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Tres meses despuès

Desde aquella vez, Ayla y Bledd, se reencontraban con mucha frecuencia. Había surgido una gran amistad entre ellos. Bueno, aquella relación ya era más que una linda amistad. Bledd se había enamorado de ella, pero era muy complejo que Ayla comprendiera su situación. No podía abandonar a Lúa, al menos no por ahora.

Ayla estaba en su trabajo, y recibió un lindo ramo de flores, sabía que era Bledd. Muy risueña, las colocó en un florero. Los últimos dos meses, iba y venía acompañando a Nikita, no había forma de convencer a esa gente de vender algo que en realidad no les pertenecía.

Interiormente, estaba cansada, ella intentó convencer a su jefe de buscar otro sitio, ella misma averiguó por otros lotes, pero como un niño malcriado, él no se daba por vencido.

Nikita ya llevaba meses intentando conseguir sacarlos de allí y todo plan que se proponía fracasaba. Era obvio que cada paso que daba era erróneo. Lúa tenía un fuerte poder de convencimiento sobre aquellas personas, si ella no se entrometiera tanto, seguramente ya hubieran aceptado el trato hace mucho tiempo atrás.

Una mañana, Nikita ingresó a los gritos y tiró sobre el escritorio de Ayla un sobre.

Ella dio un salto y preguntó. —¿Qué es esto?

—Lo mismo me pregunto yo —le gritó Nikita enfadado y se agarraba la cabeza, mientras caminaba de un lado hacia otro.

Ella abrió el sobre y vio fotografías de ella y Bledd juntos, se pone de pie, y se defiende.

—No es lo que parece, somos solo amigos. No tiene nada que ver con tu negocio.

—¡¿No tiene nada que ver?! —le gritó y le dio un puño a la pared y añadió— Te juro Ayla, si no quieres salir perjudicada tú o tu familia te prohíbo que hables y te acerques a ese tipo.

Decidida, lo enfrento. —No voy a hacerte caso, no me alejaré de él. Me interesa y mucho. Me estoy enamorando de él y no te daré ese derecho de meterte en mi vida privada.

—Eso ya lo veremos —le gritó Nikita y cerró la puerta detrás de él.

Ayla estaba inquieta, caminaba dentro de su oficina de un lado a otro. Conocía muy bien a Nikita y tenía miedo de que él por celos tomara algún tipo de venganza.

Dejo pasar unas horas, y fue hasta la oficina de Nikita, lamentablemente él ya se había retirado hacía unas tres horas. Jamás le aviso a ella que se iba a ir. Acostumbraba a informarle todo, pero esa mañana no lo.hiso.

Esa día, ella se quedó hasta tarde trabajando, le habìa contado a Keyla lo que estaba pasando, y le dijo que ya estaba muy cansada para lidiar con Nikita. Cuando volvió a su casa, quería renunciar, pero era lo único que tenía y Nikita se había comportado muy bien para con su familia siempre e incluso con ella misma. Debía admitir que si no fuera por él, probablemente ella estaría trabajando como mesera.

Ingresó a su casa, a eso de las tres de la tarde,

se despojó de su ropa, se acostó en la bañadera, se sirvió una copa de vino para lograr relajarse un poco. Debía pensar con claridad.

Interiormente estaba cansada de aquella situación, Nikita no la dejaba en paz, la seguía a sol y a sombras. No podía vivir de esa manera. Ella no era parte de su propiedad.

EL ATAQUE DE LÚA

Esa noche, ella estaba en el living de su casa mirando una película y comiendo algunas palomitas de maíz, llevabasu pijama favorito, era la hora del día que más le gustaba, pero su descanso fue interrumpido por un gran golpe que provino desde la cocina, se levanta y va a ver que había sido aquel ruido.

Un gigante perro color negro, había ingresado rompiendo el gran ventanal que daba al jardín. Ella quedó inmovilizada de miedo, le recuerdo al gran perro de aquella noche, pero este se veía diferente, era aterrador y se notaba en su mirada que estaba decidido atacarla.

Ayla sabía que no era un perro, que era un lobo. Trato de mantener la calma, y este no le perdía la mirada. Cada paso que ella daba el lobo la seguía, quiso escapar y le arrojo con una taza.

El gran lobo la alcanzo y la ataco, ella quería defenderse, pero no podía, tenía un gran rasguño en su antebrazo, le dolía y mucho. La herida era muy profunda y no dejaba de sangrar. Cuando la bestia fue atacarla nuevamente y decidida a matarla, un gran aullido la dejó sorda.

Ayla, se cubrió el rostro con ambas manos, estaba tirada en el pasillo que daba a living.

La bestia peluda que estaba arriba de ella se dio vuelta y fue cuando Ayla lo vio, era el lobo que la había salvado de aquellos dos hombres.

La bestia se olvidó de ella por un momento porque se atacaron entre sí ambos lobos.

Entre mordidas y gruñidos fueron a parar al jardin.

Ella se puso de pie, pisó algunos cristales, intentó escapar pero cayó desmayada.

Cuando volvió en sí, abrió sus ojos y lo primero que vio fue a Bledd, quien la tenía entre sus brazos, con su torso desnudo.

Ella intentó ponerse de pie y él muy dulcemente le dice. —No te muevas, perdiste mucha sangre. No te asuste Ayla. Mientras yo este a tu lado nada malo va a sucederte.

Al oír aquellas palabras se sintió algo aliviada, pero no hizo caso y se sentó. Miró a su alrededor, estaba en un cuarto que no conocía, el lugar era una especie de cabaña, miró su antebrazo y estaba vendado, al parecer Bledd lo había hecho. Confundida dice. —¿Dónde me encontraste? No sabes lo que paso, si te lo cuento vas a creer que estoy loca.

Él, le da una caricia, sin decir una palabra, sin rodeos y sin miedo la beso. Ella se entregó a sus dulces besos.

—No estás loca, Ayla —le susurró él y añadió— Si te enteras de lo que soy realmente tengo miedo de que te vayas. Me enamoré de ti y soy capaz de renunciar a todo por estar a tu lado.

Ella, con lágrimas en sus ojos y confundida le dice. —No tengo miedo, pero quiero saber que eres.

Él, la alzó con sus fuertes brazos y la llevo a fuera. Ella notó que estaban en una montaña, desde aquella altura podía ver la gran ciudad, la luna esa noche era gigante, y se veía más linda e iluminada que nunca. Él, miro hacia la luna, aulló como una bestia y su sensual y atractivo cuerpo se convirtió en aquel lobo que ella conocía. Ella se le acercó, lo miró a los ojos, la mirada de aquel animal era dulce, y tenía un brillo muy particular.

Ayla, lo abrazó fuerte, cerró sus ojos y lloró.

Bleddyn, había tomado su postura normal. Cuando ella abre sus ojos, él la besó y le dice. —Soy un animal, Ayla. Es lo que soy. Pero te amo, y no quiero perderte.

—¿Fue ella quien me atacó? ¿Verdad? —lo interrogó Ayla y agregó— Ella y todos allí son como tú. Ahora lo entiendo, por eso te obligan a casarte con ella, por ser iguales. Vámonos, podes huir lejos de aquí, irnos lejos donde no puedan encontrarnos.

—¡Así es! —exclamó Bledd y bajo la mirada— Sabe que te amo, y no quieren que me mezcle con una humana. A ella no la amo ¡Te amo a ti! No podemos huir, Ayla. Nos van a encontrar y te van a matar, Lúa es capaz de cualquier cosa. Ya viste lo que hiso, te va a perseguir.

—Pero pueden matarte o matarme a mí, y eso no me importa. Quiero estar a tu lado y no me interesa el riesgo que deba correr —dijo ella.

—Estoy dispuesto a correr cualquier riesgo si me amas. Pero si lo pienso en frío, si algo malo te sucede no me lo perdonaría —dijo él.

Ella lo abrazó con todas sus fuerzas, se fundieron ambos cuerpos entre los besos, la pasión y el amor. Ella jamás había sentido lo que sintió con Bledd.

Estaba dispuesta arriesgar su vida por amor. No le importaban las consecuencias, solamente quería ser feliz a su lado.

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