Cariñitos, hoy solo podré darles dos, acabo de llegar del trabajo y estoy agotada :( Espero que le sguste! Mil gracias por el apoyo
PenelopeCamino rápidamente hacia la enfermería, mi mente dando vueltas con un torbellino de pensamientos. Necesito encontrar una manera de ocultar mi embarazo. No puedo dejar que Nicklaus lo sepa aún, no después de todo lo que ha sucedido. Aún no estoy segura de lo que siente por mí, y temo que él prefiera a Natasha. La sola idea me causa una punzada de dolor en el pecho.Entro a la enfermería y busco a Lila. La veo al fondo, mezclando algunas hierbas, su expresión concentrada. Me acerco a ella, sintiendo un nudo en el estómago.—Lila, ¿puedo hablar contigo un momento? —le digo, mi voz apenas un susurro.Lila levanta la mirada, sorpresa cruzando su rostro, pero asiente y deja lo que está haciendo.—Claro, Penelope. ¿Qué necesitas?Tomo una respiración profunda, tratando de calmarme.—Necesito saber si hay alguna forma de ocultar el aroma de mi... —hago una pausa, buscando las palabras adecuadas—, de mi embarazo. No quiero que Nicklaus lo sepa todavía.Los ojos de Lila se agrandan lige
NicklausPeaches no me lo pone fácil. Y no la culpo. Después de lo que hice, de cómo la traté, tiene todo el derecho a estar enojada.Salgo de la habitación en silencio, sin despertarla. Necesito un plan, y tengo que empezar por ganarme su perdón. Pero más que eso, debo entender qué demonios está pasando con Natasha y ese maldito alfa.La cocina está vacía cuando bajo, el silencio pesado y frío. Me pongo manos a la obra, preparando su desayuno favorito: panqueques con fresas. La concentración en la cocina me ayuda a despejar la cabeza, aunque cada pensamiento vuelve a Penelope. Los recuerdos de su mirada, su voz cuando me decía que no le interesaban mis promesas, sólo los hechos… Quema como ácido.Mientras los panqueques se doran en la sartén, escucho pasos detrás de mí. Es Blake, claro. —¿Qué estás haciendo tan temprano? —pregunta, su voz aún ronca por el sueño.—Preparando el desayuno para Peaches. —Mi tono es seco, pero Blake sabe que estoy tratando.—¿Otra vez panqueques? Vas a t
PenelopeNo puedo mentir, la verdad es que tener a Nicklaus esforzándose por demostrar que le importo me ha derretido un poco.Mientras camino hacia la cabaña de Lila, una sonrisa radiante se dibuja en mi rostro. Nicklaus ha estado haciendo esfuerzos visibles para ganarse mi perdón, y aunque no se lo he dicho, mi corazón ya ha cedido por completo ante él. Mis pasos son ligeros y mi mente está llena de recuerdos de la mañana: su cuidado, sus palabras, la sensación de su toque. La brisa fresca acaricia mi piel, y siento que todo mi ser vibra con una emoción nueva, una alegría que no puedo ocultar.Llego a la cabaña, aún sumida en mis pensamientos, y empujo la puerta con un aire de anticipación. Lila me recibe con una ceja levantada, su mirada perspicaz clavándose en mí.—¿A qué se debe tanta alegría, Penelope? —pregunta, con una sonrisa que no puede disimular.Intento encogerme de hombros con indiferencia, pero no logro ocultar la felicidad que emana de mí. La sonrisa se ensancha en mis
NicklausLa sorpresa me golpea casi con tanta fuerza como lo hace la necesidad y el deseo cuando siento los labios de Penelope presionando sobre los mios.Sin embargo, nada de eso me impide llevar mis manos hasta sus muslos y tomarla en peso, mis labios profundizando el beso, mi lengua apoderándose de la suya y en el instante en que ella me rodea con las piernas y un gemido escapa de sus labios siento que pierdo toda la paciencia que he estado acumulando.Sin embargo, esta vez tengo que hacer las cosas bien. Así que con todo el dolor de mi alma me separo de ella y busco su mirada. Sus hermosos ojos aguamarina están brillantes de deseo y sus mejillas se han sonrojado.—Peaches, aunque me encanta a dónde está yendo esto, necesito saber si es lo que quieres en realidad, si estás bien conmigo.Ella me mira con tanta intensidad que las ganas de besarla y unirme a ella en todos los aspectos me está enloqueciendo, en especial cuando se inclina hacia mi y roza nuestros labios.—Estoy asustada—
NatashaCamino de un lado a otro en la oscuridad de mi habitación, el sonido de mis pasos resonando en el suelo de madera. Cada vez que paso frente a la ventana, mis ojos se dirigen automáticamente hacia el patio, donde Nicklaus entrena con Penelope. La risa de esa bruja resuena en el aire, una melodía que se clava en mis oídos como una aguja envenenada, amplificando mi rabia y desesperación. ¿Cómo puede ser feliz con esa niñata? Cada vez que los veo juntos, siento que la ira burbujea en mi interior, un volcán a punto de estallar.Debo admitir que no pensé que Nicklaus pudiera superarme. Él era total y absolutamente debato a mi y ahora resulta que babea por una chiquilla que además de todo ¡Es fea!Golpeo la mesita de noche, haciendo que algunos papeles caigan al suelo. Necesito pensar, necesito un plan, pero todo se desmorona. Siento que el tiempo se me escapa entre los dedos como arena.En el instante en que lo vi llegar a la manada me puse en contacto con Frederick, él y yo aunque
NicklausCada vez que mis ojos se posan en la marca en el cuello de Penelope, un fuego primitivo se enciende en mi interior. La veo ahora, el sol de la mañana iluminando su piel, y mis manos se cierran en puños, luchando contra el impulso de llevarla de vuelta a nuestra habitación y reclamarla de nuevo.Ella me pertenece, y esa marca es un recordatorio constante de que la he hecho mía. Sin embargo, también es un recordatorio de la responsabilidad que conlleva: protegerla, cuidarla. Mi lobo gruñe, satisfecho y deseoso, pero una parte más racional de mí sabe que no podemos quedarnos encerrados en este ciclo de deseo.—Nick, si sigues viendome así, no vamos a solucionar nada. —La voz de Penelope, que se escucha igual de afectada de como estoy yo, corta mis pensamientos.Sus ojos brillan con una mezcla de desafío y diversión, y no puedo evitar sentir una ola de orgullo por su valentía.—Tienes razón. —Mis palabras salen como un gruñido, y la atrapo en un beso feroz antes de apartarme con
PenelopeNo soy una fan de usar a las personas para mi beneficio, mucho menos cuándo esas personas no han sido más que amables conmigo, como es el caso de Marcus, pero ahora mismo no tengo alternativa.Sé que es necesario. Necesito entender qué está pasando aquí, y cómo Natasha encaja en todo esto.Encuentro a Marcus, de pie junto a un tronco caído, su expresión seria pero su postura relajada. Me esfuerzo por parecer casual mientras me acerco a él.—Hola, Marcus. —Saludo con una sonrisa forzada, no porque él me degrade sino por lo que debo hacer—. ¿Cómo va todo?Él me mira con una ligera inclinación de cabeza, sus ojos evaluándome.—Va bien, Penelope. ¿Y tú? —Su tono es cortés pero algo distante. Me imagino por lo sucedido con Nick.Tomo asiento en un tronco frente a él, tratando de parecer relajada mientras la culpa se enrosca en mi estómago. Necesito respuestas, pero me siento como si estuviera traicionando su confianza.—Todo bien, gracias. —Respondo, forzando una sonrisa—. Solo al
PenelopePor un momento pienso que he debido escuchar mal a Lila cuándo dijo “Magia Negra.” Sin embargo, en el instante en que escucho como Nick deja salir una maldición y tira de mi cuerpo hacia el suyo en un abrazo protector, sé que he escuchado bien. Sin embargo, todo sigue siendo muy confuso.—No lo entiendo, ¿por qué una hechicera nos enviaría esa cosa? Y principalmente, ¿por qué le pediría que te atacara a ti? Porque tenemos claro que tú eras la presa —le digo a Lila.Al decir esto, escucho el gruñido enojado que sale de Blake, quién, desde que llegó cargando un asustado Micka, no ha dejado de mirar a la hechicera, como si quisiera asegurarse de que no le falta un solo cabello en la cabeza. Lo que me parece lindo, pero creo que mi amiga tiene ganas de estrangularlo.—Esto no ha sido obra de un hechicero —dice Lila, cortando mis pensamientos.—¿Qué? Pero entonces, ¿hay más clanes que pueden hacer magia? No entiendo.Esta vez el que me contesta es Nicklaus.—No necesitas ser un hec