¿Qué significaba aquello de “algo bueno para los dos”?
Esa era la pregunta que no dejaba de rondar la cabeza de Rania, ¿y por qué ella tenía la sensación de que el príncipe había intentado decirle algo?La familia real no se había molestado en ofrecerle una ceremonia tradicional para la pedida de su mano, para ellos Rania no se merecía nada y ella estaba a gusto con eso.La chica no quería seguir soportando aquella farsa, ella no era una novia feliz, era una mujer que había sido secuestrada que quería gritar por ayuda, pedir socorro, escapar… huir de aquella pesadilla que seguramente solo estaría empezando. Pero ella encontraría la manera de salir de esa situación y regresar a su casa con sus amigos y con el amor de su vida, porque ella estaba segura de que Brian la estaría buscando.Aquella noche ella estaba sentada en la ventana de la habitación pensando en como había terminado en aquel lugar y en la estupidez de visitar a su maldito padre que la había engañado para secuestrarla y después venderla como si fuera una yegua reproductora.En medio del silencio que había aquella noche, Rania escuchó la música que venía del pasillo y pegó el oído en la puerta para escuchar qué ocurría afuera.En el Palacio de la familia Al Thani no la habían recibido como la futura esposa del príncipe heredero, sino que la habían acomodado en uno de los dormitorios destinados a los empleados. Era la manera que tenía Fátima de hacerle entender que jamás sería aceptada en su familia, pero Rania no estaba a disgusto en ese lugar. Por las noches escuchaba las charlas que tenían los empleados, algunos chismes del palacio, incluso los escuchaba cantar.Ella salió de su habitación movida por la curiosidad, aunque su tío le había prohibido hacerlo, pero la chica estaba intrigada con lo que sucedía y siguió la música hasta llegar a un pequeño salón donde las criadas cantaban y bailaban.Una de las mujeres la vio y se arrodilló rápidamente en señal de respeto, entonces las demás hicieron lo mismo al verla.—Por favor no hagan eso, no es necesario. —Pidió Rania con cordialidad y una de las mujeres se acercó a ella. Una chica muy joven de mirada tímida que Rania ya conocía, se llamaba Aisha.—Usted será la esposa del príncipe, es nuestra obligación tratarla con respeto, aunque otros hayan decidido no hacer lo mismo. —Dijo Aisha apenada haciendo referencia al lugar donde habían hospedado a la prometida del heredero. —Este no es lugar para la futura princesa.—Es un lugar donde están personas buenas y trabajadoras por lo que veo —contestó Rania mirando alrededor. –con esto me basta y me sobra. Además, dudo mucho que arriba se diviertan tanto como vosotras. –sonrió y Aisha se encogió de hombros.Rania se unió a ellas para escucharlas cantar y algunas empezaron a bailar en el centro de la sala. Entonces Aisha con toda su curiosidad preguntó.—¿Usted sabe bailar señorita Rania?—No creo Aisha, la señorita viene del Occidente. La mayoría de las mujeres musulmanas que crecen allá no están familiarizadas con nuestra cultura. —Opinó una mujer mayor y Aisha frunció el ceño.—¿Entonces si no sabe bailar la danza del vientre cómo hará para agradar a su marido? —Se interesó Aisha y Rania soltó una risita. –Tendrá que tener otras habilidades, pero sabemos que saber cocinar por ejemplo no ayuda en la intimidad del dormitorio.—Aprendí la danza del vientre por el arte que significa, por como me hace sentir cuando bailo. No lo hice para agradar a un hombre, sino para agradarme a mí misma. —Afirmó Rania y las criadas la miraron sorprendidas.—¿Entonces usted sí sabe bailar señorita? –Preguntó otra criada y Rania asintió. —¡Baila para nosotras, queremos ver cómo aprenden a bailar en el Occidente!—¡Adesa no molestes a la señorita! –La reprendió la más mayor.—No es ninguna molestia, puedo hacerlo. —Aseguró Rania levantándose para bailar y Aisha aumentó el volumen de la música.Nada hacía más feliz a Rania que bailar, seguir la música, entregarse a ella y olvidarse de todo lo demás. De las injusticias del mundo, de sus obligaciones impuestas por otros y de su cautiverio.No muy lejos de aquella sala en la habitación de Farid, el príncipe Karim buscaba alguna pista del paradero de su hermana Farah, ya que el jefe de seguridad sabía dónde estaba. Farid era la sombra del Emir y conocía todos sus secretos, en el caso de Farah no podía ser distinto. Karim necesitaba encontrar cualquier cosa, pero no había nada.Él se sentó en la cama de Farid colocando la cabeza entre las manos deseando golpear algo para quitarse de encima la impotencia que sentía, el desespero de no saber dónde estaba Farah, dónde su padre la tenía escondía.Karim estaba cada vez más angustiado, la boda de aproximaba y la única posibilidad de librarse de ella era encontrando su hermana para después llevarla lejos de su familia, sino terminaría casado con una desconocida y sabía que si eso llegaba a suceder perdería a Amanda para siempre, pues ella jamás le perdonaría esa traición. En ese momento de angustia e ira la melodía llegó a sus oídos y él se sintió atraído a ir hacia ella.Caminando despacio por el pasillo en la penumbra, Karim sabía que no debía estar allí, pero sus piernas lo llevaban hasta aquel salón como si no tuviera control sobre su cuerpo.La música era suave, pero sonaba como un hechizo que lo arrastraba hasta ella… hasta aquella mujer que bailaba y cuando la vio el resto del mundo, todo lo que rodeaba a Karim desapareció por completo y solo existía ella, la mujer que bailaba la danza del vientre y que con su baile se veía capaz de seducir a cualquier hombre sobre la tierra.Rania dejaba la música entrar en su cuerpo y la manera como se movía hipnotizaba a cualquiera que la estuviera viendo. Cada uno de sus movimientos era perfecto, desde sus caderas hasta las manos que sujetaban una tela transparente girándola sobre su eje, algo que hacía su danza aún más electrizante.Karim estaba hechizado observando sus curvas, sus ojos tan hermosos, la mirada de una mujer que quería descubrir el mundo. Se veía exquisitamente bella mientras bailaba y cuando puso la pierna sobre la mesita de centro echando su cuerpo hacia atrás, la tela resbaló por su piel suave y el príncipe sintió un latigazo de deseo en su entrepierna, una parte de él quería tocarla…perderse en ella, entonces se pegó una bofetada mental. ¿Qué estaba haciendo? Se preguntó porque él no podía mirar de aquella manera a otra mujer. Karim Al Thani solo debía tener ojos para Amanda y no para ella, no podía mirar a su futura esposa.—¡El príncipe! –Gritó una de las criadas que percibió su presencia y todas las mujeres se arrodillaron.Karim se sonrojó al ver a Rania que cubrió su cuerpo rápidamente con la prenda estaba utilizando para bailar y por miedo a la reacción de su prometido salió corriendo para regresar a su habitación y cuando Karim quiso buscarla Aisha se lo impidió.—¡Majestad no está bien que la haya visto en esos trajes y menos bailando! –Habló la chica con nerviosismo sin levantar la mirada del suelo, pero tenía que decirlo.Karim se sintió confundido, nervioso y todo su cuerpo estaba caliente después de reaccionar a la visión de Rania danzando. A consecuencia de la confusión que tenía con relación a su prometida y a la necesidad de darse un baño de agua fría, el príncipe también abandonó la sala con pasos apresurados.Rania entró en su habitación con el corazón en la boca, su pecho subía y bajaba frenéticamente. Ella pegó la espalda en la puerta después de cerrarla y notó que sus mejillas estaban ardiendo.El príncipe la había visto bailar y vestida de una manera que en aquella cultura se consideraba indecorosa. Pero en medio de su vergüenza y miedo, había algo más y ese “algo más” estremeció cada músculo de su cuerpo. Ella terminó sentada en el suelo abrazando sus piernas dando vueltas a esos segundos en el que sus ojos se encontraron… fue tan fugaz, pero se había quedado grabado en su memoria.A la mañana siguiente Rania descubrió que su compromiso con Karim había salido en todos los periódicos del mundo. Todos hablaban sobre la futura princesa de origen humilde que había robado el corazón del heredero del Emirato de Arabia Saudí. Todo era tan abrumador, todos los que la rodeaban decían lo afortunada que era, pero ella sólo podía pensar en Brian y en que seguramente habría leído aquella noticia y estaría pensando lo peor de ella, cuando en realidad Rania solo quería regresar con él. Ella no podía dejar de llorar desde que Aisha le había llevado aquella noticia y cuando su tío entró por la puerta, ella lanzó el periódico en su cara. —¡Maldito infeliz me has desgraciado la vida! –Vociferó y Aisha retrocedió asustada con su reacción, pero Idris tomó a Rania del brazo mientras que ella peleaba intentando golpearlo. — ¡No tienes derecho a hacerme esto, yo no soy un objeto que puedas vender! Idris la calló con una bofetada tirándola al suelo y la chica sintió el sabor de la s
—¡Amanda por favor, tú solo escúchame!–Suplicó Karim, pero la mujer al otro lado de la línea no le dejaba hablar. —¡Me habían avisado de que esto sucedería, que volverías a tú país para estar con una mujer de tu religión y era cierto…me has traicionado Karim! –Lo acusó Amanda llorando, el príncipe de su cuento de hadas le había roto el corazón. —¡Yo solo te amo a ti y esa boda es una farsa te lo juro! –Declaró Karim desesperado, no quería perderla. —Solo déjame explicarte todo Amanda, te lo suplico. —Ya está todo explicado, no quiero que vuelvas a buscarme nunca más. –Contestó Amanda y antes de que Karim pudiera decir algo más, ella colgó la llamada. El príncipe heredero estaba viviendo una pesadilla, había perdido al amor de su vida y no sabía que hacer para volver a recuperarla. Dos días después de aquella conversación Karim junto con su padre y el tío de Rania organizaron todo para firmar el contrato matrimonial. Al príncipe le importaba poco todo aquel protocolo, en realidad
—¡Felicidades querida que Alá bendiga tu vientre y puedas honrar a tu marido con un hijo varón sano y fuerte! Esa fue una de las tantas felicitaciones que Rania había escuchado durante la ceremonia de su boda. Le resultaba innecesario la celebración, ellos ya habían firmado el acta de matrimonio ante el Sheikh, el maestro de ceremonia y por supuesto su tío Idris, el Emir y otro hombre más habían sido testigos de su unión con el príncipe. Ella y Karim estaban sentados en tronos hechos de oro, el príncipe hablaba poco y no contestaba a los buenos deseos que le brindaban los invitados. Rania podía ver lo triste y distante que estaba, y tenía la seguridad de que debía verse de la misma manera. Toda aquella hipocresía le daba asco, pero una de las felicitaciones le causó una emoción diferente, no le pareció repugnante, sino que le resultó ser lo más triste que podría escuchar en aquel día. Una mujer de baja estatura se acercó a ella con mucha timidez. Rania ya la había visto algunas ve
El problema no era confiar, era pasar por tal humillación y no salir completamente rota de aquel momento tan degradante. Rania siempre se había considerado una romántica que soñaba con su primera vez de ensueño. Ella no había guardado su virginidad por las creencias de su familia, sino que lo había hecho porque creía de verdad que algo tan especial debería ser vivido al lado de alguien a quien amas, abrir su intimidad para otra persona por primera vez tenía que ser algo memorable. Como otras chicas con sus mismas ideas, ella esperaba a su príncipe encantado… pero allí estaba sintiendo como las manos de un príncipe bajaban despacio el albornoz hasta que cayó a sus pies y el calor del hombre a su espalda. El escalofrío que había sentido cuando Karim lavó sus pies no era nada comparado a todo lo que estaba sintiendo en ese momento. El príncipe la giró muy despacio para mirarla de frente, pero Rania cerró los ojos, ella no quería guardar absolutamente nada de aquella experiencia en su m
—Rania ha demostrado ser digna de su esposo, con eso ya puedes estar tranquilo. –Anunció Hana, la esposa de Idris bajando la cabeza delante de su esposo y él esbozó una gran sonrisa. —Con eso estoy más cerca de lograr todos mis objetivos. –Susurró.Los dos estaban hablando en un rincón del jardín en mitad de la noche. Idris no hablaba sobre sus planes dentro del palacio pues sabía que el Emir lo vigilaba e incluso lo veía capaz de haber puesto micrófonos en su habitación. —Rania solo tiene que dar un hijo al príncipe para afirmarse a su lado. Después de eso obligaré al Emir a darme un puesto en el Consejo Supremo. –Reveló Idris y su mujer lo miró preocupada, en sus ojos había demasiada ambición. —¿No crees que estás presionando demasiado al Emir, mi marido?–Preguntó y Idris la miró molesto. –Él te ha dado muchos negocios, vivimos muy bien en Marruecos y ahora Rania está casada con el principe.Gracias a eso nuestra hija también tendrá un buen esposo. El Emir es un hombre peligroso y
Después de aquella noche Rania no había vuelto a ver a Karim. Cuando ella amaneció en su cama al día siguiente estaba sola con Aisha que le comunicó que el príncipe la había hecho jurar que no se separaría de su esposa en ningún momento, que a partir de aquel instante Aisha era la nueva empleada personal de Rania y eso fue lo único que supo la chica de él durante días. Cuando finalmente se recuperó, Rania tuvo que volver a compartir la mesa con la familia real en las comidas, pero le resultaba raro tener que comer algo preparado únicamente por Aisha pues según la criada ella necesitaba cuidarse después de su reciente enfermedad. También era incómodo estar en la misma mesa que Fátima, pues Rania podía sentir la mirada de su suegra sobre ella, pero también era el único momento del día en que veía a su esposo. Él estaba seguro de que ella debía sentirse incómoda a su lado y por eso había decidido seguir manteniendo la distancia entre ellos, pero no podía dejarla sola pues no confiaba
Estar en un aeropuerto era como ver la puerta de la jaula abierta, desear volar y sentir que tus alas están bloqueadas, que no puedes hacerlo. Rania caminaba al lado de Karim dirigiéndose al jet privado pensando en eso. Detrás de ellos iban Malika y Amín, y alrededor custodiando a los hijos del Emir iban más de diez escoltas. Pero no eran esos hombres lo que le impedían escapar, era el acuerdo que había hecho con Karim. Rania sabía que si decidía huir en aquel momento seguramente el mismísimo príncipe la acompañaría al avión, pero su libertad sería el encierro de por vida de una niña inocente al lado de un monstruo. Entonces por la hermana de su esposo, Rania decidió subirse al jet y ejercer de buena esposa. El viaje le resultó incómodo, durante el vuelo Rania tenía la sensación de que Amín no dejaba de observarla y estaba en lo cierto. El hermano pequeño de su esposo estaba cada vez más obsesionado con ella y ya le costaba disimular. En el hotel los miembros de la familia real fue
—¡Majestad, el chofer ya está esperando en la entrada del hotel! – Le notificó uno de los escoltas y Karim echó un ojo a su reloj para ver la hora. Estaba impaciente y a nada de llamar a la puerta de la habitación de Rania. Todo el equipo que había ido para prepararla ya se había marchado desde hacía más de media hora, pero ella seguía encerrada. —¡Rania! –La llamó con un tono de preocupación. –¿Va todo bien? —¡Sí, ya salgo!–Exclamó la chica y Karim se apartó de la puerta, él no sabía exactamente porqué, pero se sentía ansioso por verla. –¡Ya estoy lista! Rania abrió la puerta guardando un labial dentro de la pequeña cartera plateada y que conjuntaba con el vestido que se pegaba a su piel resaltando su figura. Su cabello recogido en un moño bajo, unos pendientes simples que eran la única joya que llevaba y poco maquillaje. Se veía hermosa y cuando levantó el rostro para ver a su esposo, el príncipe estaba de pie a unos metros de ella embobado. Su sorpresa era tan evidente que Rani