Desconocía cómo actuar ante una coyuntura poco común. Aquel, era su reencuentro después de la ceremonia fallida. Durante ese lapso, cada uno continúo con su camino: Eugene opto por permanecer con Teresa, acompañándola durante el embarazo. No estaba del todo claro si los dos mantenían una relación, pero cuando Violette contemplo aquellos irises claros percibió el cariño que su exprometido sentía por ella.—Vayamos a la cafetería, esto puede demorar un poco. — Buscaría la manera de suavizar el ambiente, Eugene necesitaba mantenerse fuerte para Teresa, quedarse en el pasillo aguardando por noticias no ayudaría demasiado a cumplir ese propósito.Dicho esto, los dos se dirigieron a la sala. Algunas mesas estaban ocupadas por familiares o personal médico. Todos se reunían ahí para comer algo, beber un café y recuperar fuerzas para retornar a sus respectivas labores. Cuidar de un enfermo era una tarea atenuante, tanto para la familia como para los doctores y enfermeras.Tomaron asiento en un
Llegó a casa agotada. Durante el trayecto meditó respecto a todo lo que conforma su vida, rebusco la manera de plantar una solución, pero su mente solo daba abasto para recordar las amargas palabras, obligándola a contener las lágrimas.Lanzó el bolso y las llaves al suelo, dejó el abrigo en el pasillo, dirigiéndose a paso lento hacia su cama. Permitió que su cuerpo cayera en la comodidad del colchón, estaba tan cansada que no podría dormir y tal como lo esperaba, todo en ella colapso.¿Mamá?— Katherine apareció, avizorando a su madre en ese deplorable estado. Se mantuvo estoica en el umbral de la puerta, aguardando por una respuesta. — ¿Qué sucede?— Repitió consternada. Subió a la cama sin depuro, sintiendo somos su madre rodeaba su cuerpo con ambos brazos, llorando como una niña sin consuelo.Anonadada, desconocía como actuar. Su madre siempre se mostraba ante ella como una mujer inquebrantable. Sabía muy bien que odiaba que la vieran en tal aspecto, aguardaba el momento adecuado pa
Sin nada más que decir, aguardó pacientemente por ella, escuchando el grácil andar a unos cuantos metros de la oficina. Lentamente, el hermoso ojo-verde abrió la puerta, haciendo acto de presencia en la habitación. Sonrió con timidez, acercándose dubitativa al hombre, plantando un beso en sus labios de forma fugaz, sustituyendo el común “hola” por un tierno gesto. —No esperaba tu visita. — Confesó el Lemaire, con coz grave, tratando de hablar con suavidad. —Bueno, quería darte una sorpresa.— Murmuro, encogiéndose de hombros.— Pensaba que podías dejar esta oficina durante una hora o dos e ir a comer conmigo y Katherine.— Explicó, jugueteando con las puntas del cabello suelto, mordiendo su labio inferior en espera de una respuesta. —No puedo.— Replicó tajante, relajando la expresión en su faz, acompañando la respuesta con un largo suspiro, sabia lo sensible que era Violette a ciertos tonos de voz, y tomando en cuenta la delicada cuerda floja por la que caminaban, prefería mantenerse
—No te preocupes, lo entiendo. — Respondió entre dientes, cruzando ambos brazos a la altura de su pecho, odiaba ser testigo de la peor parte de ellos. —No, por supuesto que no lo comprendes. Entiendo cuanta ilusión te generaba el que tu padre y yo estuviéramos juntos. — Nada le dolía más que romper una promesa. Durante muchos años, Katherine mantuvo el sueño de pertenecer a una familia “normal”, ni siquiera la forma de procrearla fue un evento monótono, existía una larga historia de trasfondo, donde las malas decisiones y los temores eran los personajes principales. Violette comprendió que no servía de nada forzar el orden natural de las cosas, prefería aguardar por el momento adecuado para contarle la verdad, con madurez y seriedad, su hija podría comprender los motivos que la orillaron a actuar de esa manera. — Pero esto no está en mis manos…— Murmuro. Todo se había salido de control, de vivir en un cuento de hadas la historia se tornó en una pesadilla. — De verdad, hago todo lo po
¿Qué sucede?— Indagó inmiscuida, llevando ambas manos a su pecho, deteniéndose unos minutos a contemplar su rostro contraído. Percibió el reconocido perfume entre su ropa, embriagando sus sentidos cuando el aroma entro en contacto con sus fosas nasales. Extrañaba con todas sus fueras percibir el calor de su cuerpo, degustar el sabor de sus labios, haría todo lo posible por retornar a esos días. — ¿Acaso Lemaire Edmond está nervioso?— Le divertía verlo en esa peculiar situación, pocas veces el estoico pelinegro mostraba miedo o aversión a ciertas coyunturas. —Tus padres, yo… ¿algún consejo?— Violette sonrió de oreja a oreja, plantando un beso cerca de la comisura de sus labios. —No te preocupes, un hombre como tu puede manejarlo todo, incluso mis padres. — La peli-negra acaricio sus hombros, ajustando el nudo de la corbata. Al percibir que la faz de Edmond no cambiaba suspiró. — Son bastante sencillos, Edmond, no van a someterte a un interrogatorio policiaco o algo por el estilo. —V
—Tu relación con Edmond no durara. — Vaticinó con seguridad. — La naturaleza de ambos lo impedirá. Si no estuvieron juntos en el pasado ¿Qué te hace creer que será distinto en el futuro? Pensativa, Violette proceso las duras palabras de su madre en silencio. Aunque le costara admitirlo, tenía razón. Su relación con el Lemaire no estaba del todo segura, una serie de eventos desafortunados se empeñaba en romper el lazo, quebrantando su fuerza a medida que los días transcurrían y las diferencias aumentaban. Por un momento, el futuro se presentó ante ella como algo ilegible. : : : : : : : : La noche arribó en ipso facto. El firmamento yacía oscuro, decorado por un montón de estrellas, mostrando a la luna en todo su esplendor, iluminando tenuemente el paisaje. Violette, Edmond y Katherine, pasarían la noche en la mansión Dubois. Antoine se opuso a dejarlos partir en medio de la noche, insistiendo en quedarse y partir por la mañana. Edmond no diferido con la idea, la reunión lo había de
Las clases habían concluido, y con estas un ciclo en la vida de Violette. La educación básica llegaba a su fin, dejando una enorme incertidumbre en el futuro de la heredera Dubois. Sasha, su madre, insistía en enviarla a un internado en Europa, acreedor de excelentes referencias y una múltiple lista de exitosas estudiantes egresadas del instituto, argumentando los beneficios que obtendría su hermosa hija al forma parte de un prestigioso recinto como aquel, otorgándole ciertos beneficios al ingresar en la universidad; un buen historial la llevaron a postularse como una mujer importante.Violette, fiel servidora a llevar la contraria a las ideas elitistas de su madre, creía que aquello era una pérdida de tiempo, prefería continuar los estudios a lado de sus amistades, en casa, no al otro lado del mundo como una desconocida.Después de un flojo festejo en honor a sus logros, auspiciado por un discreto banquete y una cantidad de invitados moderada, congregando a los familiares y amigos má
Como una firme compañera, Violette pasó el resto de sus días a lado de la cama, escuchando sus divagaciones, las historias de cuando era un niño, lo mucho que extrañaba los abrazos de su madre y las manos de su abuela, habló con firmeza sobre la joven Sasha y dicha que sintió cuando cargó a una peli-negra recién nacida por primera vez.El entierro se llevaría a cabo inmediatamente; Sasha y Violette no deseaban prolongar el suplicio de Antoine por tiempo innecesario, los restos del respetable Dubois pasarían la noche en una la lujosa mansión Dubois situada en la ciudad, donde amigos y familiares podrían acudir a dar sus condolencias y un último adiós.Al funeral acudieron los últimos hermanos del hombre, acompañados por sus respectivas familias: socios como Clarence Da Silva, quien se presentaba en compañía de Helena, Caroline, Bastian y los niños, con el fin de apoyar a Violette y a su madre en un momento tan difícil como ese; las diferencias parecían olvidadas.La presencia de Edmond