En el escondite de Cristian, Luz estaba en una situación desesperada. El lugar era una vieja casa de campo, oscura y lúgubre, con las ventanas cubiertas y solo una tenue luz de una lámpara parpadeante iluminaba el ambiente. Cristian, ahora más despiadado que nunca, había asegurado el lugar para mantenerla bajo su control.Luz estaba sentada en una silla en el centro de la habitación, con las manos atadas detrás de su espalda. La habitación tenía un aire frío y sucio, y Luz sentía el peso del cansancio y el miedo acumulado en los días de cautiverio. Sus ojos estaban cansados, y su ropa estaba arrugada y sucia. La desesperación se reflejaba en su rostro.Luz cerró los ojos por un momento, luchando contra las lágrimas. Estaba agotada, pero también estaba decidida a no dejar que Cristian viera su debilidad. La idea de Daniel viniendo a rescatarla era lo único que le daba fuerzas para seguir.De repente, la puerta se abrió de golpe y uno de los hombres de Cristian entró apresuradamente. —¡
Al día siguiente,Mientras el equipo se preparaba para salir nuevamente, Manuel se acercó a Daniel, con una expresión de remordimiento y desesperación en su rostro. Daniel —Siento mucho que no llegáramos a tiempo. Quiero ayudar.— Déjame hacer lo que pueda.—Quiero salvar a Luz.Daniel lo miró, su enojo aún fresco, pero también comprendiendo la sinceridad de Manuel. —Te daré una oportunidad para redimirte. Pero no olvides que si fallas, no habrá segunda oportunidad.Manuel asintió, sabiendo que esta era su oportunidad para hacer las paces. —Haré lo mejor.Con el equipo reorganizado, se adentraron nuevamente en la búsqueda, cada uno con la esperanza de que la próxima pista los llevaría hacia Luz.El desafío era grande, pero la determinación de Daniel y su equipo no conocía límites. Aunque habían llegado tarde en esta ocasión, estaban resueltos a no permitir que Cristian se saliera con la suya. —Todo listo. Es hora de encontrar a ese maldito.La búsqueda de Luz continuaba, con la esper
Luz, al escuchar la conversación, sintió una mezcla de esperanza y miedo. Sabía que su condición especial podía ser la clave para su libertad, pero también era consciente de que podría aumentar el peligro de ella y su bebé.Cristian, evaluando la situación, dio una orden rápida. —Tomás, mantén a Luz bajo vigilancia. No la toques ni te acerques demasiado. Asegúrate de que no utilice su poder en nuestra contra. Vamos a buscar más información sobre cómo manejar esta situación.–Ustedes cierren todo el lugar, ella no podrá salir con el perímetro sitiado.Tomás, aún afectado por la intensidad de los ojos de Luz, asintió y se preparó para cumplir la orden. Cristian se retiró para coordinar su próximo movimiento, dejando a Luz bajo vigilancia estricta mientras buscaba una manera de lidiar con esta nueva complicación.Mientras Luz estaba distraída por la conversación entre Cristian y su hombre, dos de sus secuaces aprovecharon el momento rápidamente, la tomaron por sorpresa. Uno de ellos la
Manuel, aún en el proceso de planear su próximo movimiento, se dirigió a Daniel con una pregunta cargada de urgencia y preocupación. —¿Qué harás cuando la encuentres?Daniel, su rostro reflejando tanto la determinación como la preocupación, tomó un momento para responder. —Cuando encuentre a Luz, mi prioridad será asegurármela de inmediato y sacarla de este infierno. No solo quiero asegurarme de que esté a salvo, sino también de que esté libre de todo.Manuel asintió, comprendiendo la importancia de la situación. —¿Y qué pasa con Cristian? Él sigue siendo una amenaza importante. No podemos simplemente dejarlo escapar.Daniel frunció el ceño, sabiendo que el problema no se resolvía solo con recuperar a Luz. —Tienes razón. Cristian sigue siendo una amenaza y debe ser detenido. Una vez que tengamos a Luz a salvo, nos enfocaremos en capturarlo y poner fin a su amenaza de una vez por todas. No podemos permitirnos que siga jugando con nuestras vidas.Manuel, aunque aún lidiando con sus prop
Días después, tras una exhaustiva búsqueda, Manuel e Ibrahím finalmente localizaron el lugar donde Luz estaba cautiva. La fortaleza estaba ubicada en una zona remota y bien fortificada, con vigilancia estricta y medidas de seguridad avanzadas.—En silencio. Que nadie te vea. Manuel.—Ok, lo tomaré en cuenta.Manuel y Ibrahím se acercaron al perímetro de la fortaleza con cautela. Se ocultaron en la vegetación circundante para observar y analizar la situación. Desde su escondite, pudieron ver los guardias patrullando y las cámaras de seguridad cubriendo cada ángulo del complejo.—Ahí está, susurró Manuel, señalando la fortaleza. —Es más seguro de lo que pensábamos, pero tenemos que encontrar una forma de entrar sin ser detectados."—Lo sé, pero bien sabes como es Cristian.Ibrahím examinó la fortaleza con atención. —Podemos usar las distracciones y los puntos débiles en la seguridad que hemos observado.— Necesitaremos una estrategia bien pensada para evitar ser atrapados.Dos horas, ana
Manuel, respirando con dificultad, se dirigió rápidamente con Luz junto a Ibrahím. —Tienen que irse, no podemos permitir que la atrapen —dijo Manuel a Ibrahím, su voz urgente y decidida.Luz, con lágrimas en los ojos, miró a Manuel con desesperación.—¿Y tú? —preguntó, su voz temblando—. ¿No te irás con nosotros?Manuel la miró con una mezcla de dolor y amor.—Alguien tiene que quedarse y detenerlos —respondió, intentando sonar firme pese al dolor—. No puedo dejar que te sigan. Acarició su rostro.Ibrahím miro la herida de Manuel y rápidamente se dio cuenta que estaba envenenado, entonces asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.Sabía que Manuel no tendría oportunidad de salvarse, por la gravedad del sangrado seguramente era un veneno mortal y de rápida circulación.—Vamos, Luz —dijo con suavidad, tomándola de la mano—. Manuel sabe lo que hace. El es el mejor puede cuidarse solo.Sus palabras eran una forma de despedirse de su amigo, sabía que para Manuel, Luz era todo. Ibra
Mientras Daniel por fin se enfrentaba a Cristian, después de derrotar a varios de sus secuaces, el ambiente se cargó de tensión. Cristian, con una sonrisa arrogante, observó a Daniel con desdén.—Pensé que no llegarías tan lejos —dijo Cristian, su voz fría y calculadora—. Pero aquí estás, el héroe en busca de su dama. ¿Realmente crees que puedes detenerme?Daniel se acercó lentamente, el sudor en su frente y las cicatrices de batalla visibles. Sus ojos verdes esmeraldas se fijaron en Cristian con determinación.—No soy un héroe y tampoco estoy aquí para hacerte justicia —replicó Daniel—. Estoy aquí para poner fin a ti.Cristian soltó una risa sardónica y desenfundó un cuchillo con un brillo amenazador.—Entonces, demuéstramelo. Si realmente eres lo que dices ser, tendrás que vencerme primero.Daniel y Cristian se enfrentaron en una batalla feroz. Cristian lanzó el primer golpe, un rápido puñetazo dirigido al rostro de Daniel, quien apenas pudo esquivarlo. Con agilidad, Daniel respondi
Entonces Daniel se acercó por detrás a Luz y la abrazó con suavidad. Ella sintió el calor que emanaba del cuerpo de Daniel y poco a poco se fue tranquilizando. Con una voz suave, Daniel pronunció:—Cariño, suéltalo. Déjame a mí. Sino lo haces te perderé. —Dan. ¿Eres tú? —respondió Luz, con lágrimas comenzando a caer por su rostro.Mientras tanto, Cristian se revolcaba de dolor en el suelo, como si algo o alguien lo estuviera aplastando. Gotas de sangre salían de su boca, y su cuerpo se convulsionaba.Daniel, al notar la situación, se apresuró aún más:—Bebé, mírame. Soy yo. Aquí estoy junto a ti.Luz volteó lentamente y cruzó la mirada con la de Daniel, sus ojos brillantes color de esmeralda la envolvieron por completo, transmitiendole seguridad y calor.—Dan, ¿eres tú? —Su voz ahora sonaba diferente, llena de incredulidad y alivio.Acarició el rostro de Daniel, mientras él poco a poco la hacía soltar su puño cerrado.—Bebé, déjame a mí. Yo me haré cargo de él. Tú solo abrázame. Te e