Capítulo 56

El doctor Castillo con una expresión de alivio le sonrío a Gabriela y le dijo, está bien hija, no te preocupes, no tengo nada que perdonarte, ustedes dos heredaron mi carácter terco y necio. Así, que les pido a las dos que por favor terminemos nuestra cena en paz y en armonía.

Gabriela le dio muchos besos en la mejilla y le dijo.

— ¡Por supuesto que sí mi papito bello, te quiero mucho!

— ¡Y yo a ti, a hija mía!

Daniela, que miraba la actuación hipócrita de su hermana, respiro profundo y se fue a sentar y trató de aparentar calma, doblando la servilleta que tenía en las manos. Gabriela se fue a sentar mientras el doctor tomaba la mano de Daniela y le preguntaba.

— ¿Estamos bien, hija?

Ella volvió a la mirada hacia su padre y sonriendo le dijo.

— Tú y yo siempre estamos bien papá.

Él sonrío tomó su mano y la besó.

Gabriela le hizo señas a los dos meseros que se encontraba parados lejos de ellos, esperando que hicieran su pedido.

Los meseros se retiraron, entraron en la cocina, lueg
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