Laura no podía creer lo que estaba escuchando; enseguida apartó a Alejandro de ella mientras le decía entre sollozos:
— ¡Eres un degenerado! No quiero volver a verte nunca más. Es obvio que te estás burlando de mí. Salió del bar a toda prisa. Sin embargo, Alejandro no se quedó de brazos cruzados; él tenía que hablar con ella, explicarle lo que realmente estaba sucediendo. — ¡Laura! Por favor, ¡espera! No te vayas así. Ella caminaba rápidamente, deseando llegar lo más pronto posible a su auto, pero Alejandro logró alcanzarla y la tomó nuevamente por el brazo, deteniéndola. — No puedes irte así. Al menos déjame explicarte por qué no puedo romper el compromiso con Valentina. — No hay nada que explicar. Lo único que me ha quedado claro es que te has burlado de las dos. Que lo hayas hecho conmigo no me importa, pero con mi hija, eso sí que no te lo voy a perdonar jamás. — No puedes dejarme así sin darme el beneficio de la duda. A quien amo es a ti. Laura, sintiendo que él se seguía burlando de ella, le dio una bofetada con todas sus fuerzas mientras le gritaba, llena de dolor: — ¡Pero yo no te amo! Quiero que me dejes en paz o voy a solicitar una orden de restricción en tu contra. Esta vez, él la tomó por la cintura, apretándola con fuerza contra su cuerpo, mientras le decía muy cerca de su boca: — Mírame a los ojos y dime que no me amas. Atrévete, dime que ya no quieres tenerme así cerquita de ti. Él sabía que Laura estaba a punto de rendirse entre sus brazos. Era muy difícil borrar de la noche a la mañana una relación de seis meses en la que habían hecho el amor de todas las formas posibles, y donde ella había sentido por primera vez lo que era llegar al clímax, ya que jamás, en el tiempo que estuvo casada con Javier, llegó a sentir algo así. Javier siempre la trató como un objeto; nunca se preocupó por hacerla sentir amada y valorada. Solo la tomaba cada vez que tenía ganas de saciar sus bajos instintos, sin importarle si ella también lo disfrutaba. Laura pasó a ser solo su desahogo y la esclava que hacía todo lo que él ordenaba. Alejandro sentía cómo se estremecía entre sus brazos y, sin pensarlo un solo instante más, la tomó por el cuello y le clavó un beso en la boca del que ella no pudo escapar. Laura, en cuestión de segundos, volvió a dejarse llevar por esa pasión desenfrenada que le hacía sentir aquel joven que podía ser su hijo, pero que también sabía hacerla sentir mujer. Ambos se besaron sin pudor, sin darle importancia a que se encontraban en medio de la acera, a unos pasos del bar donde se vieron por primera vez. Él acariciaba su cuerpo, devorando su boca húmeda a besos, mientras ella sentía su erección por encima de la ropa. Estaba muy agitada y sentía que no podía controlarse, hasta que, en un momento de cordura, se soltó de sus brazos. — ¡No! Esto no puede ser. Es una locura que estemos aquí, mientras mi hija se encuentra en casa planificando su boda contigo. ¿Te das cuenta de lo que estamos haciendo, Alejandro? Laura comenzó a llorar. Alejandro la abrazaba con ternura, sacó un pañuelo de su bolsillo y comenzó a secarle las lágrimas mientras le decía: — Entremos a tu auto, cariño. Tenemos que hablar; no podemos dejar las cosas sin una explicación. Esta vez ella accedió. Sentía la necesidad de escuchar lo que él tenía que decirle. Ya se había dejado llevar nuevamente por la debilidad de sus besos, así que nada perdía con escucharlo y tomar la decisión de cerrar ese ciclo definitivamente. — Este beso no debió ocurrir jamás después de saber que eres el futuro esposo de mi hija. Es una aberración. — Laura, entiendo cómo te sientes, y la verdad es que yo me siento igual o peor que tú. La gran diferencia entre tú y yo es que te amo; estoy enamorado de ti desde el primer día que te vi. — No entiendo hasta dónde llega tu cinismo. Si realmente estuvieras enamorado de mí, no te hubieras metido en otra relación, y menos con mi propia hija. — Es justamente lo que he querido explicarte. Tú siempre me dijiste que lo nuestro solo debía ser sexo, porque eres una mujer mucho mayor que yo y además mi profesora de arte. Por esa razón, pensé que podía hacer mi vida con alguien más. — Pero debes reconocer que me engañaste, porque cuando nos conocimos en el bar, ya sabías que yo era profesora de arte en la universidad, y aun así seguiste adelante con tu conquista, para después inscribirte en mi clase. ¿Te das cuenta del riesgo que he corrido hasta ahora si llegan a saber en la universidad que mantengo una relación con uno de mis alumnos? — Pero durante todos estos meses nadie se ha enterado de nada, así que por eso no tienes de qué preocuparte. — Sí, pero ahora las cosas son distintas, porque tienes una relación paralela con mi hija. — Y justamente eso es lo que he querido decirte en todo este tiempo. Tú solo querías tener sexo conmigo y yo así lo acepté, así que tenía derecho a tener una relación estable. Además, mi padre me presionó a comprometerme en matrimonio, o de lo contrario no me incluirá en su testamento. — ¿Y tenías que usar a mi hija para poder recibir tu herencia? — ¡No! No se trata de que adrede haya elegido a Valentina. Solo debía comprometerme con una buena chica, de buena familia, que además pueda darme un hijo. De pronto apareció ella, pero no porque yo la buscara sabiendo que se tratara de tu hija. — Eso no cambia las cosas entre nosotros. Lo único que quiero es que salgas de nuestras vidas y no vuelvas a aparecerte nunca más. Bájate de mi auto. — Laura, por favor… — ¡Que te bajes de mi auto! El grito de Laura fue tan desgarrador que a Alejandro no le quedó otra alternativa que obedecerle. Estaba tan molesta que en ese estado no iba a entrar en razón. Se bajó inmediatamente y ella arrancó el auto a toda prisa. (…) Momentos después… Laura llegó a casa totalmente destruida por dentro; se veía muy afligida. Para su sorpresa, encontró a Javier en la sala, sentado en su silla de ruedas. Al verlo, sintió un coraje tan grande que quiso pagar con él toda la frustración que llevaba dentro. Miró a su alrededor, asegurándose de que no estuvieran cerca Valentina o la enfermera. Se acercó a él y le dijo muy cerca del oído: — ¿Se puede saber qué haces aquí, basura? Tú eres el único culpable de mis frustraciones, pero me alegro de que ya lo estés pagando, condenado a esa silla de ruedas. Javier solo la miraba, mientras una lágrima caía por su rostro. Se sentía impotente de no poder hablar y estar atrapado en su propio cuerpo inmóvil. Justo en ese momento, apareció la enfermera, quien venía con la medicina de Javier. Al ver a Laura, se puso un poco nerviosa, ya que ella le había ordenado que nunca lo sacara de su habitación. Quería mantenerlo encerrado de la misma forma en que él la había tenido durante años, sin dejarla tener amigos y prohibiéndole salir de casa. — Buenas noches, señora Laura. No sabía que estuviera en casa. — ¿Y por eso sacaste a Javier de su habitación? Creo que fui muy clara cuando te pedí que debía permanecer siempre en su habitación. ¿Qué parte de mi orden no entendiste? — Lo siento, señora Laura, pero es que fui a la cocina por su medicina y pensé que tal vez querría tomar un poco de aire. Creo que no le hace bien estar encerrado todo el día. — Sandra, tú solo estás aquí para cuidar de él, pero si no te vas a adaptar a mis normas, entonces me veré obligada a buscar los servicios de otra enfermera. ¿Te quedó claro? — Sí, señora. No se preocupe, no volverá a ocurrir. Javier comenzó a hacer ruido con la boca, tratando de protestar por lo que Laura le había dicho a Sandra. Él no quería que ella se fuera de la casa, ya que estaba cuidando de él desde que tuvo el accidente. Además, había otra razón de la cual Laura no tenía la más mínima idea. — ¡Sácalo de mi vista y dale algo para que se duerma! Sandra tomó la silla de ruedas y se llevó a Javier lo más rápido que pudo a su habitación. Al llegar allí, le dijo con voz suave: — Cariño, por favor cálmate. No te pongas así; ya verás que más pronto de lo que te imaginas, nos vamos a vengar de esa mala mujer. Para eso estoy aquí a tu lado, como siempre. Voy a hacer que recuperes toda tu fortuna, te lo juro. Sandra había sido la amante de Javier mucho antes de tener el accidente. Solo que Laura no estaba enterada de quién era ella en realidad. Cuando Sandra se enteró a través de un anuncio en la prensa que Laura buscaba una enfermera para que se ocupara de su esposo, ella apareció en su casa haciéndose pasar por enfermera y con recomendaciones falsas. Como Laura estaba desesperada por encontrar a alguien que se encargara de él lo antes posible, sin pensarlo dos veces le dio el empleo, sin saber que había metido en su casa a su peor enemiga. (…)Al día siguiente, Laura bajó de su habitación, lista para dar clases en la universidad. Antes de salir, decidió pasar por el comedor para desayunar, donde encontró a su hija Valentina tomando un café.—Buenos días, Valentina. ¿No piensas desayunar? —preguntó Laura.—No tengo apetito, solo tomaré café —respondió Valentina con un tono de molestia.—Hija, creo que tenemos una conversación pendiente con respecto a tu compromiso. —No creo que haya mucho de qué hablar. Mi decisión está tomada: me voy a casar con Alejandro, te guste o no.Valentina se marchó, dejando a Laura con la palabra en la boca. Laura conocía bien a su hija y sabía que no había nada que pudiera hacer para cambiar su opinión. Terminó su desayuno rápidamente, consciente de que debía estar en la universidad en poco tiempo; era otra prueba de fuego que debía enfrentar si Alejandro decidía seguir asistiendo a sus clases.Al llegar al campus, estacionó su auto y se dirigió hacia la entrada, deseando llegar unos minutos ante
Laura se encontraba visiblemente nerviosa al ver que su hija Valentina la esperaba en el mismo lugar donde habitualmente se encontraba con Alejandro. Miraba a su alrededor, buscando a Alejandro, ya que habían acordado verse allí para salir juntos de la universidad y poder conversar en un lugar más privado.— Valentina, ¿qué haces aquí? —dijo Laura, sorprendida y con una expresión de preocupación. — No sueles aparecer en mi lugar de trabajo sin avisarme.— Madre, pareces haber visto un fantasma. ¿Qué hay de malo en que venga sin avisarte? ¿Acaso me estás ocultando algo?— Es que… lo que sucede es que yo… —Laura se sentía confundida y no sabía qué excusa ofrecer ante su sorpresa. — En realidad, no te esperaba. Pero, ¿ha pasado algo con tu padre?— ¡Cálmate, mamá! Si hubiera sabido que te pondrías así, te habría pedido una cita para anotarme en tu agenda. Todo está bien en casa. Solo vine a buscar a Alejandro y a ti, porque hablé con sus padres y quieren conocerte.— ¿Qué? ¿Los padres de
Ambos se encontraban visiblemente nerviosos, sin saber cómo proceder. Mientras se dejaron llevar por la pasión desenfrenada que sentían, el tiempo había transcurrido sin que se dieran cuenta. Rápidamente, se ajustaron la ropa, intentando hacer el menor ruido posible.— Madre, ¿estás ahí? ¿Por qué te has tardado tanto en salir? —insistía Valentina preocupada.Laura, con rapidez, le tapó la boca a Alejandro para que no hiciera el menor ruido, indicando que iba a responder a Valentina.— Sí, Valentina, ya voy a salir, solo dame un momento.— Abre la puerta, déjame entrar. Quiero asegurarme de que te encuentres bien.— ¡No! Lo que sucede es que... todavía no he terminado. De repente, me sentí un poco mal del estómago, pero tranquila, ya se me va a pasar.— Por favor, date prisa, porque además no encuentro a Alejandro por ningún lado.— Tal vez esté en su habitación. La verdad es que solo me trajo hasta el baño, pero pensé que estaba contigo en la sala.— Bueno, apúrate a salir del baño. M
El doctor observaba a Laura con una mirada comprensiva. La conocía desde hacía muchos años y, tras una breve pausa, sonrió y le dijo:— Laura, no se trata de la menopausia. Creo que aún te falta mucho para que eso suceda. A partir de ahora, tendrás que reconsiderar algunos aspectos de tu vida.— ¿Cómo? Si estos malestares no son de menopausia, ¿entonces me estás diciendo que tengo algo grave? No me digas que estoy enferma; eso sería lo último que necesito ahora.— Cálmate, Laura. No se trata de ninguna de esas cosas. Lo que sucede es que estás embarazada.Laura palideció, mirando al doctor con incredulidad.— ¿Qué has dicho? ¿Embarazada? ¿Estás bromeando, verdad?— ¡No, Laura! Recuerda que soy un profesional y tomo muy en serio mi trabajo. Jamás bromearía con algo tan serio como la posibilidad de tener un hijo.— ¡No! ¡No puede ser! Esto no me puede estar pasando. No puedo estar embarazada; esto es imposible. ¿Te das cuenta de lo que me estás diciendo? ¡No lo acepto!Laura comenzó a c
Había llegado el día de la boda de Valentina y Alejandro, Laura aun guardaba el secreto sobre su embarazo. Tenía miedo de contarle la verdad a Alejandro, porque no sabía de lo que era capaz de hacer, y no se podía arriesgar a causarle un dolor tan grande a su hija que destruyera lo que para ella era el día más importante de su vida.— Madre pero aun no te has vestido, falta muy poco para la boda, mi suegra me pidió que estuviéramos una hora antes en su casa. También necesito que me ayudes a ponerme el vestido. —le dijo Valentina ansiosa—¿Pero se puede saber qué te está pasando? Te estoy hablando y estás en otro mundo.— Sí, ya te escuché Valentina, pero no me siento bien, tengo una fuerte jaqueca y tengo muchas náuseas,— Sí no fueras una vieja, pensaría que estás embarazada, jejejee pero a tu edad, es o es imposible, estoy segura que debe ser la menopausia. —dijo en tono de burla.— ¡Ya basta Valentina! No te voy a permitir que me faltes el respeto de esa forma, además soy todavía un
Laura ya estaba lista para asistir a la boda de su hija. A pesar del dolor que sentía al saber que no volvería a estar con Alejandro y de tener que ocultarle que esperaba un hijo de él, no podía negar que se veía realmente hermosa.A pesar de ser una mujer madura, aún se conservaba muy joven, y no cabía la menor duda de que no aparentaba la edad que realmente tenía. En cierto modo, esa era la razón por la cual Alejandro se había enamorado perdidamente de ella.Se vistió con un traje elegante que resaltaba su figura, pero al mirarse en el espejo notó que su vientre se veía algo abultado, aunque aún no se notaba su embarazo. Había notado algunos cambios en su cuerpo, pero los había atribuido al desorden en su alimentación y a la posible menopausia. Por eso, al principio había creído que solo se trataba de unos kilos de más; sin embargo, el médico le había confirmado su embarazo, algo que aún no podía asimilar.Mientras se miraba en el espejo y acariciaba su vientre, pensaba en el amor q
Valentina se había ido con el chofer acompañada de su padre y de la enfermera, mientras que Laura decidió ir sola en su auto, estaba demasiado nerviosa y necesitaba poder estar a solas y así tratar de controlarse cuando llegara a casa de los padres de Alejandro en donde se iba a celebrar la ceremonia civil.Iba conduciendo el auto y era inevitable el temblor de sus manos, las cosas se habían salido de control ya que no esperaba volver a tener la debilidad de caer de nuevo en los brazos de Alejandro después de haberle dejado en claro que no quería continuar con esa relación.Pero lo que la tenía aún más preocupada era el hecho de que Sandra se había dado cuenta de la presencia de Alejandro en su habitación, a pesar de haberle inventado lo del supuesto regalo sorpresa que él le tenía a su hija, no dejaba de perturbarle la forma como ella le había hablado, sentía que había algo en Sandra que no terminaba de gustarle y que aún no sabía qué era.(..)Valentina había entrado en la casa de A
Momentos después…El jefe civil había concluido con la ceremonia nupcial diciendo las tradicionales palabras:“Con el poder que me otorga la ley yo los declaro marido y mujer, puede besar a la novia”.En el fondo se escuchó el aplauso y la algarabía de todos los que se encontraban allí presentes, felicitándo a los nuevos esposos, mientras que lo que debió haber sido el día más feliz para Laura, para ella fue una verdadera pesadilla el tener que ver a su hija el ser que más amaba en el mundo, casarse con el hombre del cual estaba profundamente enamorada y además esperando un hijo. Alejandro miró a su alrededor y cruzó su mirada con la de Laura, estaba realmente contrariado y muy confundido con todo lo que estaba pasando, además tenía la presión por parte de sus padres y de toda la gente que estaba esperando que besara a su ahora esposa, sin embargo, se sentía incómodo con la presencia de Laura, nunca antes había besado a Valentina enfrente de ella y hacerlo en ese momento sabiendo por