La lluvia se había intensificado, Belinda conversaba con su abuela, estaba muy contenta de que Brenda quisiera hablar con ella, se permitió tener esperanza en que su familia pudiera olvidar su odio por Dante, finalmente perdonar lo que ellos creían había hecho Dante, aunque quizás con Pablo fuera más difícil y no permitiera que Elena fuera a visitarla, pero confiaría en que todo con el tiempo mejoraría, igual, en algún momento ella debía irse de La Madonna y liberar a Dante, él no era de los que se casaban, seguía siendo un muérgano adorable, ella no lo obligaría a cambiar eso, su misión siempre fue ayudarlo, no guindarle el peso del matrimonio al pescuezo. Salió de la oficina unos minutos después de su abuela, luego de archivar unas facturas para la contabilidad, encontró a Dante explicándoles a su abuel
—Tu percepción ha cambiado, esta hacienda se ha ido transformando en algo tuyo, antes solo veías a tu padre. —Aquí ahora te veo a ti, sigo sin verme yo sentado en esa silla. —Qué tontería, tú eres el jefe de este lugar, esta hacienda es tuya, este es el asiento del patrón, no de tu padre. —La patroncita se ve bien allí, prefiero estar afuera llevando sol con la escardilla. —La escardilla le ha hecho bien a tu vida, sobre todo a tu físico. Dante se echó a reír, y Belinda se sintió mejor, no quería verlo triste. —Gracias, creo que es la primera vez que haces un cumplido a mi apostura. —Eres un vanidoso, no necesitas flores. Ven —Belinda se levantó y lo haló para que él fuera a la silla detrás del escritorio—, siéntate aquí, ahora tú eres quien manda, si aquí se concentra el poder, ahora es tuyo. Angelito que cosas
Después de un rato estaban en la sala grande, varios empleados habían salido de sus habitaciones, tenían algunas lámparas de emergencia y velas encendidas. —Me preocupan los animales —murmuró Johana acariciando una gata que ahora no se despegaba de ella. —Esperemos que escampe un poco y vamos a ver —le dijo Dante—, en el depósito están los impermeables. La lluvia se intensificó y Johana se tronaba los dedos ansiosa. —Vamos de una vez… Dante se levantó, le daba pesar la angustia de Johana por los animales, ella en realidad se preocupaba como una madre por todos los animales, Johana lo siguió muy rápido soltando la gata en el piso. —Tengan cuidado —les dijo Belinda.&nbs
Varios camiones salieron rápidamente con Robert y varios de sus empleados, María tenía habitaciones disponibles en la casa del servicio, las familias fueron ubicadas juntas en habitaciones sumando colchonetas; las chicas solteras sin familias se ubicaron de a tres por habitación igual que los solteros, Socorro, Leticia, tendrían habitaciones independientes, en la casa familiar junto a Belinda y Johana que dormirían juntas, a Dante le asignaron también una habitación independientes en la casa grande, Belinda debía esperar el siguiente grupo para ubicarlos en habitaciones en la casa del servicio y Johana esperaba ver a sus animales, María, Leticia y Socorro se quedaron también esperando. —Esto es una desgracia —dijo María, todas sentadas en los sofás de la sala con tazas de café— nunca vi que lloviera por tantas horas, aqu&i
En algún momento por fin dejó de llover, ni Belinda ni Dante supieron, era de madrugada cuando Dante regresó, ambos necesitados del amparo y el cariño del otro, Dante la devoró como un ser hambriento de su cariño hasta que el cansancio los hizo dormirse uno sobre el otro, un molesto rayo de sol que se colaba por la ventana perturbaba el sueño de Belinda que aun cansada se volteó a seguir durmiendo, se encontró con Dante dormido, por un breve instante entre la vigilia y el sueño se sorprendió, hasta que su conciencia le recordó los hechos, exaltada abrió los ojos por completo y miró a su alrededor, no estaban en La Madonna, tampoco en una cabaña lejos de todos, estaban en La Mágica Cascada y por la claridad, la mañana estaba avanzada, Belinda se levantó de la cama completamente desnuda sin mucha ceremonia, sin envolverse como siempre con la sabana, buscó a su alrededor hasta dar con el celular de Dante la 9:05 am. — ¡Oh Dios mío!…&nbs
María Mendoza y Socorro estaban felices con las noticias de la inminente boda, solo eso se divulgó, Leticia muy discreta dijo, que su nieta debía empezar con buen pie, que La Madonna saldría adelante con ellos como esposos, esperar por reconstruir la hacienda era demasiado tiempo para casarse, María les abrió las puertas de su hacienda para que todos pudieran quedarse el tiempo necesario, pidió que celebraran allí la boda y estaba muy complacida en general, su hijo Robert después de compartir la fatídica noche con Dante y verlo tan comprometido había hecho un borrón y cuenta nueva, trataba a Dante con amabilidad y no tuvo objeciones en compartir su hacienda, asumiendo a tantos incluyendo los animales. Leticia ese mismo día consiguió para la empresa de Dante en Francia 2 construcciones importantes y una restauración, Dante habló con su encar
Belinda entró a la sala y vio a Elena saludando efusivamente con Merci en brazos, se veía hermosa como siempre, del todo recuperada del nacimiento de su niña y Pablo a su lado cargando a David, Belinda no lo pensó, solo abrazó a Elena abarcando a la bebé y lloró de emoción. —Veo que si te hice falta —comentó Elena abrazándola, María cargó a la pequeña Merci, Belinda trataba de concentrarse en su nueva vida, pero sí le hacían falta sus hermanas, sobre todo ahora, necesitaba mucho a Elena. —Perdón… —dijo Belinda bajito. —Chss, yo siempre estaré para ti. —Gracias por venir —le dijo a Pablo mirándolo sin soltar a Elena. —Lo que sea por la familia —contestó Pablo. Johana se llevó a David a enseñarle unos cachorros, Socorro querendona con los bebés paseaba a Merci, la conversación se centró en lo ocurrido la noche de la inundación,
—Entonces Donna, resulta que estás embarazada de Daniel, yo que pensaba que estaba al pendiente de la empresa y eso incluía a mi hermana. —Mi intención era hablarlo contigo de hombre a hombre —dijo Daniel con la frente en alto—, estoy acá para casarme con ella, tendrá a mi hijo y ella quería que estuvieras con ella cuando nos casemos. —Dante eres muy importante para mí —dijo Donna—, quiero casarme contigo presente, por eso esperamos, ya no seré más una preocupación para ti. —Ven acá mi princesa —Donna abrazó a su hermano mayor—, yo siempre me preocuparé por ti, y hoy estoy orgulloso de quién eres. —Gracias Dante, es importante para mí tu bendición, eres mi único hermano. —En cuanto a ti Daniel, no acepto devoluciones —entregó a Donna a Daniel—, tú ya la conoces y sabes de sus muchos errores e igual la escogiste. —La quiero por q