Capítulo 27
Fabiola se apresuró torpemente a agarrar una toalla junto a la cama y la usó para tapar la boca de Elián, quien intentaba hablar sin cesar.

Era la primera vez que se enfrentaba a una situación como esta.

Había llegado al límite después de lidiar con todo hasta ahora.

Justo en ese momento, alguien llamó a la puerta. Nerviosa y temblorosa, Fabiola no sabía cómo reaccionar completamente.

Sin embargo, una voz familiar resonó desde afuera: —Fabiola, soy yo.

Fabiola sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo y, casi sin pensarlo, abrió la puerta. Al ver a Benedicto parado allí, sintió una mezcla de sorpresa y emoción, y sin pensarlo dos veces, se lanzó a sus brazos.

Toda la inquietud y el miedo desaparecieron en un instante.

—¿Qué te sucede...?

Benedicto acarició suavemente el delgado hombro de Fabiola, tranquilizándola en voz baja: —Si no viniera, ¿qué harías?

Elevó la mirada y clavó sus ojos sombríos en Elián, quien parecía un gusano.

—Espera por mí aquí, no te vayas.

Luego de asegurarse d
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