Capítulo 25
En el siguiente instante, la pantalla se oscureció y después de un momento, volvió a iluminarse.

Elián, lleno de confianza, miró con desprecio y su expresión cambió repentinamente.

Se puso de pie de un salto, recogió el teléfono y con respeto dijo: —Señorito Sánchez.

Estas palabras hicieron que el ruido en la habitación se volviera silencio absoluto.

En el otro extremo del teléfono, no se sabía qué se dijo, la expresión de Elián siempre se mantuvo respetuosa. Después de un rato, frunció el ceño y dijo: —No es que... está bien, entendido.

Una vez que la llamada terminó al otro lado, Elián marcó nuevamente el número de Fabiola.

—¿Señorita Salinas? Estaba en una reunión recién, no vi tu llamada. ¿Tienes algo que necesitas de mí? Está bien, podemos encontrarnos en algún lugar y hablar con calma. Está bien, nos vemos mañana por la noche.

...

Fabiola colgó el teléfono y se sintió mucho más relajada.

Benedicto volvió de fumar y le preguntó: —¿Buenas noticias?

Fabiola sonrió: —Sí, he quedado e
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