¿Les gusto? ¡diganme no sean malos conmigo!
Alexa CastroLlego a casa, en silencio y Armando se encierra en el despacho, todavía no dejo de pensar en todo lo que acabo de ver, las imágenes se reproducen en mi cabeza una y otra vez, no soy una mojigata, fue muy fuerte, es como ver porno en vivo, solo vi, no entendí muchas de las cosas que ocurrían allí.Ceno, con mi abuelo que me ve preocupado por mi falta de reacción a lo que descubrí ayer, esperaba que gritara, que me molestara muchoSi me moleste, y si me dolió, mucho pero yo ya sabía a que atenerme con Armando, siempre pensé que eso que me estaba pasando no podía ser cierto, no podía ser tan perfecto.—Entiendo que lo que estás viviendo es doloroso, pero no debes encerrarte en ti misma, eso es un comportamiento autodestructivo.——Estas equivocado, cuando uno está preparado para estas cosas, no es tan doloroso, nunca deposite mi confianza en Armando él es un mentiroso y ese tipo de gente nunca cambia.— Respondo fingiendo estar disfrutando la comida.—A mi no tienes que oculta
Alexa Castro Hay muchas personas afuera, entre ellas Allan y Alejandra, en ese momento camino a su lado hasta mi oficina con la mirada hacia mis pies, entro directo al baño, cuando me veo en el espejo ¡Quiero que me trague la tierra! Tengo cara de recién follada, los labios rojos e inflamados, las mejillas coloradas, los ojos brillantes y el cabello ¡como si hubiese viajado en moto!. Me lavo la cara y trato de recomponer mi aspecto en el baño, apenas salgo en mi oficina, están Armando con una sonrisa estúpida y Allan más serio a su lado. — ¿No tienen oficina propia ustedes dos?— Pregunto odiosa, no quiero el avance de ninguno de los dos. —Mi amor con él susto que pasaste quería saber si estabas ben o necesitabas consuelo. — El muy idiota quiere continuar con lo que ocurrió en el ascensor, no puedo responderle como quiero, porque esta Allan acá. —Buenos días querida, lamento lo ocurrido, el vigilante trato de advertirles, pero ustedes no escucharon.—Me dice Allan y yo solo asient
AlexaEstoy impresionada, me parece mentira como Armando se interpuso para que la mujer de Allan no pudiese hacerme daño-Verlo lleno de comida, me hace reír a carcajada— ¿Te parece divertido, mi amor?— Pregunta el, tomándome de la cintura, de forma posesiva.—Sabes que tarde o temprano ella terminara en mi cama. — Asegura Muller y yo tengo que sujetar a Armando, para que no le diera su merecido al imbécil ese.—Señora Muller, lamento profundamente el malentendido, mi esposa es una mujer con muchos valores, nunca se metería con su esposo.— Le explica Armando limpiándose con un pañuelo, y tratando de controlarse, me da pena y risa a la vez, tomo una servilleta de tela ignorando a todos y comienzo a limpiar su cara.—Mi esposo, dijo, que ella le encantaba. — Se justifica ella, es solo una dama que salió de sus cabales, está embarazada, pero eso no le ha restado en nada a su belleza, Allan está ciego.—Su esposo, puede decir misa, pero mi esposa jamás me traicionaría. —— ¿Cómo puedes
ArmandoPasan dos meses lentos y tortuosos para mi, Alexa no me da oportunidad alguna, dije que iba a esperar el tiempo necesario, pero todo tiene un límite, ¡Es decir! Ella ya me ha demostrado que no le intereso en lo absoluto.Allan, ha seguido enamorándola y a él no le hace el fuchi como a mí, es como si me odiara de repente, de un momento a otro, parece aborrecerme con todas las fuerzas de su corazón.Creo que soy masoquista, pienso que jamás dejare de sentir amor por ella, es tan necia pienso arreglándome la corbata roja frente al espejo, ¡Se compro un auto! Para no compartir el convertible conmigo.Tuve que dejar de usar mi perfume favorito porque a ella ahora le da asco, pero a su vez me da lástima, este mes ha bajado de peso, está enferma y no quiere ir al médico, si hoy la veo vomitando, ¡la llevo así sea a la fuerza!Desayunamos juntos mi abuelo ella y yo, mi abuelo, a pesar de la edad está iniciando algo con una de nuestras clientes, tengo años viéndole solo, está feliz, y
Armando y yo nos vemos a la cara aterrados, es decir podemos manejar negocios millonarios, pero un niño, un niños son cosas mayores. Subimos al auto y allí comienzo a golpearlo con la cartera —¡Todo es tu culpa!. —Chillo, con ganas de lastimarlo, obvio participe haciendo el bebe, pero en este momento no tengo ganas de admitirlo. —Y asumiré mi responsabilidad. — Dice el quitándome la cartera y lanzándola Al asiento trasero —¡No tienes que hacerlo, no confió en ti!. — Grito, el boquea con ganas de gritarme, pero se contiene. — ¿A dónde vas?— Le pregunto al ver que no tomo la dirección hacia la empresa —A una farmacia. — —No necesito que me compres nada. — Me quejo. —Eso no lo decides tú. — —No quiero nada que provenga de ti. — Le señalo. —No te comprare nada a ti, lo hare a mi hijo. — Me responde entre dientes. —Hubiese preferido estar enferma que tener un hijo contigo. — Le digo. —La decisión de tenerlo es tuya. — Me dice apretando el volante hasta que los nudillos se le pu
Armando Fernández Apenas entro a la empresa a las nueve de la mañana, Alejandra me avisa que debo llamar a José Luis. Tengo dolor de cabeza y estoy resfriado por caminar bajo la lluvia Lo llamo de inmediato —Hola, ¿Qué necesitas?— Le pregunto. —Te he estado llamando toda la mañana ¿Dónde estabas?— Cuestiona agitado. —He estado ocupado. — Respondo sin revelar que acabo de salir de una cirugía que resulto ser muy indolora, la única recomendación del doctor es que debo abstenerme de sexo por dos semanas — Necesito que tu o Alexa vengan a cerrar un trato para la construcción de un clínica privada, es un cliente importante, con el cual podemos tener futuras colaboraciones. —Bien, ¿Cuándo debo estar allá?— Cuestiono tomando asiento en mi escritorio, con una increíble vista de la ciudad de Milán al frente, la cual en este momento no puedo disfrutar en lo absoluto. —¡Mañana es tarde! Vente lo más pronto posible. — Me i***a. —Cuenta conmigo allí estaré esta misma noche. — Respondo N
Armando FernándezApenas abordo el avión, nos atiende una azafata con la cual me enrede alguna vez.—Buenas tardes señor Fernández, es un placer atenderlo. — Se presenta la azafata con una sonrisa ignorando a Alejandra, todos saben que ella no es la señora Fernández, si no una de mis asistentes además algunos saben que fue mi amante.—Deberías, respetar el señor es un hombre casado. — Le reprende Alejandra y la otra mujer solo se ríe.—Me traes un whisky. — Le ordeno como siempre, sin un por favor. Para marcar distancia.—Enseguida señor. — Dice moviéndose con gracia a buscar lo que le pido.—Es de lo último, no entiendo porque continúa trabajando para usted. — Se queja Alejandra cruzándose de brazos luego de haberse colocado el cinturón de seguridad—Si botara cada mujer que se enrollo conmigo en algún momento no tendría ni secretaria. — Le respondo y ella se pone roja como su hermoso cabello.—Lo nuestro es diferente. — Responde.— ¿En qué sentido?—Le pregunto.—Nos conocemos, a la
Armando Fernández Una semana después firmamos contrato con María, para la construcción de una clínica en Estados Unidos, promete visitarme en Milán, pero yo lo dudo. Paso muchas horas en el diseño en conjunto con José Luis, la verdad mi situación personal afecta mi desempeño laboral. Alejandra siempre está dispuesta a todo por mí, al finalizar la semana, voy con José Luis al almorzar en un centro comercial. cuando observo al frente del restaurante se encuentra una tienda de artículos y ropa para bebes, como en silencio y cada momento mi mirada se desvía hacia allá… Si pienso en ella todo el tiempo, no puedo pagar toda la vida por mis errores, desde que estamos juntos nunca he estado con otra mujer… El sexo si me hace falta, sueño todos los días con ella, sobre todo con esa última vez que me dejo colgado, ¡es una malvada!. Llevo una semana prácticamente libre, me levanto a las ocho de la mañana hoy es sábado… —Buenos días, señor.— Me saluda Katia en el comedor, mientras sirve