(MATEO)
Conduje con ella abrazada a mí, sin casco, en silencio, hasta que llegamos al taller, no quería ir a otro lugar y que por el camino ella cogiese frío. Aparqué la moto en la puerta y me apoyé en el suelo, apagando entonces el motor. Pero ella ni siquiera se inmutó, siguió en la misma posición, incapaz de soltarse de mí, aún.
Me bajé de la moto, molesto con ella, la agarré del brazo y la arrastré hasta el taller, de malas maneras, mientras ella me miraba sin comprender, que era lo que pretendía. La empujé dentro, le quité el bolso y lo eché a un lado, y entonces la arrastré hasta el despacho de papá.
Acababa de comprenderlo, la razón por la que ella me había dejado, la razón por la que ella fingía no estar interesada en mí, era, como siempre creí, culpa mía. Ella se había enterado de mi desliz con Sandra, y aunque sólo sucediese una vez, cuando estaba lleno de dudas sobre si debía elegirla a ella, que tan sólo era una simple amiga o a mi mejor amigo. Ni siquiera sabía lo que ella sentía aún por mí, si no hubiese sabido nunca me habría acostado con Sandra.
Sus lágrimas salieron en ese justo instante, y a mí se me encogió algo dentro cuando la vi de esa manera.
Se limpió las lágrimas, con rapidez, apartándose un poco de mí.
El fuerte sonido de la lluvia cayendo sobre el tejado del taller nos hizo salir de nuestros pensamientos, provocando que nos diésemos cuenta de que el mundo seguía si curso a pesar de que el nuestro se había detenido.
Sus labios seguían siendo los mismos, ella seguía siendo la misma, y lo que me hacía sentir tan sólo había crecido, no se había ido a ninguna parte, y tan pronto como la sentí de aquella forma, sentí una enorme paz, una gran calma para el miedo que me había embriagado durante los últimos meses.
De pie, en la puerta de su taller, observábamos la lluvia caer frente a nosotros, mientras sentía su mano aferrarse a la mía, sin tan siquiera girarme a mirarle. Aquello era una locura, estar con él de nuevo, aceptarle de aquella manera, no porque no quisiese hacerlo, no porque tuviese miedo de él, sino por mí. Ya no me sentía digna de él, no después de acostarme con mi hermano noche tras noche, y sabía que cuando él se enterase de esto sería el fin.No podía dejar que él se enterase de lo que hacía con mi hermano, de que su amistad con él también era obra mía, así que, por supuesto, la mejor solución era alejarme, no volver a estar con él. Pero como de costumbre, por mucho que mi mente quiera hacer una cosa, por mucho que sepa que eso es lo mejor para mí, mi corazón me guía hacia
CALIPSOVolvimos al club, justo después de eso. Yo me sentía terriblemente hundida, pues había destrozado la imagen pura que Mateo tenía de mí. En aquel momento, él tan sólo pensaba que yo era una chica más, una de esas miles con las que se acostaba, que no tenía nada especial. Y eso me destrozada terriblemente, porque yo no era así en lo absoluto, yo no tenía nada de corriente, yo sólo… sólo hacía todo aquello para cuidar de él, desde el principio, por eso hice aquella estúpida promesa que me costó aquella situación.Entramos en el club, juntos, pero cada uno a su bola, el lucía algo defraudado, y yo bastante triste. Sandra se quedó sorprendida al vernos aparecer, pero pareció pasársele pronto, porque se abalanzó sobre él y le besó con desesperación, como si intenta
Me quedé toda la noche esperando su respuesta, pero ella no lo hizo, aun así, allí estaba, frente a su puerta, esperándola, y ya había pasado como media hora de más. ¿dónde estaba? ¿Lo habría olvidado?Saqué el teléfono del bolsillo trasero de mi pantalón, justo después de marchar su número, y esperé pacientemente a que alguien contestase al otro lado.Vete – fue su respuesta, sin tan siquiera saludar si quiera. Su voz lucía cansada y triste – no quiero que Diego te vea.Puedo fingir y decirle que estoy aquí por él – la tranquilicé, pero sus sollozos eran más que evidentes, aunque ella intentó fingir que no había ocurrido - ¿qué pasa? ¿estás llorando?No pasa nad
No debería estar allí, agarrada a su cintura, sintiendo el viento en mí de aquella manera. No debería aferrarme a él de aquella manera, no después de todo lo que había hecho con mi vida, de las malas decisiones que había tomado. Pero no podía quedarme en casa, no después de lo que había sucedido aquella mañana… “ Y yo no puedo dejar a ese chico, Mateo – declaré, levantándome de la cama, cansada de que no entendiese la situación – no porque le quiera, sino porque no puedo, él no me dejará marchar tan fácilmente. Te esperaré – prometió, haciendo que mi mundo se detuviese al pensar en esa posibilidad, en la mínima posibilidad de poder estar junto a él, de nuevo – el tiempo que necesites, pero por favor… Colgué el teléfono en ese justo instante, tan pronto como me percaté de que Diego estaba allí, en mi habitación, y no tenía ni id
MATEO.La observé aterrada tan pronto como escuchó a su hermano admitir que se la llevaría, pero me sonrió, intentando lucir calmada, antes de dejarse arrastrar por Diego hacia los aparcamientos.He olvidado darle algo a Diego – mentí hacia mi amigo Mario - ¿te importa quedarme un minuto, por si vuelve mi padre?Corrí tras ellos, pero no podía encontrarlos, no fue hasta que llegué a los aparcamientos cuando los vi. Ella lloraba a lágrima viva, mientras él la golpeaba con dureza en el rostro, lucía tremendamente enfadado.Vas a tener que complacerme en todo a partir de hoy, Cali – le dijo, haciendo que ella negase con la cabeza, horrorizada, y yo los mirase sin comprender a lo que se refería – si vuelves a irte así…<
CALIPSO.Su polla salió, cosa que agradecí bastante, fue hasta la mesilla de noche, agarró el teléfono y resopló para luego mirarme.Quiero la doble penetración después de esto – aseguró, para luego coger el teléfono y saludar a su amigo – dime Mateo – se quedó callado durante un minuto y luego habló – vale, deja que me ponga algo, estoy en el hospital en dos minutos – colgó y luego me miró – el padre de Teo necesita que alguien lo lleve a casa, y él no tiene el coche allí, así que… tengo que ir – me comunicó, llegando hasta mí – más te vale tener el culito bien abierto cuando vuelva, porque voy a querer esa doble penetración cuando vuelva – me dijo, para luego abrir la mesita de noche, agarrar el pene de goma y ponerlo sobre la cama – ve prac
Tuve que poner mucha fuerza de voluntad para no entregarme allí mismo al deseo. Pero aún no era el momento, no cuando acababa de ser herida de aquella forma. Necesitaba tiempo para sanarme, aunque me muriese de ganas de hacerlo con él.Aún no es el momento – aseguró, como si pudiese leerme la mente – te llevaré a casa, mañana, para que cojas algo de ropa y luego te llevaré con tu madre – me dijo – no pienso volver a dejarte a solas con él.¿él sabe que estoy contigo? – pregunté, con un hilo de voz, aterrada de que su respuesta fuese afirmativa.Se lo imagina – respondió, sin intención de decir nada más.¿no vas a preguntarme sobre ello? – insistí, sin comprender cómo pod&iac
Ella no dijo nada en todo el camino, ni siquiera cuando llegamos a su casa y llamamos a la puerta lo hizo. Podía notarla un poco nerviosa. Seamos sinceros, ella lucía aterrada.Pasé mi mano por detrás de su espalda y la apoyé sobre su cadera, obligándola a mirarme, en el mismo instante en el que la puerta se abría y aparecía Tammy, la cual lucía tremendamente preocupada.Cali – reconoció, para luego apartarla de mí, y abrazarla con fuerza - ¡Dios! Estábamos tan preocupados…Estoy bien – aseguró ella, para luego soltarse de ella y buscar mi mano, haciendo que la entrelazase con la mía – sólo necesitaba unos días para desconectar.Las cosas fueron mucho mejor de lo que esperaba. Ella entró en la casa, junto a mí, y subió a su habitación