—No te preocupes, lo entiendo. — Respondió entre dientes, cruzando ambos brazos a la altura de su pecho, odiaba ser testigo de la peor parte de ellos. —No, por supuesto que no lo comprendes. Entiendo cuanta ilusión te generaba el que tu padre y yo estuviéramos juntos. — Nada le dolía más que romper una promesa. Durante muchos años, Katherine mantuvo el sueño de pertenecer a una familia “normal”, ni siquiera la forma de procrearla fue un evento monótono, existía una larga historia de trasfondo, donde las malas decisiones y los temores eran los personajes principales. Violette comprendió que no servía de nada forzar el orden natural de las cosas, prefería aguardar por el momento adecuado para contarle la verdad, con madurez y seriedad, su hija podría comprender los motivos que la orillaron a actuar de esa manera. — Pero esto no está en mis manos…— Murmuro. Todo se había salido de control, de vivir en un cuento de hadas la historia se tornó en una pesadilla. — De verdad, hago todo lo po
¿Qué sucede?— Indagó inmiscuida, llevando ambas manos a su pecho, deteniéndose unos minutos a contemplar su rostro contraído. Percibió el reconocido perfume entre su ropa, embriagando sus sentidos cuando el aroma entro en contacto con sus fosas nasales. Extrañaba con todas sus fueras percibir el calor de su cuerpo, degustar el sabor de sus labios, haría todo lo posible por retornar a esos días. — ¿Acaso Lemaire Edmond está nervioso?— Le divertía verlo en esa peculiar situación, pocas veces el estoico pelinegro mostraba miedo o aversión a ciertas coyunturas. —Tus padres, yo… ¿algún consejo?— Violette sonrió de oreja a oreja, plantando un beso cerca de la comisura de sus labios. —No te preocupes, un hombre como tu puede manejarlo todo, incluso mis padres. — La peli-negra acaricio sus hombros, ajustando el nudo de la corbata. Al percibir que la faz de Edmond no cambiaba suspiró. — Son bastante sencillos, Edmond, no van a someterte a un interrogatorio policiaco o algo por el estilo. —V
—Tu relación con Edmond no durara. — Vaticinó con seguridad. — La naturaleza de ambos lo impedirá. Si no estuvieron juntos en el pasado ¿Qué te hace creer que será distinto en el futuro? Pensativa, Violette proceso las duras palabras de su madre en silencio. Aunque le costara admitirlo, tenía razón. Su relación con el Lemaire no estaba del todo segura, una serie de eventos desafortunados se empeñaba en romper el lazo, quebrantando su fuerza a medida que los días transcurrían y las diferencias aumentaban. Por un momento, el futuro se presentó ante ella como algo ilegible. : : : : : : : : La noche arribó en ipso facto. El firmamento yacía oscuro, decorado por un montón de estrellas, mostrando a la luna en todo su esplendor, iluminando tenuemente el paisaje. Violette, Edmond y Katherine, pasarían la noche en la mansión Dubois. Antoine se opuso a dejarlos partir en medio de la noche, insistiendo en quedarse y partir por la mañana. Edmond no diferido con la idea, la reunión lo había de
Las clases habían concluido, y con estas un ciclo en la vida de Violette. La educación básica llegaba a su fin, dejando una enorme incertidumbre en el futuro de la heredera Dubois. Sasha, su madre, insistía en enviarla a un internado en Europa, acreedor de excelentes referencias y una múltiple lista de exitosas estudiantes egresadas del instituto, argumentando los beneficios que obtendría su hermosa hija al forma parte de un prestigioso recinto como aquel, otorgándole ciertos beneficios al ingresar en la universidad; un buen historial la llevaron a postularse como una mujer importante.Violette, fiel servidora a llevar la contraria a las ideas elitistas de su madre, creía que aquello era una pérdida de tiempo, prefería continuar los estudios a lado de sus amistades, en casa, no al otro lado del mundo como una desconocida.Después de un flojo festejo en honor a sus logros, auspiciado por un discreto banquete y una cantidad de invitados moderada, congregando a los familiares y amigos má
Como una firme compañera, Violette pasó el resto de sus días a lado de la cama, escuchando sus divagaciones, las historias de cuando era un niño, lo mucho que extrañaba los abrazos de su madre y las manos de su abuela, habló con firmeza sobre la joven Sasha y dicha que sintió cuando cargó a una peli-negra recién nacida por primera vez.El entierro se llevaría a cabo inmediatamente; Sasha y Violette no deseaban prolongar el suplicio de Antoine por tiempo innecesario, los restos del respetable Dubois pasarían la noche en una la lujosa mansión Dubois situada en la ciudad, donde amigos y familiares podrían acudir a dar sus condolencias y un último adiós.Al funeral acudieron los últimos hermanos del hombre, acompañados por sus respectivas familias: socios como Clarence Da Silva, quien se presentaba en compañía de Helena, Caroline, Bastian y los niños, con el fin de apoyar a Violette y a su madre en un momento tan difícil como ese; las diferencias parecían olvidadas.La presencia de Edmond
Anonadada, viro sobre sus tobillos, encontrándose de frente con el reconocido castaño. Fue imposible contener la sonrisa; tantos meses sin tener una noticia sobre él y aparecía en el momento que más lo necesitaba, como si estuviese clamando a gritos su presencia, Eugene Da Silva hacia acto de presencia ante el escándalo que lo respaldaba y el montón de comentarios que giraban en torno a su ruptura con la peli-negra. Poco le importaban las historias de carente veracidad, Violette había estado para el cuándo menos lo merecía; independientemente del término de su compromiso, ambos pactaron continuar como amigos, ayudarse en todo lo que fuese posible, permanecer ahí el uno para el otro, como en los viejos tiempos.¡Eugene!— Articuló de repente, lanzándose a sus brazos en busca de consuelo, reconociendo el firme agarre sobre su cintura, amoldándose a la perfección a su cuerpo; ocultó el rostro entre su pecho, aspirando la varonil colonia. El abrazo que tanto anhelaba, llegaba con la person
—Mamá. — Llamó Katherine temerosa, atrayendo la mirada ausente de su madre, percibiendo la tristeza en cada extensión de su rostro. — ¿Estarás bien?— Cuestionó de repente. El bienestar de la mujer que le dio la vida siempre fue una de sus preocupaciones, aun si no contaba con la edad suficiente para comprender la angustia.—Por supuesto. — Respondió titubeante, no prometería a Katherine algo que tal vez no recaía en sus manos. — Lo intentaré, ¿sí?— Asintiendo lentamente, depositó otro beso sobre su frente. Luego del largo día y la montaña rusa de decisiones, ambas necesitaban descansar. Sin añadir nada más, la peli-negra se puso de pie, apagó la luz y abandonó la habitación de su hija, dirigiéndose hacia la sala. A pesar del cansancio, la ausencia de sueño logró ofuscarla más de lo que ya estaba, recurriendo a un viejo amigo que aunque no disipaba las penas, lograba hacerlas desaparecer.Decidida, alcanzó un vaso de la alacena, vertió algunos hielos, añadiendo una considerable cantida
—Lo arruine. — Aceptó Violette. No negaría que recurrir al alcohol había sido una pésima idea. — No volverá a pasar, lo prometo. — Murmuro apenada, alzando la palma de su mano para presentar su ofrenda de paz. Inmediatamente, conforme con la respuesta, la pequeña pelinegra comenzó a limpiar el desastre, entregándole a su madre su celular, el cual, albergaba un montón de llamadas perdidas, proveniente de un número desconocido.Una vez más el teléfono sonó, pero esta vez el de la línea fija de la casa, rápidamente, Violette llevó el auricular hacia su oído, lanzando un cálido saludo para el contacto desconocido.¿Señora Dubois?— Preguntó un hombre con voz áspera, solicitando confinar la identidad de la mujer.¿Si?—Es un gusto poder contactarla, espero no llamar en un momento inoportuno. — Lanzó un gran suspiro en señal de alivio.—En lo absoluto. — Replicó confundida. — ¿Quién llama?— Preguntó, tratando de descubrir quien llamaba con tanta familiaridad durante la mañana.—Lo lamento, s