RoyAl entrar a la piscina la agarré fuertemente para que no se ahogara, y cuando pude sentir su fina cintura entre mis brazos mi pene comenzó a endurecerse, y lo transparente de su camiseta mojada me provocaba aún más. Casi no podía controlarme, moría por hacerla mía en ese preciso momento, ni siquiera me importaban las personas a nuestro alrededor; antes de cometer alguna locura recordé lo humillado que me sentí al escucharla hablar con su amiga, y me puse a pensar lo mucho que me lastimaría su rechazo frente a todos, así que al sentir que esa parte de la piscina no era tan profunda, la solté y me fui lo más rápido que pude.Después de refrescarme un rato, volví a la fiesta pero ella ya no estaba, creí que se había ido a asear y que pronto volvería, y al no querer preocuparme continué disfrutando del ambiente y de unas bebidas frías; o por lo menos fue así hasta que, cuando estaba a punto de tomarme un coctel, mi amigo de la infancia me detuvo. —Yo que tú no me tomaba eso —dijo
RoyAl parecer pasamos el resto de la noche juntos, por que al despertarme con los gritos de mi madre, Iris aún estaba recostada sobre mi pecho con mis brazos a su alrededor. Traté de calmar a Mirta para que no se desquitara con Iris, pero no alcanzamos a decir mucho antes de que nos llevara al registro civil.Hizo un bochornoso escándalo para que nos permitieran casar ese mismo día; incluso llegó a gritar cosas insinuando que Iris podría estar embarazada. Pero pese a la vergüenza que nos estaba haciendo pasar, estaba más que feliz con la idea de pasar el resto de mi vida junto a ella, y no me importaba casarme o no, solo necesitaba que ambos estemos juntos. En secreto me acerqué a hablar con el juez para explicarle lo que había sucedido, le dije que no era correcto casarnos aún, y menos por un error de dos niños inconscientes; también le prometí que me haría cargo de ella y que no volvería a pasar algo así, o por lo menos no al menos que ambos estuviéramos sobrios y dispuestos.
RoyEstaba demasiado furioso y triste a la vez, una cosa es tener ciertas dudas respecto a algo, y otra cosa muy distinta es confirmarlo; así que después de leerlas me ahogué en mucho alcohol, pero como eso no me pudo ayudar a desahogar mi ira, me dispuse a irme para confrontarla. No sabía que más hacer para contener todos esos sentimientos que fluían en mi interior, solo ella podía ayudarme a entender lo que estaba mal, necesitaba con urgencia hablarlo cara a cara de una bendita vez.Mientras me dirigía a mi camioneta Shannon intentó seducirme nuevamente, se desnudó frente a mí y me dijo que ella podría darme todo el amor que necesitaba siempre que le diera una oportunidad, y yo como un tonto de lo ebrio que estaba casi caí en sus enredos; era tan parecida a Iris que siempre me confundía, pero pese a sus intentos ella no era su prima, y no había manera de que pudiera ocupar su lugar en mi corazón. La hice a un lado y continué con mi camino, y aún algo dudoso de lo que debía o no ha
IrisAl decir esas palabras me asusté, con lo que pasó ayer ya no sé con qué me va a salir ahora.—No te asustes, no es nada malo —me dice sonriendo, al mismo tiempo que me abre la puerta del copiloto.Comienza a manejar y un silencio incómodo se apodera del ambiente; no sé qué querrá decirme, pero ni a él ni a mí nos sale empezar. No me deja más opción que intentarlo…—Creí que no te gustaba ese lugar —le insinúo casualmente; ni siquiera lo pensé, solté lo primero que se me vino a la mente.—ríe a carcajadas y luego me responde— No, no se trata del lugar. Solo me molesta que esos hombres ronden a tu alrededor. Derrapa su camioneta dejándola a un lado de la carretera, justo bajo la sombra del cartel "Bienvenidos a Ínsula", y luego baja y rodea el frente a un paso lento; se parece a uno de esos sujetos de las películas que trabajan en la seguridad de alguien importante, aunque para estar iguales aún le falta el traje negro y el cable de espiral colgando de su oreja. Se acerca
Iris—… El sujeto que está en tu cabeza es un vampiro, ¿verdad? —me pregunta para confirmar lo que ya sabía.Trago saliva, y con algo de miedo le respondo.—Sí, ese chico es un vampiro.—Está bien, no te asustes. —me dice sonriendo; supongo que notó algo en mi reacción— No le haré nada, no cometeré ninguna locura que te aleje de mí.—Y ahora, ¿qué harás? —le pregunto todavía algo preocupada.—Nada… ¿Qué puedo hacer? —se levanta de hombros al responderme— Pese a que lo hicieron no están saliendo, ¿o si?—No, no tenemos nada. De hecho creo que se terminó… —le digo en un tono triste.—Entonces no hay nada que nos impida intentarlo —me dice acercando su cuerpo al mío.Luego deja su cabeza apoyada a un lado de la mía sobre la camioneta, y al hacerlo me permite ver el paisaje detrás de él. Aproximadamente a unos cien metros de donde estamos nosotros, hay alguien mirando en nuestra dirección; al lado de uno de los árboles de la entrada del bosque.No sé si Eloy llegó recién, o si a
IrisFinalmente termina este tortuoso año, creí que jamás llegaría este día, y mucho menos me imaginé que estaría ansiosa porque llegara.Aquella tarde en que Roy me dejó en la universidad me sentí algo extraña, muy confundida sobre lo que debería o no hacer. Tenía muchas dudas sobre si cuando volviera de su viaje, debía confesarle lo sucedido y terminar, o darnos una oportunidad; a él para conquistarme y a mí para recibir amor.Rendí el examen y luego me quedé en la biblioteca, y con mi mente dispersa con lo que estaba pasando con Roy, me olvidé momentáneamente lo sucedido con Tadeo, y por eso me tomó por sorpresa el hecho de que apareciera; creí que no volvería en un buen tiempo.No fue la gran cosa, solo me pidió disculpas por cómo había reaccionado, y dijo que ese no era él, pero que por el momento no podía explicarme nada. También me contó brevemente que se iría a un viaje de estudios, y que tras despejarse volvería y me contaría todo en detalle; aunque aún estaba disgustada
Iris —¿Quieres casarte conmigo? —me pregunta con la voz entrecortada. En un principio me dio miedo la idea de estar a solas con Roy, pero cumplió con cada una de sus promesas y respetó mis tiempos, y poco a poco me acostumbré a tenerlo junto a mí. Cuando volvimos a tener intimidad fue glorioso, lo hicimos desesperadamente por toda la casa, pero cuando digo por toda la casa es por toda la casa; lo hicimos en el cuarto del baño, en la piscina, en el patio, en su habitación, en mi habitación, en nuestros deportivos, en su vieja camioneta. Nuestros jugos se desparramaron por cada sector que pudimos una y otra vez, duro y salvaje, lento y suave, como fuera que surgiera. Durante el receso de verano, y luego cada que pudimos, salimos a pasear todos los días junto a nuestros cachorros; así fue que los cuatro nos volvimos conocidos por todo el barrio y otros sitios. En mi restaurante favorito siempre nos esperaban con asientos y platos especiales para Siri y Yor, y como los dueños estaban
Iris Besando y acariciando mi cuerpo apasionadamente, me carga sobre él y me lleva hasta la abandonada habitación de Mirta, la cual hicimos nuestra. Al llegar me recuesta gentilmente sobre la cama, y luego continúa beso a beso recorriendo cada sector de mi piel, tan feliz como si hubiera escuchado salir un “sí acepto” de mi boca. Roy procede a penetrarme, y pese a sentir lo entusiasmado y grueso que está su miembro, no logro concentrarme; hasta ahora no me había sucedido algo así, siempre disfruté mucho de intimar con él. Con mi mirada puesta en mis pechos saltando por sus constantes embestidas, mi mente divaga entre lo que debería o no hacer a partir de ahora; puede que las cosas ya no vuelvan a ser como antes y esa idea me molesta. Todo este tiempo que estuvimos juntos disfruté mucho de su compañía, a tal punto que en los últimos meses no se me cruzó ni una vez la imagen de Eloy, ni el disgusto que tenía por Tadeo, de hecho hasta le conté a Roy sobre ellos como si fueran unos ami