Lucía contempla el cristalino lago Nahuel Huapi, siempre le ha resultado uno de los lugares más bellos del mundo, ni siquiera el inmenso mar le parece comprable a ese bello ojo de agua rodeado de árboles que han sido cubiertos por la nieve. Con una sonrisa en el rostro se sienta en la orilla dispuesta a pasar un momento más en ese lugar, a Leonardo le encantaba tanto como a ella ese lugar, él solía decir que con una cabaña junto a ese lago en compañía de su esposa era todo lo que necesitaba para ser el hombre más feliz del mundo.
—Cuanto te echo de menos —susurra la mujer soltando un largo suspiro de melancolía al recordarlo, hay muchas personas que le han dicho una y otra vez que debe seguir adelante, rehacer su vida, pero tal cosa le parece simplemente imposible. No es capaz de imaginarse junto a otra persona, ella le entregó todo a Leonardo, cada sueño, cada pizca de amor, cada parte de su ser, y todo eso parece haber muerto junto a él.La nieve que comienza a caer sobre su cabello rubio le indica que ya es hora de volver al hotel, ya que han anunciado una fuerte tormenta para esa tarde, y si no se apresura la podría llegar a encontrar aún en el exterior. Por lo que echándose la mochila al hombro emprende el camino de regreso hacia el calor y comodidad que solo un techo puede dar, luego de un paseo no hay nada mejor que un chocolate caliente al lado de un buen fuego en la chimenea.—¡Que delicia! —exclama la empresaria al tomar un sorbo de su humeante taza de chocolate sentada frente a la chimenea en donde el fuego crepita con energía. Quería ir directo a su habitación por una ducha caliente, pero cuando en la recepción la recibieron con esa taza y un libro al lado de la chimenea fue incapaz de resistirse, sobre todo al leer el título de la obra: “Infierno Desatado", ha oído hablar bastante de esa novela, pero hasta ahora no se había tomado el tiempo para leerla, bueno en realidad no había tenido un momento libre, tiempo es algo que nunca parece alcanzarle para todo lo que debe hacer.—¡Es una magnífica novela, cargada de muchas críticas a nuestra nefasta sociedad, verdades que sólo unos pocos se atreven a decir en voz alta! —anuncia un apuesto hombre de cabello negro corto sentándose en el sillón frente a la empresaria.—Quienes dicen la verdad deberían de ser los hombres más valorados, después de todo solo la verdad puede hacernos libres —murmura Lucía mirando al hombre por encima de las hojas del libro.—Un deseo hermoso, pero que no es capaz de cumplirse en nuestra época. El mundo se vuelve cada vez más superficial e indiferente, prefieren una mentira que no inquiete sus triviales vidas a una verdad que inquiete sus conciencias —replica el hombre con brillo en sus ojos café ante la interesante charla.—Una triste realidad, pero yo si soy de las personas que van con la verdad, así que no me pesará decirle que no deseo compañía. Solo quiero disfrutar de este chocolate y de esta novela, a solas por supuesto, o al menos en silencio —espeta la empresaria con impaciencia, habiendo hablando más de lo que normalmente estaría dispuesta. —Una persona sincera y directa, si bien coincido en que un buen libro debe ser disfrutado en la soledad y el silencio, debo apelar a que el fuego de una chimenea es mucho más reconfortante con compañía —reclama el hombre con una sonrisa de galán en los labios.—Pues yo prefiero la soledad, sea al lado de una chimenea o en mi habitación, pero no se inquiete lo dejaré ante la reconfortante chimenea, estoy segura que no tardará mucho en conseguir una compañía más agradable —anuncia Lucía cerrando el libro dispuesta a irse de ese lugar hacia su cuarto.—Oh, no lo haga, por favor. En todo caso quien debería marcharse debería ser yo ya que llegué último, es solo que la vista de una bella mujer leyendo al lado de la chimenea me resultó simplemente irresistible —confiesa el hombre con sus ojos clavados en la mujer.—¿Sabes qué? Voy a ahorrarte todo ese palabrería barata que debes de usar para ligar, no estoy interesada en ti ni en ningún otro hombre en esta ciudad. Así que no pierdas tiempo y saliva en intentar conseguir algo conmigo porque no tienes la más mínima chance —advierte la empresaria con disgusto en el rostro por tener que aguantar a ese Don Juan de cuarta.—No era esa mi intención, señorita. Si estuviese buscando lo que cree no lo haría en la recepción un hotel, sobre todo habiendo tantos boliches buenos y concurridos al alcance, es solo que el verla fue algo cautivante, y el oírla hablar lo es aún más. Es sin duda una mujer muy interesante —dice el hombre sin ser capaz de quitar la mirada de esa mujer que le ha resultado tan peculiar, tan diferente a las que está acostumbrado a tener en frente de él.—Pues espero que mi ausencia le parezca interesante también, señor. Si me disculpa iré a disfrutar de esta novela a un lugar más tranquilo, adiós —se despide la mujer con frialdad con cierta molestia por haber sido interrumpida.—¡Por cierto, soy Alexander Carrizo! ¡Ha sido un gusto conocerla, señorita! —anuncia el hombre viendo a la mujer alejarse sin siquiera voltear para responder o dar señal de que lo ha oído—. Una mujer en verdad interesante.Alexander esboza una gran sonrisa en sus labios, si bien dijo la verdad en que no había intentado ligarla, no se acercó a ella en un intento de conseguir una amistad. Y el hecho de que no sólo sea una mujer bella, sino también con un intelecto más que cautivador, le resulta sumamente superior a las modelos sin cerebro de las que suele estar acompañado usualmente. Mirando el fuego en la chimenea piensa en la pasión que esa mujer debe de guardar en su interior, tan ardiente como esa llama que arde frente a sus ojos, sin duda el tiempo que le lleve conquistarla valdría la pena, después de todo no ha conocido aun mujer alguna capaz de resistirse a sus encantos. Lucía lanza el libro sobre la mesa de algarrobo de su habitación al solo entrar, pensar que hace sólo un momento se encontraba de un excelente humor, pero parece que es ley que un idiota debe aparecer para echar a perder todo tu día. Aunque debe confesar que fue su error, debería haber venido directo a su habitación en donde nadie puede molestarla, en la que en lo posible nadie siquiera sabe que existe. Tal y como desea desde que su marido no está, desde ese momento lo único que le interesa es aferrarse a cada lugar que pueda brindarle un recuerdo de él, esos sitios en los que la presencia de él aún parece estar impregnada. Hay quienes creen que esa no es una buena vida, que no es sano que se aferre a alguien que ya se ha marchado, pero ellos no saben nada, no tienen idea de lo que ellos vivieron juntos, del amor que se tuvieron. Eso es algo que no se puede olvidar, que no se puede reemplazar, y micho menos por un idiota que se cree alguna especie de galán de Hollywood.—No permitas que te arruine el fin de semana, solo lo esquivaremos si lo volvemos a ver, y si insiste demasiado una denuncia por acoso lo hará desistir —murmura la empresaria sacándose la ropa para darse la ducha caliente que se debe.Sentado en la barra del bar con un vaso entre las manos, Alexander aún permanece reviviendo cada momento de su anterior encuentro, como si quisiera impregnarse de la esencia de esa mujer que parece haberse apoderado por completo de su mente, a tal punto de que ni siquiera se siente interesado en la sexy morocha que no ha dejado de mirarlo desde la otra punta de la barra desde que ha llegado.—Es raro no verlo acompañado, señor Carrizo. ¿La cacería no ha ido bien esta vez? —pregunta el joven barman dejando un nuevo vaso de whisky sobre las rocas frente a su habitual cliente.—Yo no diría eso, me he topado con una presa de las grandes, una mujer de la que no he visto hace años. Y eso necesita un trabajo especial, no es simplemente atacar —responde el hombre con una sonrisa de galán bebiendo un sorbo de su bebida.—¿En serio? ¿Una mujer tan maravillosa que incluso lo ha hecho decidir pasar la noche solo? Eso tengo que verlo con mis propios ojos —afirma el joven con una sonrisa divertida en el rostro.—Oh, puedo asegurarte que valdrá la pena todo el trabajo que cueste, una presa fácil no tiene emoción ni diversión, pero una mujer así hace que uno disfrute el proceso de conquista, que te motive a conseguirla, incluso provoca que todas las zorras que hay a tu alrededor ni siquiera te importen —declara Alexander dispuesto a buscar por la mañana a esa mujer por todo Bariloche si es necesario.—Pues no puedo más que desearle suerte, señor. De la manera en que describe a esa mujer incluso a mí me dan ganas de conocerla —comenta el Barman con cierta excitación recorriéndole el cuerpo.—Por tu bien te recomendaría no hacerlo, no hay mayor peligro que interponerse entre un cazador y su presa, sobre todo cuando ese cazador tiene el poder para borrarte del mapa —advierte el hombre con seriedad en los ojos, decidido a que nada va a interponerse entre él y esa mujer.Deslizándose a toda velocidad por una de las pistas de esquí, Lucía siente el tan anhelado sentimiento de paz, si como en ese momento en el que su cuerpo parece cortar el aire y todo a su alrededor pasa tan rápido se sintiera casi flotando en las nubes. Por un momento incluso hasta siente el impulso de cerrar los ojos y disfrutar de esa sensación, pero considerando que con eso solo lograría llevarse puesto un pino renuncia a la idea. —¡Impresionante como siempre, dentro de poco podrías estar dando clases en lugar mío! —exclama un canoso instructor al ver llegar a la mujer frente a él. —Gracias, pero puedes quedarte con tu puesto, el enseñar y la paciencia nunca han sido mis fuertes —asegura Lucía con una sonrisa divertida en los labios mirando la pendiente una vez más. —Quizás ya deberías volver al hotel, se viene una fuerte tormenta y puedo asegurarte que no querrás que te halle en el exterior —aconseja el anciano que ha visto tantas veces a Lucí
Alexander suelta un quejido al despertarse por el canto de alguna ave que ha decidido darle un concierto matutino parado en la ventana, al extender su brazo hacia un lado y notar que no hay nadie se sienta en el piso sobre la manta que ha dormido estirando el cuello con una mueca de dolor. —¿Lucía? ¿Dónde estás, cariño? —pregunta poniéndose de pie mientras busca en dónde ha quedado su boxer después de la apasionada noche que ha tenido. Al no recibir respuesta se acerca a la mesa en donde una hoja de papel le llama la atención, en ella lee “Te espero para desayunar en la confitería giratoria del Cerro Otto, si es que logras ponerte de pie”. Alexander esboza una sonrisa divertida, esa mujer era fuego puro, no puede recordar una noche igual a esa, y sin duda no puede esperar a volver a vivirlo, por lo que tomando su ropa que ya se ha secado comienza a vestirse para acudir a su cita. —Puedo asegurarte que no te dejaré ir, mujer, aunque tuviese q
Lucia lee con curiosidad una noticia en línea sobre el cambio de dueños de Kenia Motors pensando en que la compañía aun insiste en mantener en secreto la identidad del nuevo propietario, al levantar la vista y ver a Sebastián mirando por la ventana con las manos cruzadas detrás de la espalda perdido en sus pensamientos.—¿Sí? ¿Qué sucede? —atiende la empresaria el teléfono de la oficina al sonar repentinamente—. ¿Qué? Sí, háganlo subir.—¿Pasa algo? —pregunta Sebastián con curiosidad al ver la expresión de desconcierto de su compañera.—El nuevo dueño de Kenia Motors ha venido a presentarse —anuncia Lucia frunciendo el entrecejo.—¡Que gusto verlos queridos colegas…. Quise…—entra el empresario hablando fanfarronamen
—¡Y es así como Kenia Motors comienza una nueva era, una era de desarrollo y progreso en el que nuestro único límite será nuestra imaginación! —exclama Alexander provocando un estallido de aplausos por parte de los presentes que lo vitorean.—¡Estoy seguro de que nos hará ganar mucho dinero, eso seguro! —afirma un hombre rechoncho estrechando la mano del empresario enérgicamente.—¡Ya verá que no soy solo un rostro bonito y alguien que habla bien, o al menos su cuenta bancaria se lo dirá! —bromea el empresario poniendo su mejor sonrisa de relaciones públicas dejando aun más encantado al hombre.—¡Te los has echado al bolsillo, podrías llegar a convencerlos de poner todo su dinero en la compañía y lo harían hasta con una sonrisa en el rostro ! —asegura una bella mujer de cabellos rubios recogidos en un modesto rodete acercándose al empresario.—No exageres, Samantha. Es más que esperable que tengan esa reacción, sobre todo si les estoy prom
—¿Marcando territorio como los perros? Creí que estabas por encima de eso, querido —comenta Samantha abordando a Sebastián que esperaba poder evitarla.—¿Y tú con la conciencia remordiéndote porque vendiste el patrimonio de tu familia? —replica el hombre viéndose obligado a detenerse en la entrada del vestíbulo.—Me sorprende que pienses que esa es mi razón de estar aquí, sobre todo al haberme acusado hace tiempo de ser una mujer sin corazón —cuestiona la mujer con un tono acido en la voz.—Y no he cambiado de opinión, pero supongo que incluso alguien como tú debe de sentir algo después de haber tomado una decisión como esa —murmura Sebastián manteniendo el rostro inmutable.—Oh, vamos, siempre has sido un caballero, no te vuelvas un odioso ahora, creo que nuestro encu
—¿Entonces no está dispuesta a bajar el precio de tus productos a pesar de que tu competencia nos ha ofrecido una mejor oferta? —cuestiona uno de los hombres asiáticos sentado en la mesa de la sala de reuniones.—En esta compañía se valora sobre todas las cosas la calidad de nuestros productos, si bajamos nuestros precios significa que deberemos sacrificar esa calidad para que los números no queden en rojo. Puedo hacerlo si gustan, los empresarios los hicieron con el Titanic, pero ya sabemos cómo terminó —plantea Lucia sin inmutarse por el intento de intimidación del empresario.—¿Quiere decir que Kenia Motors nos va a ofrecer un producto inferior? —acusa una de las empresarias arqueando una fina ceja negra.—Yo no hablo de Kenia Motors pues no soy su dueña como para saber qué ofrecen, pero si hablo de la manera de
Sentando en su nueva oficina Alexander estudia los informes de finanzas de los últimos meses, debe confesar que los números son muy buenos, la compañía ha mantenido una racha de alza que solo promete seguir en ascenso. Puede estar seguro de que su inversión ha sido mas que acertada, si bien hace tiempo que se había alejado de estar en la dirección de una empresa y se había dedicado a solo invertir, para poder tener el tiempo que necesitaba para sus viajes y amoríos, Samantha fue capaz de convencerlo de la veta de oro que Kenia Motors era, una que ella ya no quería seguir trabajando, cansada de haber pasado yoda la vida entre esas paredes.—Esa mujer tiene casi el mismo poder de convencimiento que yo, creo que es una ventaja ya no tenerla aquí, nunca sabes qué esperar de alguien así —murmura el hombre con una sonrisa divertida al considerar que lo mismo podrían d
Lucia saltea unos vegetales en la sartén mientras piensa en los últimos sucesos con los que ha tenido que lidiar, sobre todo el conocer que el hombre con el que había empezado a abrirse ha resultado ser su competencia. Que si bien en ese momento fue capaz de disimular su sorpresa, lo cierto es que fue algo que la alteró más de lo que esperaba sobre todo porque significaba que le había compartido cosas intimas a su enemigo, si bien él también lo ha hecho, o quiere creer que era verdad lo que le compartió. Aunque ahora incluso el comentario de Sebastián sobre que solo podría haber sido un engaño suena fuerte en su mente, no puede descartar la posibilidad de que en realidad Alexander sabía muy bien quién era ella, y que todo fue una estrategia para acercarse y tomarla desprevenida.—No suelo equivocarme al juzgar a una persona, aunque claro que él demostró