Capítulo 362
Marina miró la hora. Eran las tres de la madrugada.

—El abuelo de César va a morirse —dijo Ricardo por teléfono, con la voz apagada, como si no tuviera ganas de hablar.

—¿Cuéntame? —Marina se incorporó de golpe en la cama. El sueño se le fue al instante, y su cara reflejaba sorpresa.

¿El abuelo de César?

Trató de recordar... debía ser el papá del papá de César.

No era raro que se quedara en blanco por un momento. El pariente más anciano que tenía era su mamá. Ni siquiera había tenido abuelos.

Ricardo dijo:

—Estoy yendo para tu casa. Espérame en la esquina, hay algo que quiero hablar contigo.

—Ah, vale… Pero maneja con cuidado, ¿sí?

Colgó. Marina no sabía bien qué sentir. Se rascó la cabeza, se quitó el pijama y se cambió para esperar a Ricardo.

No pasó ni media hora cuando su celular vibró. Marina echó un vistazo, abrió la puerta con cuidado y se preparó para salir.

Apenas dio un paso, el susto casi le para el corazón.

—¿Hermana? ¿Todavía andas despierta? —preguntó Perla, sorprendida.

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