Uno más mis cariñitooos!
PenelopeEl aire en la manada de Tarkin se siente más pesado que de costumbre, como si la propia atmósfera supiera lo que hemos enfrentado. Finalmente, estamos de vuelta. Pero no estamos a salvo. Miro alrededor, viendo cómo los guerreros de la manada se mueven rápidamente para reforzar las defensas bajo las órdenes de Tarkin, quien sigue llevando a Sofía en sus brazos, su rostro tenso y lleno de determinación.—¡Vigilancia en todas las entradas! —grita Tarkin, sin detenerse—. ¡Quiero patrullas cada diez minutos!Pero es la figura frágil de Sofía lo que más me preocupa. No se ve bien. Su piel está pálida, como si la vida misma se le estuviera escapando, y sus ojos, cerrados, no se han abierto desde que la sacamos de ese lugar infernal. Algo en mi interior me dice que esto no ha terminado, que el hechicero aún tiene más bajo la manga. El último vistazo que tuve de él... esa maldad... aún la siento en mis huesos.—¿Cómo te sientes? —La voz grave de Nick rompe mis pensamientos, y me doy
SofíaLa oscuridad me rodea, pero puedo sentir los brazos de Tarkin sujetándome con firmeza. El calor de su cuerpo me reconforta, pero mi mente sigue luchando por entender si todo esto es real. ¿Es verdad que estoy fuera del infierno que viví? ¿De verdad estoy de vuelta en la manada, con él? Todo parece un sueño lejano y nebuloso, algo que podría desvanecerse en cualquier momento si pestañeo demasiado rápido.Entonces lo escucho. Un susurro quebrado que me hace enfocar. Abro los ojos lentamente y lo veo. Tarkin, mi Tarkin, tiene lágrimas en los ojos. No recuerdo haberlo visto llorar antes, pero ahora las gotas caen por su rostro. —Lo siento,— repite una y otra vez, su voz es apenas un hilo. —Debí buscar más. Debí encontrarte antes. Perdóname, Sofía. Perdóname.El nudo en mi garganta se desata, y antes de poder detenerme, me lanzo a sus brazos, aferrándome a él con todas mis fuerzas, como si fuera mi única ancla a la realidad. —Eres real,— le digo entre sollozos. —Es real, Tarkin. Es
NicklausEstoy sentado en la sala de reuniones, rodeado de los alfas más poderosos de todas las manadas, pero mi atención está completamente enfocada en Sofía. Ella está de pie frente a nosotros, pálida y con una mirada perdida, como si en cualquier momento pudiera derrumbarse. Tarkin, como siempre, se mantiene a su lado, rígido y protector, alejando con su presencia a los que intentan presionarla. Puedo ver la tensión en sus mandíbulas, el leve temblor de sus manos, pero su voluntad de hierro es evidente. A su lado, Penelope, con su calma habitual, está lista para intervenir si es necesario. Pero hoy, todo lo que quiero es obtener respuestas, sin destruir lo poco que queda de la fortaleza de Sofía.Cuando le toca el turno de hablar, su voz es suave, casi inaudible al principio. La habitación está en silencio absoluto, y es como si el aire se hubiera vuelto denso, cargado de incertidumbre. —Están locos,— empieza a decir, tragando saliva. —Los hechiceros… no solo quieren dominar el m
NicklausLa guerra ha llegado.El viento frío de la mañana sopla a través del campamento, llevando consigo el murmullo del río cercano y el crujido de las hojas bajo las botas de los guerreros. A mi alrededor, el campamento está vivo con actividad, pero hay una sensación palpable de lo que está por venir. La guerra final se aproxima, y lo sé en lo más profundo de mis huesos.Me aparto del grupo por un momento, caminando hacia los límites del bosque para tomar un respiro. A cada paso, siento el peso de la responsabilidad aplastándome. Los hombres y mujeres que se preparan para la batalla confían en mí. Mi manada confía en mí. Mis amigos y mi familia, todos cuentan con que los guíe hacia la victoria, pero no puedo evitar la sensación de que los estoy fallando. Que los estoy conduciendo hacia su posible final.—Estás cargando demasiado, Nick,—la voz suave de peaches rompe el silencio, y no tengo que girarme para saber que está ahí. Ella siempre sabe cuándo me estoy ahogando en mis prop
PenelopeLa madrugada ha llegado.El aire frío de las primeras horas se cuela por el campamento, mientras cada uno de los alfas reúne a sus guerreros para la batalla. No he vuelto a despedirme de los niños, aunque lo he pensado varias veces. Pero sería demasiado doloroso, y no puedo soportar otra despedida. No cuando el peso de lo que está por venir me oprime el pecho como una roca.Camino junto a Nick hacia donde Tarkin ya está preparado, su figura imponente resaltando contra el cielo apenas iluminado por el amanecer. A medida que nos acercamos, él nos recibe con una pequeña sonrisa, una que no logra ocultar del todo la preocupación en sus ojos.—¿Listos?— pregunta, su voz calmada pero cargada de expectativas.Entrelazo mis dedos con los de Nick, buscando en su toque una fuerza que me ayude a mantenerme en pie. —Sí, lo estoy.Nick asiente y, con su tono decidido, añade, —Vamos a acabar con el mal de una vez por todas. Todos nos merecemos un momento de paz.Sus palabras resuenan en
NicklausEl campo de batalla es un caos de gritos, rugidos y explosiones. Los lobos de las manadas se están lanzando con todo lo que tienen, sus cuerpos ágiles y mortales moviéndose como un ejército sincronizado. Veo a nuestros guerreros cubriéndose las espaldas unos a otros, destrozando a los hechiceros que intentan avanzar, pero incluso con su fortaleza, el número de enemigos parece infinito.Mi cuerpo se mueve instintivamente, esquivando ataques de energía oscura mientras mis garras atraviesan la carne y los huesos de los hechiceros más cercanos. "Debemos llegar al rey." Ese pensamiento sigue repitiéndose en mi mente, martillando con cada golpe que doy, con cada vida que arrebato. Si no llegamos a él antes de que llegue a la montaña, todo habrá sido en vano.Blake lucha a mi lado, como otras tantas veces, sus mandíbulas cerrándose alrededor de un hechicero que intenta lanzarnos una bola de energía. —¡Sigamos avanzando!— grito entre dientes, lanzando el cuerpo del hechicero al su
PenelopeMe lanzo hacia adelante sin mirar atrás, alejándome de Nick, Blake, Tarkin y Sofía. No puedo arriesgarlos más. Si el rey hechicero llega a la montaña, será el fin. Lo sé, y ellos también lo saben. Pero mi promesa a Nick me pesa, más de lo que me gustaría admitir. Le dije que no me lanzaría sola a esto, que no sería imprudente. Y aquí estoy, corriendo directamente hacia el peligro.Pero es solo para ganar tiempo, me repito en mi mente. Sé que ellos van a alcanzarme, pero juntos no íbamos a poder avanzar con rapidez. Necesito frenar al hechicero.Cada paso que doy me acerca más al rey hechicero, y la sensación oscura que emana de él se hace más intensa, como si una sombra opresiva me envolviera. Pero no me detengo. No puedo.Mi respiración se acelera mientras me acerco. La luz del día, que debería debilitarlo, parece apenas afectarlo. Al menos por ahora. Pero eso no me detendrá. Debo frenarlo, aunque solo sea por unos momentos, hasta que Nick y los demás lleguen.—¡Rey hechicer
NicklausCorro tan rápido como puedo, pero parece que el maldito tiempo se detiene. La batalla ruge a mi alrededor, los hechiceros están debilitados por la luz, pero no lo suficiente para que esto sea fácil. La magia oscura sigue envolviendo todo, las sombras se enroscan como serpientes, y a cada paso que doy, siento su presencia pegajosa. Pero nada me importa más que una cosa: Penny.La veo a lo lejos, su figura pequeña pero poderosa enfrentándose al rey hechicero. Mi corazón se congela en el momento en que veo su cuerpo caer de rodillas, golpeada por una oleada de magia oscura. Mi mente se nubla por completo. Solo puedo pensar en llegar hasta ella. ¿Está herida? ¿Está... viva?—¡Penny!— grito, sintiendo cómo mi garganta se quiebra con el esfuerzo. Pero el sonido de la batalla ahoga mi voz. Corro con todo lo que tengo, esquivando los ataques de los hechiceros que me rodean. Blake y Tarkin están a mi lado, abriéndose paso entre la oscuridad con sus garras y dientes. Sofía sigue lan