—¡Julio! Por fin llegaste, pensamos que nos ibas a dejar plantados—dijo Juan dándole un abrazo. — Entra, ¿No sientes el olor? Tengo a Sergio y Sofía de parrilleros. Mientras Daniela y yo preparamos lo demás en la cocina. — Hola. ¡Huele rico! Disculpa que llegue a esta hora, es que tomé una buena siesta en la mañana, porque anoche no pude dormir bien. —¿Tienes algún problema? Ayer te noté raro. ¿Te puedo ayudar? —preguntó Juan. —Tranquilo, era un problema que tenía que resolver y ya lo hice, hoy tengo las cosas más claras. Así que no te preocupes de que ya todo está bien. —Julio te quiero preguntar algo, antes de reunirnos con los demás. —Si, claro pregunta. —Ayer por la noche después que te fuiste. Sofía y Daniela nos transmitieron a Sergio y a mí una inquietud. Juan le contó como el extraño comentario, que le hizo a Daniela mientras inspeccionaba su quinta Los Laureles, preocupó a las chicas. Julio se sorprendió. “¡Se los contó a los demás! ¿Por qué lo hizo? ¿Se volvió loca? G
Sin embargo, se notaba la adoración con la que miraba a Juan Carlos. “¿Entonces porque lo traiciona? Esa mujer es un misterio. Cada vez que veía su rostro no podía evitar no pensar en Gabriela. ¿Qué estará haciendo? ¿Habrá regresado con Sorrentino?” Cuando la reunión se estaba terminando, Juan le preguntó a Daniela. —¿Cariño has visto mi teléfono? Estoy esperando un mensaje de mi publicista. — Creo que Lucas lo tenía jugando videojuego en su cuarto. —Bueno, voy a aprovechar para llevarlo a su cuarto—dijo mirando a Lucas que se había quedado dormido encima de él. —Luego busco mi teléfono. Juan ya había acostado a Lucas en su cama, se quedó observándolo, jamás pensó con un niño tan pequeño le pudiera inspirar tanto amor, lo quería como nunca hubiera imaginado que pudiera querer a alguien y sabía que sería capaz de dar la vida por él. Se había dado cuenta de que el dinero y el éxito no eran lo más importante en la vida, sino el tener a su lado a quienes quería y lo querían. No podrí
—¡JUAN! —gritaron a su lado. Giró y vio a Daniela. Su rostro mostraba una mirada horrorizada que le heló la sangre. —No —dijo le dijo mirándola con odio—No te acerques… Giró la vista hacia Julio, que tosió y giró su cuerpo sobre su costado y escupió sangre. —¡Oh Dios! —exclamó Daniela angustiada—. ¡Juan te volviste loco! Daniela se acercó a Juan y tocó el rostro. Pero él, sin mirarla, dio varios pasos hacia atrás, alejándose lo más que pudo de ella y le gritó. —¡¡NO TE ATREVAS A TOCARME NUNCA MÁS!! ¡¡MALDITA ZORRA!! ¡¡ALÉJATE PORQUE SOY CAPAZ DE ESTRANGULARTE!! Daniela se detuvo en seco y sintió como una puñalada en el corazón. Al mismo tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas. Sofía, que se encontraba abrazada a Sergio, que aún estaba tratando de recuperarse, lo miraban como si se hubiera vuelto loco. Julio se arrodilló tosiendo e intentó ponerse de pie, pero se tambaleó y cayó de nuevo. Daniela nerviosa se compadeció de él, luego salió corriendo a ayudarlo a ponerse de pi
Sergio lo interrumpió. —¡Juan, no te dejes llevar el glamour de Gabriela en las fotografías! Yo primero conocí a Gabriela con su sofisticado estilo y a Daniela con su elegante sencillo modo de vestir. Créeme que la confundí, a pesar de que tienen diferentes estilos, tienen la misma complexión y estatura, si alguna vez decidieran hacerse pasar la una por la otra no podrías diferenciarlas. —¡Víctor Manuel si podía diferenciarnos! —exclamó Daniela molesta. Juan la miró con los ojos entrecerrados y le exclamó. —¡¿Por qué él te amaba y yo no?! —¡A pesar de que te acabo de decir que tengo una hermana gemela y es obvio que no soy yo la del video, dices que eso no prueba nada! —¡Pero como no quieres que dude, si no es la primera vez que esto ocurre! —¡Dios mío! ¡¿Y ahora que otro milagrito me vas a endilgar?! —Cuando regresé contigo y decidiste hacerte la tonta, la que no había pasado nada con Raúl. —luego alzó la voz! — ¡TE PERDONÉ! ¡PERO SI PIENSAS QUE TE VOY A PASAR OTRA! ¡ESTÁS LOC
Daniela rodeó a Juan y fue rápido con Lucas, abrazándolo y diciéndole algo para tranquilizarlo. No la escuchó, solo trató de respirar profundo, pero por más que jalaba aire no le era suficiente. Respiró una y otra vez, pero siempre le faltaba aliento, se dio cuenta de que tenía un ataque de pánico. Juan salió corriendo hacia la puerta, bajó las escaleras, salió del pent-house y se metió en el ascensor alcanzando a escuchar la voz de Sergio que lo llamaba. Al salir no se detuvo hasta llegar a la acera. Recargó sus manos en sus rodillas, pero el aire fresco de afuera tampoco ayudó a tranquilizarlo. Necesitaba sacar todo lo que traía en su pecho, lo dejé salir. Tensó sus puños tanto como pudo contra sus rodillas y gritó tan fuerte que su garganta le ardió aun cuando se acabó el aire en mis pulmones. —¡Juan! —gritó Daniela detrás de él. Giró al verla y vio a Sergio detrás de ella, y su respiración se agitó de nuevo. Su corazón bombeó como si no hubiera mañana. Dio la vuelta y huyó. Sigu
—¡Ay, dios mío! La culpable soy yo… ¡Yo se lo dije! —exclamó angustiada la señora Elena.—¡Pero mamá!... —exclamó Daniela.—¡Hija, lo siento mucho! Cuando empezó a mostrar interés en ti, me dio gusto pensar que quería hacer las paces contigo…Marisela intervino.—Daniela no culpes a mamá, ella solo fue engañada por la ladina de Gabriela. Ya me parecía extraño ese interés de querer charlar con mi mamá, cuando a ella jamás le ha importado nuestra la familia.—¡El culpable soy yo! —exclamó Óscar y todos voltearon a verlo.—¡Hijo! ¿Tú por qué? —preguntó el doctor Castillo—Porque hace seis meses, cuando me dio el paro respiratorio, en el pent-house de Juan, descubrí que Gabriela había suplantado a Daniela el día del cumpleaños de papá y me quedé callado.—¡Por eso te dio el paro respiratorio! —exclamó su madre.—Sí, mamá. Supongo que llevaba mucho tiempo estresado y esa fue la gota que derramó el vaso… Así que creí que lo solucionaría y supuse que el almuerzo con papá había sido suficient
Sofía les dijo. —Pero debido a sus inseguridades, eso nunca iba a ser suficiente para él. Por eso te dijimos la importancia de que acudiera a recibir terapia psicológica. —Yo intenté convencerlo, pero es demasiado terco. Me dijo que no necesitaba un loquero. —dijo Daniela. —No te preocupes, Dani, cuándo se haya calmado lo voy a tratar de convencer de lo que le estoy explicando ustedes. —le dijo Sergio con una sonrisa. —Sí, tranquila hija, no te preocupes de que todo va a estar bien. Yo también voy a hablar con él y ya verás que todo se va a arreglar —le dijo su padre. —Sí, hija, los dos hablaremos con él. —dijo su madre. Y Daniela le sonrío sin mucha convicción porque estaba segura de que nadie podría convencer a Juan y ya todo había terminado definitivamente entre ellos. — También creo que es necesario que nos reunamos en familia y hablemos con Gabriela —dijo Óscar. — Hermano, no creo que sea buena idea, basándome en lo que ocurrió en el almuerzo que tuvimos mi padre y yo con
Durante los siguientes meses, que siguieron a la separación de Juan y Daniela. Él se fue a vivir a Europa sin que Sergio pudiera convencerlo de lo contrario. Ella, a pesar de su tristeza, dedicó toda su atención a preparar el proyecto de La Quinta Los Laureles, pero se lo entregó a otra diseñadora, Laura Campos, para que lo ejecutara, por no querer encontrarse con Julio. Aunque luego se enteraron de que se había ido a Estados Unidos. Al terminar su proyecto se lo entregaron una asistente que les envió las imágenes del proyecto terminado a Julio. Y este a su vez le envió un correo a Sofía agradeciéndole y manifestando su satisfacción por el buen trabajo realizado por su empresa. Y donde también para su sorpresa, les informó que Sara era la asistente de Gabriela y su espía en la empresa. Después de eso no tuvieron más noticias de Julio. Desde luego interrogaron a Sara y ella lo admitió y fue despedida. A pesar de que los padres de Daniela tuvieron la intención de internar a Gabriela e