El bosque de Cantabria era uno de los sitios más peligrosos del mundo, justamente por la criatura que habitaba en él, nunca sabías donde las encontrarías. Los Cantabrias se encargaban de aterrorizar todo el bosque, hasta dejarlo prácticamente desierto.
Son de aspecto horroroso, en ocasiones pueden llegar a ser confundidos con árbol por su gran tamaño, poseen extremidades con unas garras mortíferas capaces de cortar extremidades. La mayoría de las veces estaban en manadas y escapar de ellas era prácticamente imposible. Poseen magia antigua, que en las noches los convierte en bestias.
En el pasado habían arrasado con aldeas y ciudades enteras, fueron los elfos los únicos capaces de encerrarlos en el infierno, gracias al poder que tienen para controlar animales de todo tipo. Esa era la razón por la que los Cantabrias vivían cerca de los elfos, ya que solo ellos eran capaces de controlarlos.
Tan solo de pensar en aquella criatura Neahm se le erizaba la piel, no deseaba toparse con semejante ser. En ese momento se sintió observada, miró a su alrededor y fue capaz de detallar unos ojos rojos en medio de la maleza que los rodeaba.
—¿A dónde vamos a ir? Ya casi anochece y aún no tenemos un sitio seguro para pasar la noche.
—No tenemos que irnos, solo despistarlos, por tierra nos pueden seguir, pero por aire no —Aidan tenía razón, en aquel momento era el mejor plan que podían tener. Mia se les acercó al darse cuenta de que algo pasaba.
—¿Qué ocurre? —Preguntó al ver las caras largas de sus dos compañeros de viaje.
—Luego te explicamos, ahora solo sigue a Aidan, ¿vale? —la pelirroja asintió y vio como Neahm abrazaba a Aidan quien se alzaba en vuelo con ella en brazos y sin más los siguió, dieron vueltas en el aire por varios minutos hasta que finalmente regresaron al sitio donde se encontraban y rápidamente se ocultaron en la cueva de la cascada.
—¿Pueden explicarme que fue eso? —dijo mientras exprimía su pelo largo que había quedado empapado luego de cruzar la cascada.
—Habían muglees siguiéndonos.
—¿Muglees?
—Criaturas que se encargan de buscarle comida a los Cantabrian, una bestia que se come a los forasteros —Le explicó Neahm
—Pensé que el nombre del bosque era por otra cosa, no sé si debería preguntar por lo que son esas criaturas.
—Créeme no lo quieres saber —dijo Aidan, quién se sentó lejos de la entrada, colocó su mochila enfrente de sí y sacó tres bolsas de comida, una para cada uno.
Mia se le acercó y le agradeció, se sentó a su lado y rápidamente empezó a devorar lo que les había preparado Mirta, sintió como el cansancio le empezó a golpear, se quitó los zapatos y cogió su mochila como almohada para descansar. Aidan hizo lo mismo, en cambio Neahm, seguía de pie, sin quitar la vista de la entrada, afuera estaba oscuro, pero podía escuchar a las bestias caminar cerca de la cascada.
—¿Estás seguro que los despistamos?
—Completamente —el ángel se había detenido para hacer una fogata bien lejos de dónde se ocultarían y de esta forma hacer que el fuego llamara la atención de los monstruos del bosque, el plan era que mientras ellos iban en busca del ser que había provocado la hoguera, ellos viajarían con sumo cuidado en dirección contraria.
—Entonces porque siento como se aceran alrededor de la montaña.
—Aidan —dijo Mia —¿Un Cantabrias tiene miedo a algo?
—No lo sé, espero que sea al agua, porque si cruzan el río para llegar a nosotros estaremos acabados.
—Creo que nos encontraron, pero ¿cómo?
Mia que se había dispuesto a descansar se puso nuevamente los zapatos. Analizó la situación y sin duda estaban apretados, no tenía sentido salir y luchar, pero tampoco podrían pasar la noche con el miedo de que el agua que los ocultaba fuera atravesada por una bestia lista para devorarlos.
Cerró los ojos para no entrar en pánico, lo esencial era no entrar en pánico, nada bueno ocurría cuando se dejaba consumir por él, tampoco tendría buenas ideas. De pronto sintió como una de esas voces que escuchaba en su cabeza le susurró algo al oído.
Se levantó y caminó en dirección contraria a la entrada de la cueva, usó su poder para de sus dedos saliera una pequeña llama, que iluminó un poco el lugar, Neahm casi le pega un grito por imprudente, Aidan tampoco entendía a la chica.
—¿Estamos en una cueva verdad?
—Sí, podrías apagar la llama por favor, no es momento de hacer estupideces —dijo Neahm.
—¿A dónde lleva este camino? —preguntó mientras se volteaba frente a sus amigos y apagaba su poder.
—Buena idea Mia, no tenemos nada que perder —dijo Aidan.
—No se pierde nada intentándolo, cualquier cosa es mejor que enfrentarse a esa manada de allá fuera. —. Cada vez que decía el nombre en voz alta se le erizaba los vellos de la piel.
La princesa se encontraba con miedo por la situación en la que se encontraban, odiaba admitirlo pero temía por la vida de sus amigos y la de ella, tenía mucha confusión porque no sabía de qué manera actuar, si se equivocaba los pondría a todos en riesgo y perder a Neahm o Aidan era lo último que deseaba. Respiró profundo e intentó alejar esos pensamientos, no podía rendirse tan fácilmente, como tampoco lograría nada reprochándose por cosas que ni siquiera habían pasado.—Ellos saben que estamos aquí, cualquier cosa es mejor que ser devorados —dijo y de pronto resonó un grito terrorífico, los tres se miraron sin saber que decir ¿acaso aquello era un grito de guerra?—¿Qué fue eso? —preguntó Mia usando una voz quebrada.—No lo sé, pero tampoco quiero descubrirlo —La banshee se levantó, tomó su mochila y se acercó a la mestiza, le colocó una mano en el hombro en modo de apoyo, a partir de ese momento solo la elegida podría guiarlos a la salvación o a sus muertes.Mia la miró y tragó sabí
Los primeros rayos de Sol acariciaron el rostro de la princesa, que descansaba recostada a una roca, el agotamiento había sido tan grande que luego de seis horas había quedado profundamente dormida. La chica estaba envuelta con una manta para protegerse del frío invierno.Del otro lado del muro, se encontraban la banshee y el ángel que apenas habían pegado ojo en toda la noche, estaban seguros de que tenía que existir una forma de cruzas pero no podían parar de preguntarse: ¿cómo?Aidan se había rendido de luchar contra algo que no tenía respuesta, en cambio Neahm seguía de insistente en la búsqueda de la forma de cruzar, la banshee había probado de todo y nada había conseguido separar la abertura ni siquiera un poco, por ello estaba segura de que el mecanismo para abrir estaba ligado a alguna roca, parte de la pared o piso del sitio.Las ojeras de la chica estaban bien marcadas, no había pegado ojo y tampoco descansaría hasta saber que Mia estaba a su lado a salvo, Neahm era una bans
Neahm había olvidado mencionarle a Mia que los elfos protegían la entrada de su reino con uñas y dientes, Aidan por su parte sabía lo hostiles que podían llegar a ser aquellas criaturas, por eso había imitado a la banshee desde el momento en que vio a los seres de orejas puntiagudas con sus arcos apuntándoles optó por demostrar que no había malas intenciones con su llegada.Mia en cambio había empezado a sentir algo extraño, de repente se sintió mal, ver a los elfos armados la había sorprendido pero no al punto de desfallecer, sufría un fuerte dolor de cabeza a causa de la voz que escuchaba en su mente aumentaba el volumen, se llevó sus manos a la cabeza como si de esa manera pudiera callarla, pero en su lugar solo aumentó más todavía, era difícil entender que decía, cada palabra era una tortura para ella, sentía miedo por no entender que ocurría, quería gritar pero hacerlo provocaría que los elfos desconfiaran de ellos.Optó por tratar de ignorar el dolor y levantar ambas manos, per
diferencia de la vez anterior Mia no necesitó mucho tiempo para adaptarse a su nuevo poder, esta vez no tuvo extraños sueños, simplemente se sentía como si hubiera tenido la mejor siesta de su vida, se sentía exactamente igual pero un poco más fuerte y ligera, se despertó famélica por lo que se alegro al ver a una elfa en la habitación limpiando, no tendría que ponerse a recorrer los pasillos de un lugar que no conocía. —Hola —La saludó un poco nerviosa—Su majestad —dijo sorprendida la chica, que rápidamente hizo una reverencia —Perdonadme si la he despertado, solo quería limpiar un poco —dijo manteniendo la cabeza baja, a Mia no le gustó de no poder ver el rostro de la elfa.Se levantó y caminó hacia a ella, la tomó de la barbilla con delicadeza e hizo que la mirada de ambas se cruzara, pudo observar a una chica de ojos morados, labios y perfil fino era extraña y a la vez extremadamente hermosa.—Dime ¿Vez alguna corona en mi cabeza?—No —dijo con timidez —pero usted es…—No soy na
Mia no había asistido a muchos bailes en su vida, ni siquiera pudo ir al de su graduación en el mundo mundano, sin embargo, le emocionaba la idea de ir a una fiesta, al final ella era una simple chica que de la noche a la mañana había recibido el peso de mil responsabilidades y cargos que fueron los causantes del giro tan drástico que dio su vida. Tenía claro que se acercaba una guerra, una para la cual no estaba preparada, como reclamaría un trono si ella no tenía nada que ofrecer al reino, ese era su nuevo propósito descubrir que podía ofrecerle a su pueblo, ya había aceptado su destino, solo le quedaba descubrir cómo aprovecharlo al máximo, solo así mantendría su vida lejos de cualquier caos en un futuro incierto.Aidan había pasado a buscar a Mia para llegar juntos al baile, caminar por los pasillos de la mano le hacía viajar en el tiempo a un año atrás, cuando se celebró aquel baile de tradición celestial donde conoció a la gran mayoría de ángeles del mundo, aun luego de un año l
Todos en el palacio de Secoya estaban ansiosos por conocer el motivo del baile que a última hora los reyes invitaron a todos los miembros de la aldea, había rumores de que visitantes extraños e inesperados habían cruzado la barrera que llevaba al mundo de los humanos. Todos tenían distintas teorías sobre lo que en realidad ocurría sin embargo muy pocos estaban en lo cierto. La reina Aaliyah era muy hábil para organizar festividades a último minuto, tenía arte en las decoraciones y a pesar de que todo había ocurrido muy rápido su buen gusto se podía notar en cada rincón del palacio. El gran salón estaba lleno, todos disfrutaban de la buena música, la comida y esperaban ansiosos la llegada de sus líderes, solo así podrían fin a todas las dudas que tenían sobre la gran noticia que les esperaba. Las trompetas sonaron, anunciando la llegado de la realeza a la fiesta,todos los presentes hicieron silencio y observaron la entrada de los anfitriones,la primera en entrar fue la princesa, llev
La fiesta de presentación de Mia había sido un éxito, los habitantes de Secoya se encontraban felices, pero más que eso, sorprendidos por el secreto que la reina se había llevado a su tumba. Era increíble el parecido de la chica con la antigua reina, excepto por el color del cabello cualquiera diría que aquello era un fraude, por el gran parecido con Marissa, pero la prueba de todo lo que explicó el rey se encontraba bailando y sonriendo con cada invitado.Los ojos de la princesa eran exactamente como los de su madre, con ese brillo que la caracterizaba, se notaba que esta nueva etapa la emocionaba, tenía una sonrisa dibujada en el rostro, se sentía como en casa, cada habitante del reino había sido amable con ella, incluso cuando no sabían quién era, por primera vez era ella, sin cadenas, sin secretos, ya no tenía que esconder su verdadero ser, no había presión sobre sus hombres, por primera vez se sentía como en su propio hogar, Ganondoford era exactamente como le habían descrito.Ai
Un grito de terror resonó por todo el reino, seguido de un profundo silencio, todas las criaturas presentes miraron horrorizados al lugar de donde provenía. Solo una cosa podía significar la reina finalmente había caído, el rey se encontraba de rodillas, ante el cuerpo sangriento de su amada, volteó furioso hacia la causante de aquel hecho, con torpeza se levantó y caminó hacia ella.—Ataquen —ordenó a su ejército pero nadie se movió, todos se miraban confundidos sin entender o saber qué hacer, el rey volteó hacia su pueblo que por alguna razón estaba desobedeciéndolo —. Es que están sordos, dije que ataquen al ser despreciable que acaba de asesinar avuestra reina —El capitán de su ejército, Lucian dio un paso al frente.—Su alteza no podemos lastimarla es la princesa—Es una bastarda, ni siquiera sabemos si realmente es quien dice ser —volteo hacia la pelirroja que aún estaba tratando de levantarse luego de la batalla con Meriel, toda la magia que le habían transferido se había ago