Alexis KontosAbrí los ojos, sentí un cuerpecito debajo de mi espalda y una pierna en mi pecho, me tenía paralizado, no podía ni siquiera moverme. —Esposa ¿Puedes ayudarme? Este niño ni siquiera me deja girar.Tarah sonrió y se acercó para apartarlo, pero Paul no dejó.—No mamá, déjame, con el hombe gande —a pesar de que había aprendido a pronunciar la r, seguía llamándome de esa manera, porque le divertía verme molesto.—Paul, no soy el hombre grande, ¡Soy tu padre! —espeté con seriedad, pero mi hijo solo se encogió de hombros de manera indiferente.—Paul, sabes muy bien que Alexis es tu padre, debes llamarlo papá, porque pronto nacerá tu hermano o hermana, no queremos que le vayan a decir home gande a tu padre ¿Entiendes eso? —le preguntó Tarah y él asintió.—Si mami, entonces él es papá… —todos nos sonreímos satisfechos, pero a los segundos agregó—, papá de mi mano o mi mana —concluyó con una sonrisa y yo me llevé la mano a la frente sin poder creerlo.—Sabes Paul, está bien, yo
Gregory JacksonLa noticia me cayó como un baldazo de agua fría, mi corazón comenzó a latir con fuerza y una oleada de preocupación me invadió de inmediato.—¿Se ha ido? ¿Pero a dónde? —pregunté, tratando de mantener la calma, aunque en mi voz se reflejaba mi angustia.El señor Kempless frunció el ceño y se levantó de su asiento, mirando fijamente a la criada.—¿Cómo no va a estar? ¿A dónde se ha ido? —inquirió caminando hacia la salida del despacho, yo lo seguí por las escaleras hasta llegar al primer piso y a la habitación.Entramos, pero cuando él abrió las puertas del closet, no había muchas cosas que faltaran.—¿Por qué dice que se fue? Tiene todas sus cosas aquí —declaró el señor Kempless.—Porque no está su cartera, y dejó su celular encima de la mesa de noche, sin bloquearlo y sin tener ningún número registrado, además, falta su morral preferido y dejó una nota —dijo la criada extendiendo el móvil y la nota.El señor Kempless tomó el celular y la nota y la leyó, pero no dijo n
Emma Leyton.Lo que mi tía acababa de decir era tan impactante como perturbador. Sus palabras golpearon mi mente como una ráfaga de viento helado, dejándome atónita. Jamás habría imaginado escuchar algo así sobre mi madre, una imagen que siempre había sido un faro de amor y bondad en mi vida.—¡No puedes estar diciendo la verdad! —exclamé, tratando de contener las emociones que se agolpaban en mi pecho.—¿Crees que tu madre era una santa? Pues lamento decirte que la verdad duele, pequeña Emma. Tu padre idealizó a esa mujer y te mintió sobre quién era en realidad. No era más que una adúltera, traidora, una mujer que destrozó la vida de mi hermano y de todos los hombres que se le acercaban y estoy segura de que tú eres igual —replicó mi tía con frialdad.La revelación de mi tía Lila desgarró la imagen que tenía de mi madre. Un torbellino de dudas y emociones contradictorias se apoderaron de mí, enfrentándome a la difícil tarea de reconciliar las historias que me contaron con la versión
Emma Leyton.Sorprendida por la presencia inesperada de mi tía y mi prima en el despacho de mi padre, me quedé paralizada frente a la puerta, observando con desconcierto cómo revisaban meticulosamente los documentos y los cajones del escritorio.A pesar de mi pregunta, se mantuvieron en silencio sin darle respuesta a mi pregunta.—¿Acaso no me escucharon? Les hice una pregunta ¿Qué hacen revisando las cosas de mi padre? —pregunté, tratando de contener el enojo en mi voz.Mi tía Lila se enderezó con una expresión de sorpresa y, al mismo tiempo, de intriga en su rostro.—Emma, creo que dada las circunstancias, te estás tomando atribuciones que no tienes —pronunció tratando con su ataque de evadir mi pregunta.—¿Atribuciones que no tengo? ¿Acaso se te olvida que soy la hija de Ilan Leyton? —respondí indignada—, así que no trates de hacerme creer que no tengo derecho sobre las cosas de mi padre, así que me haces el favor y te sales de aquí antes de que te denuncie por allanamiento de mora
Lissa KemplessEstaba sorprendida con lo que había leído ¿Quién era ese tal Massimo?, vi la fecha y las cartas estaban fechadas diez meses antes de mí nacimientos, la duda y la curiosidad se despertó en mí ¿Qué tenía que ver este señor conmigo? ¿Acaso mi madre engañaba a mi padre? ¿O tenía esa relación ante de involucrarse con mi padre?Seguí revisando el álbum de fotos, y me di cuenta de que había más cartas de amor entre mi madre y un hombre llamado Massimo. Las palabras llenas de amor y promesas entre ellos me dejaron atónita.Las palabras expresaban un amor profundo y una promesa de matrimonio con Massimo. Eso contradecía todo lo que creía saber sobre mi origen.—¿Qué es todo esto? —murmuré para mí misma, sintiendo una mezcla de emociones confusas: incredulidad, shock y una necesidad urgente de respuestas.Vi en las fotografías, y había cuatro hombres, uno era mi padre, otro era el padre de Alexis, los otros dos no sabía quiénes eran y cuatro mujeres, una la identifiqué como mi ma
Maxwell Crane La tensión en la habitación era palpable. Mi padre se quedó viéndome con intensidad, pero sin decir nada. —Sabes que puedo ser tan terco como tú y no me voy a quedar tranquilo hasta que tú me digas lo que quiero saber, de hecho no pienso moverme de aquí hasta que lo hagas —dije, con firmeza— ¿Tuviste una relación con la madre de Emma y ella te dejó por Leyton? —insistí. —Yo la amaba, cuando me separé de tu madre, pensé que nunca más iba a volver a amar, pero ella me cautivó con su belleza, sencillez, era enérgica, cariñosa, y hasta te cautivó a ti también, creí que era la mujer perfecta, era todo lo que buscaba… ella regresó a su pueblo, y yo quedé en ir a buscarla en un par de semanas, pero tuve un accidente y me retrasé, no pude comunicarme con ella, pero le avisé a una de sus amigas para que le avisara que estaría con ella, el mismo día que regresé recibí una llamada, que me dirigiera a una habitación del hotel que causalmente era del mismo sitio donde me estaba hos
Tarah Kontos Las sorprendentes similitudes entre la mujer de la fotografía, Lissa Kempless y Emma Leyton desataron una serie de preguntas intrigantes en nuestra mente. Alexis y yo intercambiamos miradas llenas de incertidumbre y desconcierto, tratando de conectar los puntos entre las imágenes antiguas y la presencia de ambas mujeres en nuestras vidas actual.—¿Es posible que Emma Leyton tenga alguna relación con la familia de Lissa? —sugerí, tratando de asimilar la posibilidad que se estaba formando en mi mente.—Pero Lissa nunca mencionó algo así. Además, Emma es la hija de Leyton, por consiguiente su madre es la esposa de este, mientras la de Lissa tengo entendido que se casó con su padre, pero se murió a darla a luz, y ella es mayor a Emma, por consiguiente, no pueden tener la misma madre. A menos que las madres de ambas sean gemelas —dijo Alexis pensativo. —O que la madre de Lissa nunca haya muerto —respondí y Alexis frunció el ceño.Seguimos viendo las fotografías y vimos una d
Sarah Farfán Llegué a la fría habitación donde estaba viviendo desde hace una semana, me encontraba deprimida, me sentía sola, extendí la vista y vi los resultados de los exámenes, al lado de la mesa de noche, los tomé desbastada y los llevé a mi pecho, mientras dejaba que los recuerdos me inundaran al mismo tiempo que las lágrimas recorrían mis mejillas.—Sarah ya Tarah está esperando su segundo bebé, y Zachary su primero, ¿Cuándo se van a animar para que me den ustedes también la sorpresa? —preguntó la madre de Michael.Antes de que yo pudiera responder lo hizo Michael.—No te preocupes mamá, pronto Sarah y yo te llenaremos esta casa de niños, ella y yo no nos estamos cuidando, así que es cuestión de poco tiempo en que les demos la noticia.Al escucharlo hablar sonreí, porque eso es lo que más deseaba, ser madre, prácticamente desde que estábamos juntos todos los meses esperaba con ilusión que mi período no bajara, pero igualmente cada mes me decepcionaba y me daba ánimo diciendo qu