Capítulo 8

Ethan. 

Irene ha dejado ver el carácter que tiene desde el día uno, pero hoy, definitivamente hoy ha sacado parte de su artillería pesada, es una chica que no soporta como lo ha dicho, la ineptitud de nadie sobre todo si esa ineptitud la perjudica a ella. 

—Eres una cínica. 

—Pienso igual que todos aquí, sin embargo, soy la única que lo dice en voz alta y eso no me hace cínica, me hace honesta. 

—¡Basta con la pelea de Kinder! —replico—, tienes razón en una cosa Irene, que esto es una competencia y que es cierto no eres un pulpo, lamentablemente eso no cambia el hecho que tu equipo vaya a eliminación. 

Irene se veía molesta, pues en algo ella tenía razón y es que María decidió jugar sucio dejándola a ella en la cuerda floja y a sus compañeros pero a ella solo le interesa eliminar a Irene. Las grabaciones acaban e Irene intenta salir del lugar lo más rápido que le es posible sin embargo, todos a excepción de Renata la paran para discutir con ella, Cédric, Evie y yo nos quedamos viendo como la atacan sin darse cuenta que seguimos ahí. 

—En serio me harán llorar con sus opiniones —la voz de Irene se escucha baja y en tono de advertencia—, ¿se quitan o los quito? Están estorbando. 

Sin esperar respuesta ella pasa en medio de ellos dándoles

 con el hombro y saliendo por fin del lugar con la misma cara que tenía hace unas semanas en el hospital. Los chicos y yo decidimos irnos pero el hecho de todo lo ocurrido me mantiene con ganas de saber que sucede con Irene. 

—Nos vemos mañana en el estudio —Cédric y Evie asienten y yo redirijo mi camino hacia donde Irene se fue.

Las dos vans que llegan a los participantes se han ido ya sin embargo, de los baños veo a Irene salir limpiando su cara con sus manos, ella está absorta en sus pensamientos por lo que me aproximo sin que ella se de cuenta. 

—¿Estás bien? —Su mirada deja el suelo y va hacia mis ojos. 

No dice nada, solo se me queda viendo un buen rato con esos ojos mieles, cuando me doy cuenta que realmente no me dirá nada, decido volver a hablar pero ella pasa de mí y al igual que con sus compañeros al pasar por mi lado me da con el hombro o lo intenta pues le saco una cabeza. 

Su actitud saca lo peor de mi por lo que la agarro del brazo y tiro de ella que comienza a batallar conmigo para que la suelte, lo logra y me mira con odio.

—No vuelvas a tocarme— amenaza.

—¿A dónde cojones pretendes ir Irene? —Inquiero cuando la veo caminando hasta donde estaban las vans. 

—A la van. 

—Se han ido.

Ella detiene su caminata y se voltea por un segundo a verme para luego correr hacia el estacionamiento del lugar que ya está vacío y el único carro parqueado es el mío. 

—Han pasado tres horas desde que acabó la prueba— le comento cuando llego a su lado.

Ella comienza a negar y se suelta a llorar dando vueltas por todo el estacionamiento, así está un buen rato hasta que decidí pararla y de nuevo llevarla al carro, esta vez no pone resistencia alguna cuando la siento en el puesto de copiloto, entro al carro y me quedo viéndola un rato, parece ida.

—Lamento haber sido tan grosera.

Pasó tanto tiempo de nuevo que estaba distraído y su voz me hizo regresar a la tierra, ella me estaba viendo con esa mirada intensa, sentí una leve corriente por el cuerpo gracias a su mirada, cuando lo notó la retiró. 

—Tenías razón para estar molesta —ella vuelve a mirarme—, te llevaré hasta el conjunto residencial, pero dime… ¿Qué te sucedió?

Ella suspira, le toma unos segundos tranquilizarse por lo cual respira profundo varias veces. 

—Sufro de depresión y ataques severos de pánico, básicamente eso fue lo que me sucedió, te pido por favor que no lo menciones más. 

—De acuerdo.

Todo el camino hasta la residencia ambos nos mantenemos en silencio la verdad no sé qué decirle, estaba enojado con su actitud y ahora me siento un imbécil por sentirme así y es por esa razón que me desvío del camino y aparco el carro fuera de la carretera. 

—Muy pocas veces suelo decir esto —comienzo—, pero lamento ser un imbécil, estaba enojado porque odio tu actitud.

Ella se voltea lentamente y la mirada que me dedica me hace tensar, es tan intensa y seductora pero a su vez es tierna por su cara roja e hinchada de llorar, me logra descolocar al punto que pierdo las palabras y siento como tengo un erección en segundos, solo por una mirada. Ella sigue sin decirme nada, sus ojos mieles me tienta a hacer una estupidez cuando la tomo por la cara y estampo mis labios con los de ella, no reacciona al instante lo que me hace a mí parar, cuando comienzo a separarme Irene me toma por el cuello de mi camisa y me devuelve el beso de una manera muy carnal y dominante. 

Me desespero al sentir su lengua jugar con la mía, la chica de hace unas horas ha desaparecido y con eso apareció una más salvaje y sexy chica que está dominando el beso como a ella se le antoja y me encanta al punto que no puedo evitar comenzar a tocar su piel con hambre, con necesidad de sentirla, pero ella se separa bruscamente acercándose a mi oído y con una voz agitada, grave y delicada:

—Creeme cuando te digo que no quieres hacer esto conmigo.

Alejo mi cara de la suya y vuelvo a besarla porque desde que me atendió he querido hacer esto y saber que no es la chica inocente y dulce que aparenta ser me prende en muchos sentidos, es por eso que la beso, la toco y le comienzo a quitar la ropa, ella lo permite y me deja ver sus gloriosos senos pero mi teléfono interrumpe el momento en el que ella iba a quitarse el sostén. 

Pretendía ignorarlo pero eso hizo que la burbuja explotara e Irene se acomoda de nuevo en su asiento colocándose la camisa y luego el cinturón de seguridad, dejó de mirarme y se dedicó a ver por fuera de la ventana. Paso mis manos por la cabeza frustrado y saco mi teléfono del bolsillo solo para ver que es Rebeca la que tanto insiste en llamar.

Irene.

Eres una estúpida Irene Valentina Cruz, una jodida estúpida, imprudente e irresponsable, porque él no sabe lo que le pasa a mi cuerpo luego de un ataque de pánico, la manera más fácil de sentirme mejor es tener sexo, pero no sexo, es dominar a un hombre es sacar mi lado dominante y demostrarle que lo tengo a mis pies, que me obedece y complace solo a mí y que puedo castigarlo como me apetezca, me dejé llevar y ahora vienen las malditas consecuencias. 

—La verdad no es asunto tuyo donde esté —su tono de voz molesto me regresa a la realidad—, Rebeca estoy cansado de que pienses que puedes controlar mi vida y lo que hago con ella, eres mi novia no mi dueña —resoplo con ironía esa mujer no es dueña ni de su cabello—, no es tu puto problema. 

Cuelga y se queda viendo al volante ido en sus pensamientos, por lo que decido ignorarlo y hacer de cuenta que lo de hace un rato no pasó, o al menos eso quería creer porque claramente Ethan no tiene intenciones de olvidarlo y me lo hace saber.

—No creas por un segundo que fingiré que esto no pasó, sobre todo por lo que me dijiste.

Volteo mi vista hacia él, su mirada está dilatada haciendo que el verde de sus ojos no se distinguen tanto como desearía, sé que no es fácil olvidar algo tan intenso como lo que acaba de pasar, pero Ethan es el dueño de la franquicia del show, es uno de los jueces y tiene novia, cosa que definitiva hace que esto sea un gran NO y sea para mí imposible repetirlo, a pesar de que si quisiera follarlo, comermelo y dominarlo no es algo tan sencillo, un dominante no escoge con un dedo y somete a la persona, esto es un proceso consensuado y no a todo el mundo le llama la atención mi mundo, sobretodo a los heterosexuales con masculinidad frágil, es por eso que decido tomar una buena bocanada de aire, porque tal vez su masculinidad no sea frágil pero esto es solo una excusa que me meto para no darme alas. 

—Debes hacerlo —comienzo bajito—, por muchas razones obvias esto —nos señalo— no puede pasar, sería incorrecto y no me interesa la excusa que pongas, al final mi estilo de vida no será nunca compatible con la tuya, entiendelo y aceptalo. 

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