(CALIPSO)
Mi vida era un verdadero tormento desde que él no estaba a mi lado, los parciales casi habían llegado, y estaba histérica, porque apenas tenía tiempo de estudiar, porque cada rato que tenía libre, Diego venía a visitarme a mi habitación, y terminábamos, bueno ya sabéis, había hecho un trato con él, ¿recordáis? Él se quedaba al lado de Teo y yo a cambio me acostaba con él. Y cada día me costaba más hacerlo, cada día me atormentaba más lo que estaba haciendo, cada día sentía la necesidad de salir corriendo y refugiarme en sus brazos, oler su perfume y quedarme allí por toda la eternidad. Pero no siempre podemos tener lo que queremos, ¿no es cierto?
Él estaba mucho mejor, o al menos eso era lo que mi hermano me aseguraba día tras día, mientras yo fingía estar de maravilla, cuando en realidad lo único que quería hacer era llorar durante todo el día.
Aquella noche no podía dormir, no podía dejar de pensar en él, en nuestro primer beso, en su sonrisa, en sus hermosos ojos azules, en la complicidad que teníamos, en lo que me hacía sentir cuando le tenía junto a mí, aun cuando éramos amigos ya me sentía a salvo.
Quería que volviese, al menos como amigo. Una parte de mí lo quería. Pero sabía que no podría soportarlo, no si él seguía acostándose con Sandra, y ese era el caso.
Lo sabía bien, pues ella solía llamarme a veces, cuando estaba con él, para echarme en cara que yo no era absolutamente nada para él, mientras que ella lo era todo.
La puerta de mi habitación se abrió, y yo no necesité darme la vuelta a preguntar de quién se trataba. Sabía quién era, era Diego, mi hermano.
Se metió en mi cama, y me rozó con sus pies helados, para luego agarrarme de la cintura. Decidí quedarme en la misma posición, cerré los ojos y me hice la dormida, no podía volver a hacer aquello que él quería, me sentía tan utilizada últimamente, no era diferente a una prostituta, regalaba mi cuerpo a cambio de un favor.
Se quitó el pantalón del pijama, sin dejar de mirarme, y sacó su miembro a escena. Para luego agarrarme del cuello y obligarme a que acercase mi boca a su pene. Supe lo que quería sin necesidad de preguntar, pues me apretó la boca contra él en ese justo instante. Me la metí en la boca, al mismo tiempo que le escuchaba gemir, apretándome un poco más fuerte contra él.
Mi relación con Diego se había vuelto un infierno, no éramos hermanos, sólo éramos dos personas que se acuestan, pero no había ningún tipo de sentimiento, al menos por mi parte, tan sólo era placer mutuo, nada más. Era una relación que estaba completamente vacía, algo que estaba ligado a una promesa, y seguíamos acostándonos sólo por esa promesa.
La semana después de esa fue agotadora, pues tuve que trasnochar y quedarme a estudiar todas las noches, tanto que apenas daba una en clase, y cuando al fin llegaron los parciales los pasé todos con buena nota. Y estaba feliz, de que al menos un poco de felicidad decidiese aparecer por mi vida.
Pronto me marcharía a casa, con mamá, a pasar las vacaciones de navidad junto a ella, estaba deseando ir a la ciudad, ver el lugar nuevo que había conseguido, y sobre todo huir de mi hermano por unos días.
Ni siquiera me pasé por casa a cambiarme de ropa, porque no quería encontrarme con Diego, no quería estropear mi felicidad de aquel día, no quería tener que acostarme de él y empañarla.
Ir a aquella discoteca fue una idea pésima, pues tan pronto como llegamos, Boris se puso a ligar con un ex rollo y se pasó toda la noche con él, mientras yo me sentaba en la barra y me pedía una copa, tras otra.
¡Dios! ¿Por qué estaba tan guapo? Lucía mucho más guapo desde la última vez que le vi. Tenía el cabello alborotado, y sus ojos azules parecían mucho más intensos, llevaba unos jeans negros y una blusa azul marino entre abierta, lo que dejaba ver parte de su pecho al descubierto.
Ay, eso había dolido. ¿Ya era agua pasada? ¿Tan poco había significado para él? Intenté calmarme, que no se me notase que me había molestado, no podía mostrarme así frente al mundo, no podía volver a flaquear, simplemente no podía, y fue en ese justo instante cuando recordé aquella promesa que hice…
“
“
Todo va bien – me calmé a mí misma, intentando que mis lágrimas no saliesen, porque no quería pensar en lo que pasó después de eso, no quería pensar en lo que mi hermano había dicho, en él y Sandra.
Ella me llamó la semana pasada, aún podía recordarlo, podía escucharlo a él, suplicando mientras ella me hablaba…
“ ¿Al fin lo comprendiste, eh, niñata? – preguntaba ella – Matty siempre volverá a mí.
Sandra – suplicaba él, tumbado en la cama, cogiendo sus manos para que dejase el maldito teléfono, borracho como una cuba – por favor, por favor sácala de mi mente, por favor…
¿Lo estás escuchando? – insistió hacia mí, mientras mis lágrimas salían – él quiere olvidarte, y le haré el amor hasta que no quede absolutamente nada de ti en él”
Un nudo enorme se formó en mi garganta tan pronto como lo recordé. ¿Lo habría ella logrado? ¿por eso él le decía a su amigo que yo era agua pasada?
Me marché a respirar aire puro, sin tan siquiera esperar a que mi amigo dijese algo más, sentía que me ahogaba allí dentro, y tan pronto como el frío de la noche me envolvió me sentí un poco mejor. Me dejé caer sobre la fachada y saqué el teléfono, tenía una llamada perdida de mamá.
Mis lágrimas cayeron en ese justo instante, tan pronto como comprendí que era tan idiota que sólo quería huir de allí con él, importándome bien poco ser la otra.
Ni siquiera me había acostado con él, ni una sola vez, y ella… ella le tenía todas las noches, mientras que yo dormía con la única compañía de la dolorosa soledad.
Ella caminó hacia nosotros, y él soltó mi mano, pero yo agarré la suya antes de que se hubiese alejado del todo, logrando que él me mirase sin comprender
(MATEO)Conduje con ella abrazada a mí, sin casco, en silencio, hasta que llegamos al taller, no quería ir a otro lugar y que por el camino ella cogiese frío. Aparqué la moto en la puerta y me apoyé en el suelo, apagando entonces el motor. Pero ella ni siquiera se inmutó, siguió en la misma posición, incapaz de soltarse de mí, aún.Ya estamos aquí – le dije, ladeando la cabeza para que me escuchase.Quedémonos así sólo un poco más – rogó, mientras yo aceptada, escuchando el silencio de la noche a nuestro alrededor, tan sólo interrumpido por algunos grillos, y el sonido que hacían las hojas de los árboles al chocar unas con otras a causa del viento que las movía.Hace frío, Cali – le dije, dejándole claro que no quería qu
De pie, en la puerta de su taller, observábamos la lluvia caer frente a nosotros, mientras sentía su mano aferrarse a la mía, sin tan siquiera girarme a mirarle. Aquello era una locura, estar con él de nuevo, aceptarle de aquella manera, no porque no quisiese hacerlo, no porque tuviese miedo de él, sino por mí. Ya no me sentía digna de él, no después de acostarme con mi hermano noche tras noche, y sabía que cuando él se enterase de esto sería el fin.No podía dejar que él se enterase de lo que hacía con mi hermano, de que su amistad con él también era obra mía, así que, por supuesto, la mejor solución era alejarme, no volver a estar con él. Pero como de costumbre, por mucho que mi mente quiera hacer una cosa, por mucho que sepa que eso es lo mejor para mí, mi corazón me guía hacia
CALIPSOVolvimos al club, justo después de eso. Yo me sentía terriblemente hundida, pues había destrozado la imagen pura que Mateo tenía de mí. En aquel momento, él tan sólo pensaba que yo era una chica más, una de esas miles con las que se acostaba, que no tenía nada especial. Y eso me destrozada terriblemente, porque yo no era así en lo absoluto, yo no tenía nada de corriente, yo sólo… sólo hacía todo aquello para cuidar de él, desde el principio, por eso hice aquella estúpida promesa que me costó aquella situación.Entramos en el club, juntos, pero cada uno a su bola, el lucía algo defraudado, y yo bastante triste. Sandra se quedó sorprendida al vernos aparecer, pero pareció pasársele pronto, porque se abalanzó sobre él y le besó con desesperación, como si intenta
Me quedé toda la noche esperando su respuesta, pero ella no lo hizo, aun así, allí estaba, frente a su puerta, esperándola, y ya había pasado como media hora de más. ¿dónde estaba? ¿Lo habría olvidado?Saqué el teléfono del bolsillo trasero de mi pantalón, justo después de marchar su número, y esperé pacientemente a que alguien contestase al otro lado.Vete – fue su respuesta, sin tan siquiera saludar si quiera. Su voz lucía cansada y triste – no quiero que Diego te vea.Puedo fingir y decirle que estoy aquí por él – la tranquilicé, pero sus sollozos eran más que evidentes, aunque ella intentó fingir que no había ocurrido - ¿qué pasa? ¿estás llorando?No pasa nad
No debería estar allí, agarrada a su cintura, sintiendo el viento en mí de aquella manera. No debería aferrarme a él de aquella manera, no después de todo lo que había hecho con mi vida, de las malas decisiones que había tomado. Pero no podía quedarme en casa, no después de lo que había sucedido aquella mañana… “ Y yo no puedo dejar a ese chico, Mateo – declaré, levantándome de la cama, cansada de que no entendiese la situación – no porque le quiera, sino porque no puedo, él no me dejará marchar tan fácilmente. Te esperaré – prometió, haciendo que mi mundo se detuviese al pensar en esa posibilidad, en la mínima posibilidad de poder estar junto a él, de nuevo – el tiempo que necesites, pero por favor… Colgué el teléfono en ese justo instante, tan pronto como me percaté de que Diego estaba allí, en mi habitación, y no tenía ni id
MATEO.La observé aterrada tan pronto como escuchó a su hermano admitir que se la llevaría, pero me sonrió, intentando lucir calmada, antes de dejarse arrastrar por Diego hacia los aparcamientos.He olvidado darle algo a Diego – mentí hacia mi amigo Mario - ¿te importa quedarme un minuto, por si vuelve mi padre?Corrí tras ellos, pero no podía encontrarlos, no fue hasta que llegué a los aparcamientos cuando los vi. Ella lloraba a lágrima viva, mientras él la golpeaba con dureza en el rostro, lucía tremendamente enfadado.Vas a tener que complacerme en todo a partir de hoy, Cali – le dijo, haciendo que ella negase con la cabeza, horrorizada, y yo los mirase sin comprender a lo que se refería – si vuelves a irte así…<
CALIPSO.Su polla salió, cosa que agradecí bastante, fue hasta la mesilla de noche, agarró el teléfono y resopló para luego mirarme.Quiero la doble penetración después de esto – aseguró, para luego coger el teléfono y saludar a su amigo – dime Mateo – se quedó callado durante un minuto y luego habló – vale, deja que me ponga algo, estoy en el hospital en dos minutos – colgó y luego me miró – el padre de Teo necesita que alguien lo lleve a casa, y él no tiene el coche allí, así que… tengo que ir – me comunicó, llegando hasta mí – más te vale tener el culito bien abierto cuando vuelva, porque voy a querer esa doble penetración cuando vuelva – me dijo, para luego abrir la mesita de noche, agarrar el pene de goma y ponerlo sobre la cama – ve prac
Tuve que poner mucha fuerza de voluntad para no entregarme allí mismo al deseo. Pero aún no era el momento, no cuando acababa de ser herida de aquella forma. Necesitaba tiempo para sanarme, aunque me muriese de ganas de hacerlo con él.Aún no es el momento – aseguró, como si pudiese leerme la mente – te llevaré a casa, mañana, para que cojas algo de ropa y luego te llevaré con tu madre – me dijo – no pienso volver a dejarte a solas con él.¿él sabe que estoy contigo? – pregunté, con un hilo de voz, aterrada de que su respuesta fuese afirmativa.Se lo imagina – respondió, sin intención de decir nada más.¿no vas a preguntarme sobre ello? – insistí, sin comprender cómo pod&iac