Capítulo 133
Benedicto estaba tumbado en la cama, observando tranquilamente la puerta esmerilada del baño.

Fabiola ya llevaba media hora allí.

Él abrió la boca, con voz ronca pero alegre: —Cariño, si no sales, entraré yo.

Fabiola, que ya se había cambiado, se asustó al oír eso y sus piernas se debilitaron.

Apoyándose en la puerta dijo: —No, ya salgo.

Luego, cerró los ojos, se armó de valor y salió.

Abriendo la puerta, cubrió su cuerpo con las manos y caminó lentamente hacia afuera.

El deseo en los ojos de Benedicto creció.

Fabiola había elegido un bikini rojo.

Su piel ya era blanca, pero con el rojo se veía aún más luminosa.

Las marcas rojas en su piel la hacían parecer una fresa tentadora.

El deseo de Benedicto era incontrolable.

La atrapó en sus brazos, deslizando fácilmente las tiras del bikini.

Fabiola, con la cara roja, sujetó su traje de baño inestable: —Benedicto...

No fue hasta que el sol poniente iluminó la ventana que Fabiola logró levantarse, sin fuerzas.

—¿Y ahora qué hacemos? —Fabiola,
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