De pie, en la puerta de su taller, observábamos la lluvia caer frente a nosotros, mientras sentía su mano aferrarse a la mía, sin tan siquiera girarme a mirarle. Aquello era una locura, estar con él de nuevo, aceptarle de aquella manera, no porque no quisiese hacerlo, no porque tuviese miedo de él, sino por mí. Ya no me sentía digna de él, no después de acostarme con mi hermano noche tras noche, y sabía que cuando él se enterase de esto sería el fin.
No podía dejar que él se enterase de lo que hacía con mi hermano, de que su amistad con él también era obra mía, así que, por supuesto, la mejor solución era alejarme, no volver a estar con él. Pero como de costumbre, por mucho que mi mente quiera hacer una cosa, por mucho que sepa que eso es lo mejor para mí, mi corazón me guía hacia otro totalmente diferente y peligroso.
Creo que una parte de él lo sabía, que yo escondía algo, y no era difícil, yo solía ser un libro abierto, lo reflejaba todo en mi cara.
Caminamos hacia su moto en silencio, justo después de eso, y cuando casi habíamos llegado a ella él me detuvo, agarrándome del brazo, para que dejase de avanzar y le prestase atención.
Mis lágrimas cayeron en ese justo instante, al escuchar sus palabras. No quería que él pensase así de mí, no quería que pensase que había alguien más, porque no lo había, pero no podía decirle la verdad, aquello lo destrozaría, a ambos, y eso no podía permitirlo. Él ya había sufrido demasiado con lo de su madre, tenía que protegerle de aquello.
Dejé que se marchase hacia la moto, y me quedé allí, estática. Se puso el casco y arrancó la moto, antes de llamarme, pero ni siquiera contesté, estaba absorta en mis pensamientos, no podía quitarme de la cabeza aquella promesa que le hice a su madre, “debía cuidar de él” “no podía dejar que él volviese a sufrir” “ya había sufrido suficiente con lo acontecido con su madre”
CALIPSOVolvimos al club, justo después de eso. Yo me sentía terriblemente hundida, pues había destrozado la imagen pura que Mateo tenía de mí. En aquel momento, él tan sólo pensaba que yo era una chica más, una de esas miles con las que se acostaba, que no tenía nada especial. Y eso me destrozada terriblemente, porque yo no era así en lo absoluto, yo no tenía nada de corriente, yo sólo… sólo hacía todo aquello para cuidar de él, desde el principio, por eso hice aquella estúpida promesa que me costó aquella situación.Entramos en el club, juntos, pero cada uno a su bola, el lucía algo defraudado, y yo bastante triste. Sandra se quedó sorprendida al vernos aparecer, pero pareció pasársele pronto, porque se abalanzó sobre él y le besó con desesperación, como si intenta
Me quedé toda la noche esperando su respuesta, pero ella no lo hizo, aun así, allí estaba, frente a su puerta, esperándola, y ya había pasado como media hora de más. ¿dónde estaba? ¿Lo habría olvidado?Saqué el teléfono del bolsillo trasero de mi pantalón, justo después de marchar su número, y esperé pacientemente a que alguien contestase al otro lado.Vete – fue su respuesta, sin tan siquiera saludar si quiera. Su voz lucía cansada y triste – no quiero que Diego te vea.Puedo fingir y decirle que estoy aquí por él – la tranquilicé, pero sus sollozos eran más que evidentes, aunque ella intentó fingir que no había ocurrido - ¿qué pasa? ¿estás llorando?No pasa nad
No debería estar allí, agarrada a su cintura, sintiendo el viento en mí de aquella manera. No debería aferrarme a él de aquella manera, no después de todo lo que había hecho con mi vida, de las malas decisiones que había tomado. Pero no podía quedarme en casa, no después de lo que había sucedido aquella mañana… “ Y yo no puedo dejar a ese chico, Mateo – declaré, levantándome de la cama, cansada de que no entendiese la situación – no porque le quiera, sino porque no puedo, él no me dejará marchar tan fácilmente. Te esperaré – prometió, haciendo que mi mundo se detuviese al pensar en esa posibilidad, en la mínima posibilidad de poder estar junto a él, de nuevo – el tiempo que necesites, pero por favor… Colgué el teléfono en ese justo instante, tan pronto como me percaté de que Diego estaba allí, en mi habitación, y no tenía ni id
MATEO.La observé aterrada tan pronto como escuchó a su hermano admitir que se la llevaría, pero me sonrió, intentando lucir calmada, antes de dejarse arrastrar por Diego hacia los aparcamientos.He olvidado darle algo a Diego – mentí hacia mi amigo Mario - ¿te importa quedarme un minuto, por si vuelve mi padre?Corrí tras ellos, pero no podía encontrarlos, no fue hasta que llegué a los aparcamientos cuando los vi. Ella lloraba a lágrima viva, mientras él la golpeaba con dureza en el rostro, lucía tremendamente enfadado.Vas a tener que complacerme en todo a partir de hoy, Cali – le dijo, haciendo que ella negase con la cabeza, horrorizada, y yo los mirase sin comprender a lo que se refería – si vuelves a irte así…<
CALIPSO.Su polla salió, cosa que agradecí bastante, fue hasta la mesilla de noche, agarró el teléfono y resopló para luego mirarme.Quiero la doble penetración después de esto – aseguró, para luego coger el teléfono y saludar a su amigo – dime Mateo – se quedó callado durante un minuto y luego habló – vale, deja que me ponga algo, estoy en el hospital en dos minutos – colgó y luego me miró – el padre de Teo necesita que alguien lo lleve a casa, y él no tiene el coche allí, así que… tengo que ir – me comunicó, llegando hasta mí – más te vale tener el culito bien abierto cuando vuelva, porque voy a querer esa doble penetración cuando vuelva – me dijo, para luego abrir la mesita de noche, agarrar el pene de goma y ponerlo sobre la cama – ve prac
Tuve que poner mucha fuerza de voluntad para no entregarme allí mismo al deseo. Pero aún no era el momento, no cuando acababa de ser herida de aquella forma. Necesitaba tiempo para sanarme, aunque me muriese de ganas de hacerlo con él.Aún no es el momento – aseguró, como si pudiese leerme la mente – te llevaré a casa, mañana, para que cojas algo de ropa y luego te llevaré con tu madre – me dijo – no pienso volver a dejarte a solas con él.¿él sabe que estoy contigo? – pregunté, con un hilo de voz, aterrada de que su respuesta fuese afirmativa.Se lo imagina – respondió, sin intención de decir nada más.¿no vas a preguntarme sobre ello? – insistí, sin comprender cómo pod&iac
Ella no dijo nada en todo el camino, ni siquiera cuando llegamos a su casa y llamamos a la puerta lo hizo. Podía notarla un poco nerviosa. Seamos sinceros, ella lucía aterrada.Pasé mi mano por detrás de su espalda y la apoyé sobre su cadera, obligándola a mirarme, en el mismo instante en el que la puerta se abría y aparecía Tammy, la cual lucía tremendamente preocupada.Cali – reconoció, para luego apartarla de mí, y abrazarla con fuerza - ¡Dios! Estábamos tan preocupados…Estoy bien – aseguró ella, para luego soltarse de ella y buscar mi mano, haciendo que la entrelazase con la mía – sólo necesitaba unos días para desconectar.Las cosas fueron mucho mejor de lo que esperaba. Ella entró en la casa, junto a mí, y subió a su habitación
CALIPSO.Mis días con mi madre fueron diferentes a cómo había imaginado. Para empezar ella se pidió unos días en el hospital para pasarlos conmigo, y eso hizo que hiciésemos muchas cosas juntas, para empezar, decoramos la casa juntas, lo pusimos todo: desde las luces de navidad, el árbol, las tiras, decoraciones, los calcetines sobre la mesita del recibidor (ya que no teníamos chimenea), el portal de belén, y un largo etc. Y para mi sorpresa lo disfruté muchísimo, lo echaba de menos, tener a mi madre de aquella manera.Había recuperado a mi madre, y eso me hacía inmensamente feliz.Fuimos juntas de compras, hicimos miles de planes para cuando viniese a vivir con ella del todo, en cuanto terminase el curso.Y todo ello se fue intercalando con miles de otras cosas, almuerzos con sus compañeras y amigas de trabajo, paseos por la ciudad, y, sobre