.—Y lo haremos realidad, mi amor. —res