Ginebra se ríe suavemente y me explica todo lo que ocurrió mientras estaba en el jardín, de cómo Silva le entregó su anillo; se me hace muy extraño que ella haya hecho eso, ya que es un objeto ha pertenecido a su familia por bastante tiempo y le tiene mucho cariño a ese anillo. Me siento tranquilo sabiendo que ella está protegida por uno de nuestros lobos, pero parece que le tiene cierto cariño, al ver mejor al lobo, me doy cuenta de que es el de aquella noche y eso explica mucho, ella le salvó la vida en los jardines y le está devolviendo el favor.

Mi prometida se acerca a mí y me abraza, su cercanía me envuelve en una sensación de paz, una de mis manos se posa enseguida sobre su cabeza y la otra se desliza por lo largo de sus rizos cafés rojizos, algunos rebotan suavemente, cierro los ojos y me dejo envolver por la tranquilidad que abunda en la habitación.

—¿Ya cenaste?

Niega levemente con la cabeza, le susurré que tiene que comer algo porque ya estaba a pocos días de aliviarse, me