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Capítulo 7 Esposo perfecto
“¡Ay, Dios mío! A las tres. ¡Alerta de acosador!”, advirtió Kenzie mientras fingía mirar el menú, dispuesta a pedir su comida.

Un momento atrás, antes de entrar en el restaurante, encontraron que Madelyn todavía estaba esperándolos. Mostraron sus anillos de boda y tuvieron que lidiar con otro desagradable intercambio de palabras antes de entrar a cenar.

Para sorpresa de Kenzie, la pelinegra se sentó una mesa no muy lejos de ellos, observando claramente cómo actuaban juntos.

Andrew simplemente sacudió la cabeza y dijo: “Lo siento. Soy demasiado guapo para mi propio bien. Solo ignórala”.

“Lo que sea”. Kenzie puso los ojos en blanco, pero al mismo tiempo no podía estar más de acuerdo. Alguien como Andrew probablemente tenía a más de un acosador en su vida.

Ella también tuvo unos cuantos, pero su padre y su hermano se encargaron de ellos.

“Tienes suerte de que la forma en que me juzga con su mirada me haga querer seguir casada contigo solo para que se muera de la envidia”, añadió Kenzie mientras seguía analizando el menú.

Andrew se rio y dijo: “Puras excusas. Ya sabes que te estás enamorando de mí”.

“Sigue soñando”, replicó ella, pero sonrió con satisfacción al terminar de hablar.

“¿Tus padres nunca te dijeron que no es bueno mentir? ¿Qué tal el dicho “sigue a tu corazón”? Deberías intentarlo alguna vez”, bromeó él mientras le lanzaba un guiño.

Cuando el camarero llegó para tomar su pedido, Andrew dijo: “Déjame adivinar. ¿Quieres una ensalada César?”.

“Ah, ¿cómo supiste?”, preguntó Kenzie con el ceño fruncido antes de mirar al encargado de la comida y confirmar el pedido.

‘La mayoría de las chicas solo comen eso’, pensó Andrew.

“Y también quiero quinientos gramos de este pargo con mantequilla de limón, por favor”, añadió Kenzie con una sonrisa.

“Oh, no, cariño. Me gustan los camarones. No hace falta que pidas por mí”, la interrumpió Andrew, asumiendo que el pescado era para él.

“No, Andrew. El pescado es para mí. Y sí, como ensalada verde, pero también necesito mis proteínas”, explicó ella. “No me mataré de hambre comiendo solo hierba. ¿Qué gracia tiene eso?”.

Por un segundo, Andrew se quedó congelado. Tardó un tiempo en volver en sí antes de aclarar: “¿Puedes comerte quinientos gramos de pescado? ¿Cómo consigues mantener ese físico?”.

“Hago ejercicio y como menos carbohidratos”, dijo ella mientras le entregaba el menú al camarero. “Sé cómo cuidarme. Es una de esas lecciones de vida de mis padres”.

Mientras esperaban la comida, Andrew aprovechó para conocer más sobre ella, ya que estaba sobria. “Así que…sobre tu ex…”.

“No quiero hablar de él. Él y mis amigas me rompieron el corazón. No, mejor dicho, me utilizaron para conseguir lo que querían, y esa es la razón por la que dejé mi ciudad natal. No quiero volver a verlos nunca más”, explicó ella brevemente. “Quiero empezar de cero. Conocer nuevos amigos…”.

“Y ahora tienes un esposo… uno muy bueno, por cierto”, agregó él, sonriendo al final.

Cuando ella simplemente resopló, Andrew continuó con su indagación: “Así que… háblame de tu familia”.

‘Ay, no’. Ese era el tipo de preguntas que Kenzie quería evitar. Decir la verdad iría en contra de su objetivo de empezar de cero… al menos… temía que así fuera.

Se tomó su tiempo, pero cuando vio cómo Andrew bajaba la mirada hacia ella, esperando, habló: “Emm… Bueno, mi madre es cocinera. Y mi padre, él… Em”.

Kenzie estaba tratando de encontrar la manera correcta de explicarle a Andrew quién era su padre, pero fue porque necesitaba más tiempo que trató de cambiar el tema. Soltó: “Me gusta tu camisa, por cierto. Muy buen material”.

“¿Esta simple camisa blanca?”. La mirada del hombre se iluminó en cuanto ella asintió. “¿Sabes de qué está hecha?”.

“No”. Ella negó con la cabeza y preguntó: “¿De qué?”.

“De material para esposos”, se apresuró a responder él.

Kenzie terminó sacudiendo la cabeza, sonriendo ante sus palabras. Escuchó al hombre decir: “Evitando la pregunta, ya veo”.

“¡Bien!”. Kenzie se aclaró la garganta y empezó a decir: “Bueno… Mi padre, él… hace muchas cosas”.

Por un segundo, ella hizo un puchero con los labios y explicó: “A veces, él se aventura en… bienes raíces… Emm… la hospitalidad. En realidad, solo lo que cree que es bueno para el momento. Es un poco bueno en eso”.

“Entiendo… Y respeto mucho a los que tienen varios trabajos para mantener a la familia. Tu padre debe de ser muy trabajador”, dijo Andrew, asintiendo con la cabeza en señal de genuina admiración.

“Tú… puedes estar seguro de ello”, devolvió Kenzie suavemente.

“¿Algún hermano o hermana?”. Andrew continuó con su indagación.

“Dos hermanos y una hermana”. Kenzie sonrió, algo sentimental ante la mención de su familia, y reveló: “En realidad, parte de la razón por la que me acerqué a ti fue porque me diste una sensación similar a la de mi hermano gemelo, Kyle”.

“Llevabas un traje formal, eres alto y tienes el cabello oscuro… pero tú cabello es más oscuro…”.

“Siento reventar tu burbuja, cariño, pero no estoy por el amor fraternal”. Andrew colocó una mano en su pecho y continuó: “Para ti, soy un hombre de verdad. Esposo perfecto, ¿recuerdas?”.

Kenzie trató de contener una risa. Advirtió, usando el anillo puntiagudo en su dedo: “Basta de eso o te mataré con mi arma homicida”.

“¡Diablos, no! Ese tipo estaba loco, pero si estás en esto para cometer un crimen, ¿qué tal si nos ponemos de acuerdo en un crimen perfecto?”, dijo Andrew, inclinándose hacia adelante, con sus ojos brillando en dirección a Kenzie.

“¿Qué crimen?”, preguntó ella, totalmente curiosa.

Por alguna extraña razón, Kenzie sintió que algo andaba mal. Por la forma en que él sonreía, ella estaba segura de que era otra de sus ideas provocativas.

“¿Qué tal si… yo te robo el corazón y tú me robas el mío?”, reveló él.

Kenzie se rio a carcajadas en su asiento, resoplando mientras lo hacía. Su rostro se volvió rojo carmesí mientras decía: “No era lo que esperaba, pero… creo que fue adorable”.

“¿Así que crees que soy adorable?”, preguntó él, esbozando una sonrisa arrogante.

Kenzie: “¡Dije que lo que dijiste fue adorable, no tú! Claramente no eres adorable…”.

Andrew: “Crees que soy apuesto…”.

Kenzie: “Sí, claro… ¡espera! ¡Yo no dije eso!”.

Andrew: “¿Crees que soy sensual?”.

Kenzie: “Basta ya”.

Andrew: “Me han llamado muchas cosas, pero definitivamente no adorable”.

Kenzie: “¡Bien! ¡Eres sensual y apuesto!”.

Andrew: “Esposo perfecto”.

Kenzie suspiró y se rindió. “Esposo perfecto. ¿Contento?”.

Los labios de Andrew formaron una sonrisa sensual, haciéndole saber a Kenzie que él había ganado de nuevo.

***

Esa misma noche, Madelyn siguió a la pareja hasta la habitación de Andrew. Los dos se asomaban con frecuencia por la puerta, comprobando si ella seguía a la vuelta de la esquina.

Tras ver que Madelyn no iba a ninguna parte a las once de la noche, Andrew sugirió: “Cariño, parece que tendrás que volver a dormir en mi cama”.

“¡Oblígame!”. Fue lo único que pudo decir Kenzie para refutar.

“Probablemente lo haga”.
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