La felicidad que inundaba cada hueso de Theo se notaba con solo verlo andar, como si estuviera en la nebulosa. Todos en la oficina lo miraban estupefactos porque pocas veces podían ver a aquel joven tan sonriente.
Sin embargo, las obligaciones llamaban y tenía que descubrir lo que estaba pasando con sus proyectos que constaban como rechazados. Hasta el presente, como era costumbre se sentó una vez más en la silla de su cubículo para hacer sus labores. Entre correos y comunicaciones con fuentes cercanas de los altos mandos, a los que le trabajaba, descubrió que Cipriano estaba siendo acusado por malversaciones de fondos.
Theo no entendía nada, seguía leyendo portales de noticias donde expresaban detalladamente los desfalcos que supuestamente estaba haciendo su jefe a otras empresas a través de la publicidad que ofrecía.
La felicidad que pudiese tener aquel joven en ese momento se vio opacada le
Adén llegó hasta la mesa donde lo estaba esperando Theo, pues tenía que ir a buscar sus objetos personales dentro del restaurante de comida china rápida. Como era costumbre él estaba entretenido con su libro cuando el chico con la mochila a cuesta suelta:—Así te ves tan atractivo—espeta Adén—. Con razón el muchacho de la otra vez se enamoró… ¿Cómo es que se llamaba? ¿Dalmi?—Dani—dice Theo quitándole la vista al libro y guardándolo en su bolso—. Se llama porque aún no se ha muerto.—¡Ah! Es que tienen contacto.—No—ríe Theo—. Pero supongo que no ha fallecido.—¿Para dónde vamos, señor? —cambia drásticamente la conversación Adén.—A mí casa ¿No? —dice Theo mirándolo a los oj
Theo se despojó de toda su ropa, a pesar de que tenía los ojos de Adén clavados en su cuerpo esquelético. Se quedó solo con el bóxer blanco puesto y cuando fue a agarrar un short que estaba sobre un banco cerca de la cama, su compañero se le abalanzó para besarlo como un animal devora a su presa. No obstante, el muchacho pausó aquella escena fogosa y se puso rápidamente el short. Al mismo tiempo que empezó a buscar un suéter holgado entre sus prendas usadas para encimárselo. Por su parte, Adén se hizo a un lado pensando en lo que acababa de pasar. Donde los labios pasearon entre melodías inexistentes, pero que hacían juego con una tonada armoniosa y fructífera para aquel momento en que ambos cuerpos se apretujaron rozando sus lenguas. Uniéndose pecho a pecho en medio de agarradas de brazos y espalda. Momento mágico frenado por el miedo de Theo. Al ver la reacción de su compañero Adén decide salir de la habitación y se sienta sobre el sofá. —Disculpa—d
La mañana siguiente Theo despierta un poco tarde a lo acostumbrado. Estira sus brazos mirando a la ventana. En medio de un bostezo se da cuenta que Adén ya se había levantado. Se quita las sábanas de encima para caminar hasta la sala para indagar si su enamorado había huido o simplemente no estaba haciendo ruido. Desde el marco de la puerta de su habitación, somnoliento, mira hacia la sala, aunque se da cuenta que su invitado estaba en la cocina sonriente tostando panes. —Buenos días, dormilón—dice Adén dejando entre ver sus dientes. —Buenos días—canta Theo con un bostezo. —¿Huevo revuelto o entero? —Revueltos —¿Y mermelada? —Qué extraño eres. ¿Quién come huevos con mermelada? —Pues tu novio. —No tengo novio—suelta sarcástico Theo. —¿Lo hacemos oficial? —Espera que me lave los dientes, al menos. —¿Te vas a poner guapo para mí? —Ya quisieras…—suelta Theo mientras camina hasta el ba
Adén se fue tarde de la casa de su novio. Luego de pasar un maravilloso día, además de hacer oficial su relación y compartir partes de sus vivencias Theo se sentía campante por todo lo obtenido de su amado. A pesar de que la situación en la empresa le preocupaba. De modo, que cuando Adén iba camino a su casa, Theo se dio a la tarea de indagar las actualizaciones del caso legal de su jefe. Por lo que se entregó de lleno a sus aparatos electrónicos digitales conectados a Internet para leer portales web y preguntar a sus conocidos qué noticias tenían de Cipriano. Por otra parte, Anastasia también estaba entregada a su computadora y celular, pues de alguna manera había quedado encargada en conjunto con Eulalia de Strumarketing, y en la sala de su casa con portátil en mano tecleaba veloz para informar a los clientes la situación. No había resultados positivos, pues el señor Struve estaba en graves problemas. Se le había confirmado a detalle cada acusación
Pasaron unos cuatro días hasta que Theo recibió una llamada, luego de pasear por el centro comercial que trabajaba u otros locales que conocía entregando la síntesis curricular. Lo llamaron del lugar del que se despedía Marianna. La cita estaba pautada para el mediodía.Adén se había levantado insistente ese día en que fueran a cenar, y aunque Theo estaba renuente al principio, luego de recibir la llamada de la entrevista laboral acepta. Por lo tanto, el somnoliento se baña y se viste rápido para agarrar el bus próximo rápidamente. Debía llegar temprano al lugar, porque la puntualidad era todo para él.Llegó al centro comercial con media hora de anticipación por lo que caminó hasta el pasillo de comida, saludó a su novio y le dijo que lo habían llamado del trabajo que dejaba Marianna. Este sonriente lo felicita, pero se ven interru
Empezó un nuevo día, el piar de las aves dio inicio a la mañana sucesiva en la que Theo no se sentía muy convencido por ir a su nuevo trabajo. Sobre su cama se balanceó un rato de sólo pensar que este lugar le ofrecía tan poco.Contempló la posibilidad de rechazarlo e iniciar la búsqueda de otro que se adecuara a sus necesidades, pero se dio cuenta que pronto gastaría su reserva (la liquidación) en el pago del alquiler del mes. Lo cual lo hizo tomar las fuerzas suficientes para levantarse de la cama e ir hasta su baño a examinar su demacrada cara.Tras una ducha fría de unos cuantos minutos el cuerpo desnudo sale para vestirse.Se entregó a su labor en la cocina después de vestirse. Sin mucho ánimo sacó el cereal, lo echó sobre un plato hondo, licuó leche en polvo para hacerla líquida y lo acompañó de banana en
La molestia estremeció su hogar, cuando llegó con un jalón tiró la puerta a su paso sobresaltándolo todo. Theo estaba furioso por toda aquella escena que presenció, de la cual no recibió apoyo de su novio. En el fondo esperaba ser defendido o apoyado por su amado.Se sentó sobre el banco de la cocina, con la ayuda de los pies se quitó los zapatos. Sus manos temblaban, no podía controlar la especie de llanto de ira que se asomaba, pero no salía. Todo su cuerpo vibraba.Por un momento quedó inerte con las manos apoyadas en su rodilla, al instante que sus piernas se movían incesantemente. No lograba controlar su molestia o la tristeza que le produjese todo aquello. Hasta que se dejó ir. Empezó a llorar. Los sollozos inundaron la sala. Se quitó la prenda de vestir superior y se fue hasta el cuarto para tirarse en la cama.En el lecho tuvo una especie de re
Pasaron muchos días desde que Theo y Adén hablaron por última vez, luego de esa noche en la parada de autobús se textearon varios mensajes que no condujeron a nada. Ambos se alejaron del otro sin más. No había explicación alguna, ni motivo consistente, simplemente dejaron de hablar y verse por casi una semana.Por lo que se había cancelado el encuentro en la casa de Anastasia. Sin moral y con mucha pena Theo le escribió a su amiga para avisarle que no podía ir, porque no se sentía muy bien, dejando su invitación para otra ocasión cuando el ánimo estuviera al tope, pues así merecía verlo Verónica.Por otra parte, había faltado dos días a su trabajo más el que tenía libre y otro que cambió de turno con Dani, un cuarteto de jornadas laborales en los que no se apareció por el centro comercial para no ver a Ad&eacut