—Valerik Ivanóv ha tenido varios cargos como manipulación de drogas, tráfico de las mismas, asesinato, pero no pudieron concluir los casos por falta de evidencia —dije mientras leía el informe en mis manos—. Actualmente se desconoce dónde vive y solo tenemos el nombre de su hermano, Yurik Ivanóv.
—Acusado por tráfico de menores —señaló Evanie con la carpeta de Yurik—. Tampoco finalizaron su caso por falta de evidencia.
—Supongo que es obra del topo dentro de Narcóticos —comentó el jefe, inhalando hondo—. ¿Qué mierda hacían estos dos rusos en la habitación de Ford?
Me encogí de hombros, igual de confundida.
—Jordan y Hadley ya están buscándolos en las cámaras de la ciudad, están trabajando para capturarlos —informó la agente de criminología
A paso rápido caminé por el pasillo mientras le escribía un texto a Evanie. Quería preguntarle por dónde... ¡Hey!—Lo siento —se disculpó el chico con el que tropecé hombro con hombro.Más bien hombro con brazo porque yo era más pequeña que él.Elevé la mirada para poder insultar a mi agresor, pero se me olvidó hasta pestañear cuando noté que el agresor era Kade. Una sonrisa agradable se dibujó en su rostro haciendo que yo también la hiciera.Tonta, tonta.—Iba a buscar mi suéter —comentó señalando mi apartamento—. Pero creo que no es el momento.—No, de hecho voy de salida y es mejor que no entres ahí —le indiqué—. Owen y Clover están adentro haciendo preguntas.—Yo no les conté —se defendi&oacu
— ¿Estás bien, Cooper? —le preguntó Evanie a Hadley.—Sí, fue emocionante —opinó, curvando sus labios hacia abajo—. No sé por qué no hemos hecho esto antes.—Porque siempre lo hacía el jefe con Hicks —señaló Jordan, dejando una nota de aflicción al final—. Esto apesta.Mentiría si dijera que la ausencia de Hicks no marcaba diferencia en el equipo. La verdad es que él era quien le daba esa pizca de diversión al trabajo. Sin su presencia, la oficina se sentía común, rutinaria, agobiante; esperaba que a la hora del juicio, el jurado pudiese sentir empatía por el agente y permitirle seguir trabajando. Para Hicks, este trabajo era su vida, su futuro y su pasado, era algo más que un simple empleo y estaba segura de que no tenía ni la menor idea de qué hacer si perdía su licenc
—No puedo aceptar esto, Kade —repliqué con firmeza—. Es demasiado.Ghost me miró para luego rascarse la oreja.—Sí, no puedo hacerlo —me dejé caer sobre la cama fijando mi vista en el techo—. Quiero aceptarlo, fue un gesto lindo de su parte, pero no quiero que él crea que soy abusadora.Ladeé mi cabeza para ver al canino y observé cómo dejó de rascarse para luego salir de mi habitación.—Okey, buena charla, Ghost —dije levantando mi pulgar.—Buenos días, esclava laboral —saludó Clover caminando hasta la cama para sentarse al pie de la misma.— ¿Cómo es que entraste ayer y también entraste hoy al apartamento? —inquirí apoyándome sobre mis codos—. Yo no recuerdo haberte dado una llave.—No hace falta —se encogió de hombros a
—Kade es un buen chico —mencionó la morena—. Él es atento, agradable, arrogante en algunas ocasiones, pero humilde la mayoría del tiempo —me miró con seriedad—. Sé que no ha tomado las mejores decisiones en su vida, pero estoy segura de que esforzarse para que tú veas su verdadero yo, es el principio de una buena racha de decisiones.—Creí que las personas necesitaban más tiempo para sentir que de verdad les gusta alguien —expresé, sintiendo desdén.— ¿Sabes qué es amor a primera vista? —inquirió, yo asentí—. Suena muy cursi, quizás cliché, pero eso fue lo que sintió Kade, un flechazo —se acercó y pasó su brazo sobre mis hombros—. Tú, amiga mía, desequilibraste a Kade.<
—Valerik y yo fuimos a la dirección que nos dio el jefe —comenzó a relatar—. Habían muchos guardias así que estuvimos un rato esperando que alguno dejara su puesto —pude notar que le costaba un poco encontrar las palabras—. El momento llegó cuando se fue la electricidad en la casa y los que protegían el patio trasero se fueron al interior permitiéndonos a mí y a Valerik entrar por una ventana.Si eso pasó así, quería decir que Valerik subió primero, abrió la ventana, entró y detrás de él entró su hermano. Así encajaría su huella en el cristal y no la de Yurik.—Cuando entramos por la ventana, vimos a una chica rubia en la habitación con un trofeo en la mano —añadió.
No encontraron ningún tipo de diario o cuaderno donde Juliana pudo anotar sus planes contra Ford y Destine, pero sí algo esencial para utilizar su informe médico a la hora del juicio.En el baño dentro de la habitación de Juliana encontraron las medicinas prescritas por el doctor Montgomery; las que ella debía tomar para controlar sus ataques de ira, para equilibrar sus emociones, para que su cerebro lograse ser más asertivo. Todos los medicamentos que mantendrían su condición a la raya. Pero Evanie, junto al equipo de toxicología, descubrieron que las pastillas tenían más de seis años sin usarse, que incluso estaban en la misma cantidad que indicaba el envase. Estaban todos y cada uno de los medicamentos intactos.Eso, señoras y señores, significaba que la mujer no había estado controlando su condición durante los nueve años que dejó de
En fila india, entraron Hicks y el doctor Montgomery. Hicks esposado y escoltado por dos oficiales, y el doctor con su típico traje oscuro acompañado de su semblante analítico.—Está bien, quédense afuera, el señor Hicks no irá a ningún lado —les ordenó Terry a los oficiales—. Quítenle las esposas.Los oficiales obedecieron en cada una de las peticiones y luego se fueron cerrando la puerta.— ¿Cómo has estado? —le preguntó el jefe a Hicks.Él sonrió con un poco tristeza.—Mi esposa y mi bebé están a salvo así que bien —respondió masajeando sus muñecas—. Convivir con delincuentes es un sueño.—Veo que no abandonas el sarcasmo —comenté con un tono burlón.Extrañaba a ese idiota.—Convivir ta
—Es todo por hoy —dijo la fiscal antes de tomar toda la copia de las evidencias y retirarse de la sala.Apenas cerró la puerta, dos oficiales la volvieron a abrir.—Fue un gusto verte de nuevo, Sage —señaló Hicks con una nota de aflicción—. Nos vemos en unos años.—Todo saldrá bien, lo sabes —comenté en un intento de animarlo.Él sonrió y me miró con si fuese una niña ayudando a un perrito lastimado.—Eso espero —dejó saber antes de que ambos oficiales lo esposaran y se lo llevaran.Suspiré.Estás sola con Montgomery, otra vez.— ¿Todo en orden, señorita Hill? —inquirió el nombrado—. Creí que usted era un agente.—No aún —respondí, levantándome de la silla—. Pero cada día