Capítulo 130
Antes de que pudiera terminar, Silvia lo interrumpió: —Alonso, ve a preparar algo de fruta.

Alonso, dándose cuenta de algo, cerró la boca y se levantó hacia la cocina.

Fabiola, mirando su espalda, preguntó con curiosidad: —Alonso iba a decir...

—No es nada —interrumpió Silvia, apretando el puño escondido debajo de un cojín, con una sonrisa tranquila y hermosa. —No le hagas caso.

Ella tomó la mano de Fabiola, observando detenidamente el anillo que había estado guardado durante años.

—Este anillo es muy bonito.

Originalmente, debería haber estado en su mano.

—Sí —dijo Fabiola, mirando el anillo con ternura.

En ese momento, en el piso superior.

Después de escuchar la explicación de su padre, Benedicto frunció el ceño: —¿Por qué molestar a Silvia? Nuestra familia tiene villas de sobra.

El padre de Benedicto, con un brillo en los ojos, sonrió: —Nuestras villas valen cientos de millones, incluso miles de millones. ¿Estás seguro? Además, si a Silvia no le importa prestar su casa, no deberías
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