Dana
La distancia ha sido cortada. Estoy a su lado e inmediatamente me abrazo a mí misma. El lago está a varios metros de nosotros casi oculto por los grandes árboles que adornan el sendero de piedra.
Mi mirada se aferra en algún punto del paisaje frente a nosotros. Tomo aire y lo suelto lento y discreto. Puedo absorber su aroma y eso me hace recordar los mejores momentos de nuestras vidas.« ¡Hey! Calma tus hormonas, mujer»—Creo que necesitamos regresar, todos mueren de hambre—no se volvió si quiera a mirarme, ni en contestar si quiera con un sonido o gruñido, así que mi boca volvió abrirse—Creo que salió bien ¿No? Ya saben tus hijos que tú eres el papá, tú familia está aquí, todos son felices, ¿Crees que todo vaya bien de aquí en adelante?DanaCorto un trozo de la deliciosa lasaña que ha preparado Lina, dos contenedores de cristal grandes están en medio de la gran mesa de madera. –Era la primera vez desde que nos habíamos mudado que comíamos en ella- estábamos acostumbrados a comer en la barra de la cocina, y si era festejar algo importante era comer fuera.El ambiente estaba cargado de calidez. Podría decir que la familia Richardson le daba el toque familiar. Las risas de Katy, las bromas de Leonard, las anécdotas de John acompañado de Lina. Lágrimas de felicidad de vez en cuando caían por las mejillas, el entusiasmo con el que querían saber más de mis hijos era algo que me hacía sentir feliz. Demetrio estaba del otro extremo de la mesa, frente a mí, los niños a cada lado de él.Di un sorbo a mi copa, y fue cuando me di cuenta de que nec
DanaMedia hora después, Demetrio entraba al comedor cuando Lina estallaba en risas por una anécdota de Leonard, no pude evitar desparramar un poco de mi vino, y Katy solo negaba divertida. John balbuceaba algo riendo pero entre más intentaba hablar, Lina reía más fuerte. Los niños se habían pasado a la sala de la TV a ver caricaturas y a reposar la comida. Así que puros adultos hay en la mesa.— ¡Vaya, ya llegó por quien llorábamos! —Katy dio un sorbo a su copa medio vacía mirando en dirección a su hermano que estaba de pie en el marco de la entrada cruzado de brazos y arqueando una ceja.— ¿Están…? —Lina detuvo su risa en seco y se cubrió sus labios con una servilleta. Negó y negó.—Estamos bien, estamos disfrutando de una plática ag
DanaMis manos temblaban cuando bajé de la camioneta para entrar al primer hotel. Por mi mente pasaban miles de cosas. Llegué a recepción y una rubia estaba tecleando a toda prisa.—Buenas noches…—Buenas noches, bienvenida al hotel Royce Place. ¿Gusta una habitación?Negué. Estaba segura de que si hablaba me rompería enfrente de ella.—Y-Y-Yo busco…. —intenté recuperarme—al señor Demetrio Richardson.— ¿Richardson? Permítame un segundo…— tecleó rápidamente y se hizo visible su ceño fruncido. —No tengo a ningún señor Demetrio Richardson instalado en el hotel.Cerré los ojos. Debía de ser otro hotel. Pero el siguiente estaba a media hora de aquí. Le di las gracias y sal&i
LinaHace media hora había despertado. Salí de la cama sin despertar a John. Caminé casi a oscuras por la gran suite de no ser por la leve luz de la luna que entraba por los grandes ventanales. Era un hermoso paisaje desde mi lugar. Me abracé a mí misma como si un frío recorriera desde el comienzo de mi espina dorsal y terminara en mi nuca. La piel se me erizó. Me quedé mirando por uno de los ventanales.— ¿No puedes dormir? —la voz adormilada de John atrajo mi atención. Se acercó hasta quedar a mi lado, tomó mi mano y la besó.—Demetrio. Hace dos horas que se ha marchado, y no sabemos nada. ¿Crees que Dana lo deje entrar de nuevo en su vida?John se quedó en silencio observándome.—Dana ha cambiado. Es más fuerte…pero sé por las miradas qu
DanaBajé del auto, y con mis manos nerviosas jugaba con las llaves, el corazón me latía a toda velocidad, Demetrio bajaba en ese momento del Audi y se ajustaba la gabardina por el frío de la madrugada.Los niños estaban con Lina. Eso me tranquilizaba por momentos. Ellos no me arrebatarían a mis hijos. Lina es madre, ella no sería capaz de ello.Subió las cortas escaleras de la entrada a paso lento como si se debatiera en entrar junto a mí a la casa. Y era en efecto eso. Se detuvo a medio escalón con las manos dentro de la gabardina negra. Hacía resaltar su piel pálida y cansada.—Dana…—lo observé detenidamente.— ¿Sí? —sabía que diría algo para volverse a cerciorar que esto era lo correcto. Sus ojos grises estaban llenos de confusión, nerv
DanaMe removí en la cama buscando la calidez de su cuerpo, pero no encontré nada. Intenté abrir los ojos pero el cansancio me hizo recordar la sesión de orgasmos de hace horas. Me giré hacía el reloj de la mesa de noche, y el reloj digital anunciaba las 9:32 am. Era domingo. Suspiré dejando caer la cabeza sobre la almohada.Saqué mi cuerpo adormilado y adolorido de la cama, me lavé los dientes y me di una ducha rápida. Me puse un chándal de cuadros rojos y negros, mis calcetas negras, y una camiseta blanca con escote V, encima un suéter de tela delgada que caía por debajo de mi trasero, y dejé mi cabello corto suelto y salí escaleras abajo. El ruido de un domingo por la mañana era mi favorita. No tenía pendientes, no tenía nada que me distrajera, tendría el tiempo para disfrutar de mis hijos. Ahora es
DanaEntraba a la habitación de huéspedes, y arrastré la maleta a un lado del sillón individual que estaba en el rincón. Luciana estaba aún de pie en la entrada de la habitación.—Entra, estás en tu casa. —intenté tranquilizarla, pero sé que aún seguía pensando en las palabras de Leonard.—Gracias amiga. Creo que…—comenzó a llorar y se llevó ambas manos a su rostro para ocultarse.—Luciana…—me acerqué a ella, y la guíe a la cama. Intenté dejarla llorar para que se desahogara. En cierto caso me sentí la culpable de su rompimiento. Y peor aún, el haber sido la causante de la cancelación de su boda.—Disculpa, es que…—sus ojos rojizos se detuvieron en mi mirada. Había algo, no sé
Dana— ¿Irnos? ¿Pero…? —balbuceo las palabras. Miles de cosas pasan por mi cabeza.—Tengo más poder en Seattle. Aquí no…—niega.— ¿Acaso viene con un revolver o qué? —su rostro permaneció frío. Esa era una respuesta.—No los voy a arriesgar. Puedo protegerlos en Seattle, en nuestra casa. No aquí, hay muchos puntos ciegos llenos de peligro. Sea o no que venga con un revolver no pienso arriesgarme.— ¡Puedes contratar gente! ¿Cómo vamos a dejar todo por ella? ¿Otra vez? ¡No! Contrataré personal de seguridad inclusive si tengo que poner guardaespaldas, lo hago, pero no pienso correr a esconderme por ella.— ¡Esto es por su seguridad, Dana! ¡Deja de ser egoísta! ¡Deja de pensar todo lo que vas