—James... —me puse de pie.
—¿Si? —se acercó más y más hasta tenerme acorralada entre la pared y él.
—¿Qué haces? —lo miré.
Su manos subieron a mi cuello y escondió su cara en el. Sentí que lo besó, mis piernas se pusieron débiles, sentí escalofríos por mi cuerpo. Dios, ¿que me estaba pasando? Sentí que James lamió mi cuello.
—James... —quise empujarlo.
—Déjame... —susurró en mi oído—... solo un poco.
¿Solo un poco que?
—Laura, necesito... quiero... besarte.
Entonces su rostro se acercó al mío. Iba a besarme. A pesar de que solo lo conocía un par de hora quería que me besara, quería que lo hiciera. Sentía que mis labios lo pedían a grito a como también mi cuerpo pedía otra cosa. James me hacía sentir algo que jamás había sentido y no tenía ni idea de por qué.
—¿Sientes lo mismo? —preguntó encima de mis labios. Su aliento frío chocando con el mío. Su mano bajó por mi cintura, hacia mis glúteos.
—James, no.
—Laura, quiero...
—¿Laura? Ya llegué.
La voz de mi hermana me hizo salir de mi embobamiento de inmediato.
—James, es mi hermana. No quiero que te vea aquí por favor vete. —lo empujé.
James resopló.
—¿Qué tiene que me vea?
—No quiero dar explicaciones.
—Laura, esto no ha terminado.
—Si, pero vete ya.
—Laura. —me giré a mi hermana.
—Lana, esto no es lo que parece...
—¿Qué cosa?
Miré a James pero... no había nadie aquí. Estaba sola.
—¿Hay algo de comer? ¿Qué le pasó a tu brazo?
—Ah... —estaba tratando de entender cómo se fue tan rápido—... tenemos que ir a comprar cosas al súper.
—Bien pero yo escogeré la mayor parte.
—Claro.
James.
James.
•
Después de hacer muchas compras con Lana en el supermercado pasamos por una tienda comprando unos abrigos. La verdad no me podía dar el lujo de gastar más de lo necesario. Aun no me pagaban esta quincena y tenía que ahorrar un poco.
—¿Cómo te fue en clases? —le pregunté a Lana cuando llegamos a casa. Me estaba ayudando a meter las cosas a la nevera y a ordenar un poco. Se quedó un momento en silencio pero después respondió:
—Bien supongo. Obviamente los primeros días te sientes como pez fuera del agua pero creo que sobreviviré.
—Eso es bueno, al menos eres optimista.
—Si. No me contaste qué te pasó en tu brazo.
—Ah, es solo que un chico y yo chocamos y no me fue muy bien que digamos. Él es más fuerte que yo.
—¿Un chico?
—Ujum.
—¿Y es guapo?
Sabía lo que venía después.
—Pues... sí, la verdad es qué hay chicos muy guapos en la universidad. Pero nada más.
—¿Segura que no hay uno que te guste?
De inmediato a mi mente se vino James, pero descarté ese pensamiento de inmediato.
—No, apenas llevo un día aquí.
—¿Y? Podrían existir las alamas gemelas. Esas que están destinadas a estar contigo y cuando lo conoces lo sientes.
Ahora recordé el casi beso que me iba a dar, ni siquiera sentí como si fuera un extraño en ese momento, simplemente quería y eso me desconcertó. Aun lo hace.
—Pueda ser. ¿Comemos ya?
—Está bien. Tengo que subir a hacer tareas. ¿Mañana podrás llevarme a clases con tu brazo? No sé si puedas manejar.
—Podré, no te preocupes.
Servimos la comida y esta vez no comimos en silencio, eso me gustaba. Al parecer a Lana le había caído bien venir aquí, se miraba más suelta.
Al terminar la cena Lana se fue a su habitación y yo me quedé ordenando algunas cosas en la cocina. Por la sala podía ver el lago por la ventana. Había luna llena hoy porque se reflejaba en el lago. Era hermosa. Sentí ganas de ir ahí. Salí de casa y me encaminé a la orilla del lago. Todo era tan maravillosos por aquí, a excepción de sus integrantes. Entonces sentí ganas de meterme a nadar solo un rato, aveces el agua fría puede ayudar a la ansiedad y a desestresarte. No había nadie por aquí cerca, ni personas y animales no había visto. Me quite la ropa poco a poco quedándome completamente desnuda y me metí lentamente, tratando de no ir tan hondo.
Me zambullí, nadando bajo el agua un poco. Al salir lo primero que vi fue la luna, grande y luminosa frente a mi. Jamás en mi vida había visto un espectáculo como este. Me mantuve así unos minutos, sintiendo dolor en mi brazo, se supone que no lo movería, pero imagino que el movimiento bajo el agua puede ser terapéutico. Había completo silencio hasta que escuché movimiento en el agua, me giré de inmediato hacia la arena. Ahí venía una silueta hacia mi y mientras más se acercaba más me daba cuenta de quien era. La verdad no me sorprendí.
—James —pronuncié su nombre—¿Qué haces aquí?
—Suelo nadar por las noches —se acercó a mi.
—¿En serio? ¿Justo frente a mi casa?
—¿Qué te puedo decir? Me gusta esta parte del lago.
Carraspeé.
—Pues que bueno por ti —sonreí fingidamente.
—Creo que tu y yo tenemos algo pendiente, ¿no es así?
Fruncí el ceño y reí un poco.
—No —miré a todas partes menos a él.
—Evitas mi mirada, eso significa que estás nerviosa —sentí que se acercó más hasta quedar a poco centímetros de mi. Con su mano elevó mi cara e hizo que lo viera.
—¿Qué quieres, James? ¿Alguna aventura? De una vez te digo que yo no soy ese tipo de mujeres con las que seguramente estás acostumbrado a tratar.
Era cierto. De seguro James estaba acostumbrado a que todas las mujeres cayeran rendidas a sus pies y el solo tenía que elegir una cada noche.
—Estas mal —susurró— Creo que es la primera vez que veo a alguien como tú.
—¿Alguien como yo?
—Eres diferente.
—Ya entiendo. Y es por eso que quieres probar algo diferente, ¿no?
Negó con la cabeza.
—Estas desnuda —murmuró pícaro.
Tragué grueso y me avergoncé, la verdad hasta ahorita me había acordado. Me tapé rápidamente los pechos. Había luna así que se podía ver perfectamente todo.
—¿Te ha pasado que conoces a alguien y sientes que lo conoces de toda la vida? —pregunta.
Entendía su pregunta.
—Que nada con el aunque sea nuevo no parece nuevo sino algo normal entre ellos.
¿Quien es él y que hizo con James?
—Quizás.
James se acercó más.
—Entonces no tendrás problema en qué te bese.
—Si tendré problemas, no puedes hacerlo.
Sonrió.
—Jamas me digas lo que no tengo que hacer porque más quiero hacerlo. —sin decir nada más me tomó de la cara y me besó. Al principio me desconcerté e intenté quitarlo. Pero sus labios fríos sabían extraño, se movían al ritmo de los míos, me lamia mi labio e incluso jadeé por su manera de besar.
Dios, jamás había sido besada de esta forma, entonces ¿había sido besada antes? Sentí cosas en mi estómago... e incluso más abajo. La mano de James bajó más y más por mi espalda, mis cintura, mis glúteos hasta tocar mi vagina. Me suspendí y me separé.
—¡James! —exclamé a lo bajo.
—Shhh —me volvió a besar—Sé que lo quieres tanto como yo —dijo entre el beso.
No sabía por qué demonios era tan débil ante James, sus labios, su toque. Entonces dejé de luchar, James metió dos dedos a mi vagina, en el movimiento de meter y sacar.
Empecé a jadear entre sus besos, me sentía muy débil. Quizás solo sea deseo carnal pero de una cosa estoy segura: si fuera otro hombre no me estaría dejando tocar. ¿Por qué con James si? ¿Qué tiene James para que me ponga a su Merced siempre?
Dejó de besar mis labios para besarme el cuello.
No sabía por qué le gustaba lamer y besar mi cuello pero se sentía bien.
En eso se separó, como escuchando algo.
—¿Qué... qué pasa?
—Es solo que escuché algo —miro para el bosque. Fruncí el ceño mirando el su dirección, no había nada ahí.
—Maldita sea —espeta— Tendré que irme —me da un beso rápido— Pero volveré —nadó hacia afuera, se puso su ropa y caminó hacia el bosque. Yo me quede ahí sola, sin entender nada y completamente encendida.
A la mañana siguiente me sentía un poco extraña por todo lo sucedido ayer, estaba pensativa y más o menos avergonzada. No sé qué demonios me pasaba con James si apenas lo conocía. Hoy tendría que trabajar desde mi computadora pero también tenía que asistir a mis horas en la universidad. Como tenía las libres vendría a mi casa y trabajaría en lo que pudiera.Me levanté más temprano de lo normal y me puse a hacer ejercicios frente a lago, corriendo de un lado a otro y haciendo algunos abdominales. Siempre quería mantener mi rutina de antes. Luego me puse a hacer el desayuno para después meterme a bañar. Cuando estuve lista pasé tocando la puerta de Lana para que se vistiera pero al parecer esta ya lo estaba. —Ya bajo —me había respondido. Bajé a desayunar tranquilamente. No sabía lo que pasaría hoy en la universidad. —Buenos días —saluda Lana cuando se sienta. —Buenos días —le respondí—¿Cómo dormiste?—Bien, estuve leyendo un poco y me quedé dormida súper rápido. —Qué bien por ti.
James me tomaba con fuerza, en una de esas me subió a su cintura para que me enroscara en él. —¡James! —quise zafarme—¡James! —lo logré— ¡Déjame! —Laura, no entiendes... —¡Tienes razón! No entiendo, no logro entender nada de esto. Ustedes me tratan como si fuera una cosa que se puede pedir y nada más. Pero no. Apenas te conozco desde ayer e igual a Blake, no quiero que me vuelvas a hablar en especial cuando sabias perfectamente que tienes novia y aún así vienes y me besas ¡estas loco! —¿Novia? —¡Si! Jazmine. Se rió un poco. —No es mi novia, ¿quién te dijo eso? —Pues... se dice. —No. No es mi novia, yo no tengo novias —se rió. —Ja, claro. —Es en serio. —Yo también digo las cosas en serio. Ya, no quiero seguir en esta situación, ¿me puedes entender? —¿Cuál situación? Admite que también te gusto —se volvió a acercar. —No te hagas tan importante. —¿Entonces por qué aceptas mis besos con tanta pasión? Lo miré mal. —¿Por qué te dejas tocar por mi? ¿Por qué tu corazón Justo
—¿En qué piensas? —Gisela me sacó de mis pensamientos. —Nada, solo me quedé un poco ida —medio reí, aunque quizás reía para no llorar. Miré la fogata de esos chicos y me pregunté si James estaría ahí. —¿No es Blake? —pregunta Gisela. Miré en dirección hacia donde miraba ella. Ahí venía Blake con una bolsa en sus manos, dirigiéndose a nosotros. —Sí. Hola, Blake —lo saludé. Me sorprendía verlo aquí. ¿Cómo supo dónde vivo?—Buenas noches... oh, hola... Gisela, ¿cierto?—Así es. —noté que Gisela ahora se puso un poco nerviosa. —Disculpen el atrevimiento pero las vi de lejos y preferí hacerles compañía que estar en esa patética fiesta, ¿les molesta? —Para nada, Blake. —No te preocupes—dijimos las dos al mismo tiempo. —Siéntate —le dije, poniéndome de pie y dándole mi silla. —Laura, por favor, me ofendes, siéntate tu. —No, iré por otra silla. —Está bien. Me encaminé a la casa, la cerveza que estaba en mis manos apenas estaba a la mitad y no quería seguir tomando. Fui a la cocina
—Vamos —James me tomó de la mano y me encaminó fuera de la fiesta, hacia el bosque. —¿Estás segura de esto? —¿Tú no? —Como sea. —Háblame sobre la luna de sangre. —¿Por qué quieres saber eso? —Bueno, es lo que decía la nota y tengo la leve sospecha de que Jazmine fue quien la envió. Dime, ¿que significa? —Por favor, Laura, son locuras de Jazmine, ¿en serio le harás caso? —Entonces admites que fue ella —me detuve en seco. —No... —Aceptaste que fue tu amiga quien me envió esa nota —lo encaré. Al fin podía poner mis habilidades de abogada y James había caído. —¿Que...? Estas jugando conmigo, ¿verdad? —se acercó peligrosamente. Al parecer se había percatado que había utilizado psicología inversa con el. —No lo hago, James —espeté. —Deja de jugar a la detective porque saldrás herida. —¿Serás tu quien me hiera? ¿Así como lo hiciste con Andrea? Achicó sus ojos, entonces me tomó del cuello y me estampó contra un árbol. Su agarre era fuerte pero no lo suficiente para asfixiar
Estaba sorprendida. Esto parecía irreal. —¿Es posible? —susurró Gisela. —Tal vez —respondió Jason—Pero puede ser su bisabuelo o no lo sé, hay casos de ese tipo —Jason trató de encontrar una explicación lógica. —Entonces, ¿qué es James? —Gisela me miró. —Okay, esto es un poco raro —me puse de pie. Solo nosotros tres estábamos en esta habitación y de repente me sentía observada. —¿Hay alguien más con nosotros? —le pregunté a Jason. —No. Acabo de cerrar —susurró también. Gisela y él se pusieron de pie. —Es solo que... —empecé a decir—... siento esa sensación de que no estamos solo, ¿si? Ellos asintieron. —¿Qué vamos a hacer con la foto? —inquirió Gisela. —Jason, ¿tienes impresora? Él asintió. No podía dejar este caso así como así, podía tener muchas explicaciones esa foto, del como James Fernsby está en un libro de archivos viejos y se mira completamente igual. Quizás Jason tiene razón y sea algún tatarabuelo o quizás estén pasando cosas mucho más oscuras en este lugar, en Jam
JAMES —¿¡En qué demonios estaban pensando?! —le espeté a Jazmine en cuanto llegó. —¿De que hablas? —se hizo la loca. Tenía una cara de satisfacción que me dio rabia, colera. —¡No mientas! —la estampé contra la pared, tomándola del cuello—Que sea la última vez que intentas meterte con Laura o con quienes la rodean o sino... —¿O sino que? ¿Vas a matarme? —¿Por qué no? No aportas en nada a este mundo —le dije con desprecio. Su semblante cambió a enojo. —¿Y tu si? ¿Laura si? La lancé a una pared. —Tú y tu gente se largarán de mi casa ahora mismo. —¿Qué mierdas dices? —Jazmine se sorprendió. —Lo que oíste. Lárgate. —¡Estas equivocado, James! ¡Cuando tu amiguita Laura sepa lo que eres no querrá verte ni en pintura! —exclamó mientras yo subía las escaleras—¡Y esto no se quedará así lo juro!Subí a la habitación en busca de Laura. LAURA. Escuché voces a lo lejos y también uno que otro grito que me hizo despertarme de golpe. Lo primero que noté es que no estaba en mi habitación,
Era tan extraña la muerte, tan sorpresiva, dolorosa y traicionera. En cualquier momento puedes morir, puede que sea en unos años o en unos segundos. Ver a Jason muerto me produjo escalofríos. Sentí que todo pasó en cámara lenta, el gritó que hizo Lana para llamar la atención de los demás, cuando le cubrí los ojos para que no viera el cuerpo. Gisela apareció junto a sus padres, Gisela se lanzó al cuerpo de Jason sin importarle cómo estuviera. Ella se soltó a llorar. No conocía a Jason, solo tenía un día de conocerlo y había parecido una muy buena persona. Aún tengo su voz en mi cabeza cuando me dio ese chocolate caliente. No pude evitar que una lágrima se me escapase y, como sabiendo el tiempo lo que pasaba, empezó a llover. —¡Jason! —gritaba Gisela. Los padres de Jason lloraban, estaba joven, tenía toda una vida por delante. Ahora había dejado a sus padres solos, a sus amigos que también estaban aquí, sus compañeros de clases. No podía. No podía seguir viendo eso. Me alejé de todos,
Al llegar a casa arreglé, limpié y cociné un poco. Lana me ayudó. Cuando se acercaba el momento de salir de James subí a mi habitación para elegir algo cómodo que ponerme. Elegí unos vaqueros y un suéter. Amarré mi pelo en una cola floja y me puse brillo labial. De pronto me sentí estupida y fea. Me veía en el espejo y sentía que nada de lo que me pudiera me quedaba bien, además de que no me sentía cómoda con esta ropa. No soy así. Me desvestí y me eché a la cama. Ya no quería salir, mejor me quedaba en mi cama sola. —¿Laura? —Lana toca la puerta. —¿Qué? —espeté, abrazando una almohada. —James está abajo. —Dile que no iré. —¿Qué? ¿Estás loca? Abre. —Solo dile que no iré porque no me siento bien. —Laura... —ahora era James quien estaba del otro lado de la puerta—... yo me haré cargo de ella—escuché que le dijo a Lana, después pasos alejándose me hizo darme cuenta de que Lana se había ido. La puerta se abrió de pronto y James entró. —¡James! —exclamé, tapándome con la almohada.