Álvaro suplicó: —¡Está bien, está bien, no me pegues más! Soy un hombre, no voy a rebajarme a tu nivel.El cojín cayó justo de su frente y terminó sobre su pecho. Lo abrazó y caminó hacia el sofá para sentarse. Miró a Marina de arriba a abajo y dijo:—Sí que te has arreglado bastante, ¿a quién vas a ver?De repente, le vino una idea y su mirada cambió.—No me digas que ya tienes novio, ¿no? ¿En tan pocos días desde que llegaste a Puerto Mar ya conociste a un chico guapo?Aunque William nunca lo había dicho en público, él sabía que su hermano siempre había tenido novias. Perla también estuvo con César en su momento, y ahora Marina ya tiene novio. ¿Será que ahora toda la familia tiene pareja, menos él?—¿A quién voy a ver no te importa? Métete en tus propios asuntos. —Marina miró la hora, Ricardo ya la estaba esperando en la esquina.Desbloqueó la pantalla del celular, apartó la mano de Andi y se dio vuelta para irse.Álvaro se puso nervioso:—Eh, no, ¿vas a dejarme con los dos niños pa
—Lo que yo digo, desaparecer durante años y luego decir que estuvo muerta es solo una excusa. Probablemente se largó a otro país a tener hijos con algún viejo rico.Anora explicó todo:—No, yo vi a su novio, ¡está como Dios manda y tiene una actitud muy elegante y de caballero!—Entonces probablemente la dejó el viejo de antes y se metió con otro perro. —Natalia no creyó lo que dijo Anora, pensando que ella sabía perfectamente el tipo de persona que es Marina.Josie Baron soltó el cuchillo y el tenedor, y con cara preocupada dijo:—No podemos dejar que Marina siga por ese camino. Venderse como una zorra no está bien, ¡tenemos que hacer algo para que vuelva al buen camino!—Si ella quiere, ¿crees que vale la pena aconsejarle? ¡No te metas en asuntos que no te importan! —Dylan Fortin dijo con enojo.En la universidad, él intentó ligarse a Marina, pero ella lo rechazó frente a toda la escuela. Y aun así, ella terminó siendo mantenida por un hombre mayor.Prefería ser amante de otro antes
—Mejor no sigamos hablando, volvamos a comer.Josie también vio a Ricardo. Como dijo Anora, estaba muy elegante.Mucho más guapo que su novio Dylan, y su actitud era mucho más refinada que la de él.Se agarró la frente, bajó un poco la cabeza, y con un ángulo de 45 grados, miró a Ricardo Meyer en secreto. Sus ojos brillaban, y parecía tan pura e inocente como un conejito, tan patética y débil.Su novio actual era Dylan, el hombre más rico con el que pudo meterse cuando estaba en la universidad.Se acercó a él durante mucho tiempo, con insinuaciones claras, pero él terminó enamorándose de Marina.¿Cómo no podría estar celosa de ella?Pasaron los años, y ahora el hombre que estaba junto a Marina era incluso más guapo que su propio novio. ¡Esto ya era demasiado!Dylan se puso al lado de Josie, con una cara decepcionada, mirando a Marina:—Tienes una excelente educación, podías conseguir un buen trabajo después de graduarte, ¿por qué tienes que acostarte con tipos para ganar dinero? ¡Es qu
En la amplia cama de un hotel en el extranjero de Valle Motoso.Dos almas estaban estrechamente abrazadas haciendo el amor. En el clímax de la pasión, la voz ronca llena de un magnetismo casi sensual de César Balan, le susurraba al oído:—Lorena, quiero que tengamos un hijo producto de todo este amor.Ella, perdida en el deseo del momento, respondió un sí.Al terminar y aún abrazados, Lorena recordó lo que él había dicho.—¿Dijiste que quieres que tengamos un hijo?Sus ojos todavía brillaban con el deseo que no había desaparecido por completo, y esa mirada encendió de nuevo los pensamientos de César. Por alguna razón, su cuerpo siempre ejercía una lujuria irresistible sobre él. Intentó contenerse y sacó un anillo de compromiso que deslizó en el dedo anular de Lorena.—¿Estás en verdad pidiéndome en matrimonio?—Sí, quiero que seas mi esposa, y ¿así me podrás dar ese niño que tanto anhelo tener? —preguntó César con una sonrisa. En sus ojos había indulgencia, pero no amor.Pero esa mirad
No supo cómo, pero las lágrimas comenzaron a caer, y el maquillaje de ojos recién hecho ya estaba vuelto nada. Sus ojos se posaron entonces en el anillo de diamantes. Lorena tenía una corazonada, una especie de presentimiento. Esa aparecida, ¿destruiría acaso la felicidad que ella había tanto esperado?Pero algo sí era cierto: no podía quedarse ahí parada de brazos cruzados; tenía que saber quién era esa mujer.Después de quedarse un momento en su lugar, se levantó sin más y regresó al hotel.El avión había alcanzado su destino, Puerto Mar.En el hospital del Sagrado Corazón.Lorena estaba parada frente a la puerta de la habitación del hospital, abrazándose a sí misma. A través de la ventana de la puerta, intentaba mirar hacia dentro. Allí estaba el intimo amiguito de César; Ricardo Meyer, director del hospital, y otros doctores quienes chequeaban a la mujer que se movía inquieta en la cama.Dos enfermeras sostenían a la mujer para que no se alborotara tanto. En el avión, ya le habían
En el jardín del Hospital del Sagrado Corazón.La noche primaveral aún era fría. El sereno soplaba con un silbido áspero, a veces suave como un lamento y otras veces venía feroz, se sentía como un susurro mordaz o quizás una voz de reproche perene. El sonido de una fosforera rompió el silencio, y dos puntos de luz se encendieron. El humo del cigarro flotaba en el aire, confundiendo la vista de cualquiera.—Ya que Teresa ha regresado. ¿Qué piensas hacer ahora? —preguntó Ricardo Ignacio.No mencionó a Lorena, pero ambos sabían de qué hablaba.Una era el primer amor de la universidad, ese recuerdo juvenil que siempre queda en el corazón, la mujer que había salvado la vida a César.La otra, su novia durante tres años, con quien había compartido las mayores intimidades y aventuras y a quien ya le había propuesto matrimonio.César permaneció en silencio un buen rato antes de responder:—Ella solo es un reemplazo. Su existencia era únicamente valida solo para sustituir a Tere. Compararla con
Buscó el control de las luces, encendió la lámpara y apagó las velas con lo primero que encontró.Sacó del armario su pijama para luego darse un baño. Antes de entrar al baño, notó sin querer que todavía llevaba el anillo en su mano izquierda. Se lo quitó y lo arrojó al fondo de la caja de joyas.Cuando salió del baño, sacudió de la cobija los pétalos de rosa de la cama. Luego se metió bajo las sábanas cubriéndose la cabeza para dormir.Como de costumbre, se acostó en el lado izquierdo de la cama. César siempre la abrazaba por detrás convirtiéndose en una sábana más dispuesta a abrigarla a ella. Ahora, la gran cama tenía un enorme espacio vacío.Miró hacia la derecha, y ese vacío le molestaba. Se acomodó en el centro de la cama y tiró la otra almohada con desdén. Solo entonces se sintió cómoda.Apagó la luz y cerró los ojos.Pasaron dos días sin recibir noticias de César. Probablemente estaba en el hospital acompañando a Teresa, o trabajando quizás en la oficina.A Lorena no le importa
Dicen que los tipos adinerados como él, son fríos e insensibles en cuestiones personales, que cambian de mujer como de ropa interior, porque creían que con tener dinero podrían hacer lo que se les viniera en gana. Sin embargo, el presidente solo había tenido a Lorena durante estos tres años. Todos pensaban que era alguien fiel, pero al final, cambiar de pareja le resultaba igual que nada. ¿Quién sabe cuánto tiempo podrá quedarse Teresa a su lado?Clara había entrado en la empresa cuando César tomó las riendas del Grupo financiero Runpex hace tres años. No sabía nada sobre el enredo emocional entre Teresa y César.En el centro comercial Lorena estaba seleccionando ropa. Cada prenda que escogía estaba completamente alejada del estilo dulce y tierno que a Cesar tanto le encantaba.—Bebé, ¿has cambiado de estilo? —preguntó Marina al verla sostener un vestido largo negro con tirantes sensuales y una abertura en el dobladillo. Ese vestido, ajustado al cuerpo curvilíneo de Lorena, seguramente