Capítulo 31
—¿Lo harías?

La voz del hombre era ronca y profunda, sus ojos brillantes, no se podía distinguir si estaba realmente borracho o fingiendo estarlo.

Fabiola apretó firmemente sus labios, con la cara roja de vergüenza.

Benedicto se inclinó, capturando los labios rojos de la chica.

El aroma del alcohol invadió, la cabeza de Fabiola se sentía mareada, pero sus dedos apretaban firmemente el traje de Benedicto. Siguiendo los movimientos de Benedicto, sus manos resbalaron y tocaron un lápiz labial.

El calor del cuerpo fue instantáneamente apagado.

Ella rápidamente apartó a Benedicto, respirando pesadamente: —Yo... te preparé una sopa para curar la resaca.

Dicho esto, entró en la cocina sin mirar atrás y cerró la puerta.

Se golpeó la cabeza, maldiciéndose por ser tan descuidada.

Benedicto estaba borracho, pero ella no lo estaba.

Si algo realmente hubiera pasado, ¿cómo continuarían después?

Pero pensando en ese lápiz labial, se sintió celosa de nuevo.

Después de calmarse, Fabiola salió con la so
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