Capítulo 363
—¡Ya basta, no presumas tu “gran inteligencia”! —gritó Marina.

— ¿Entonces eso significa que aceptas? —preguntó Ricardo, con esperanza.

Ella miró por la ventana, dudando.

— No soy yo la que puede decidir...

Ricardo no insistió más. Le dio espacio para que ella tomara su decisión.

Marina no paraba de golpear su muslo con los dedos.

— ¿Estás seguro de que César no va a enterar?

— Seguro —asintió él.

— Llámame mañana, entonces.

— Bueno, como digas.

Dicho esto, Marina se bajó del auto.

Con la cara seria, caminó de vuelta a casa. Apenas abrió la puerta, se topó con Perla en la sala, tomando agua.

— ¿Hermana? —exclamó sorprendida.

Se asustó de nuevo, como si hubiera visto un fantasma.

Perla miró su vaso con calma y dijo:

— Tenía sed. Bajé a tomar un poco de agua.

— ¿Y tú...? —Perla la observó con curiosidad.

— ¿Encontraste lo que fuiste a buscar?

— Sí… sí, ya lo tengo —asintió Marina, tratando de parecer tranquila.

Estaba a punto de huir escaleras arriba, pero Perla la detuvo otra vez.

— Per
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