Después de un mes sin saber nada de Rania, Brian decidió plantarse en la puerta de su casa. Sabía que su relación con ella debía mantenerse en secreto así que solo se presentó como un compañero de la Universidad, pero su tío le dijo que ella estaba con su familia y que no volvería tan pronto a casa.
Hamza se negó a decirle a Brian dónde vivía la familia paterna de Rania, el hombre no entendía porque aquel joven tenía tanto interés en su sobrina y eso no le gustó. Por lo tanto, cerró la puerta de casa en las narices de Brian, pero él no se iba a dar por vencido. Algo le decía que en aquel asunto había gato encerrado y Brian estaba dispuesto a accionar a todos los detectives posibles hasta descubrir dónde estaba su novia.En el palacio de la familia Al Thani, Rania fue bañada por las criadas y tuvo que conocer a Fátima Al Thani la madre de su futuro prometido. La mujer se había quedado cerca desde que ella había llegado y junto con ella había otra más. Una tal Samira Al Maktum que resultaba ser la hija del emir de Dubái.—¡Quítenle esa mugre que lleva encima, desde aquí me repugna su olor! —Escupió Fátima y Samira se tapó la nariz. —Huele a pobreza y gente sin clase alguna.—Estoy segura de que Karim no soportará estar ni un minuto en la presencia de esta mujer. — Agregó Samira buscando humillar a la chica, todo para disimular su envidia. Rania no solamente se iba a casar con el hombre que la princesa siempre había deseado, sino que también era una mujer muy hermosa. Pues Samira a pesar de su status carecía de hermosura, ella se veía simple e insignificante al lado de la belleza de Rania.La chica miró a la princesa con rabia, por sus intentos de menospreciarla. Ella pensaba contestar, pero hizo una mueca de dolor cuando la criada tiró de sus cabellos a propósito peinándola.De la familia de Rania solo tenía presente en aquel baño a la esposa de su tío Idris, que se llamaba Hana y a su hija que al parecer trataba a la princesa como si fuera una diosa.—Dudo mucho que esta mujer haya guardado su virtud. Escuché a alguien decir que es hija de una sucia adúltera. —Dijo Samira y Rania percibió esa punzada de desprecio en su voz, pero también había algo más que se notaba en el ambiente.—Si no es virgen la mataremos por faltar al respeto a la familia Al Thani, pero sí lo es no debes preocuparte mi querida Samira. —Contestó Fátima tomando la mano de la princesa con un gesto maternal. –Esta porquería no se iguala a ti.Cuando Rania salió de la bañera, Samira se plantó delante de ella.—Una plebeya como tú jamás será suficiente para satisfacer a un hombre como el príncipe. Por eso yo seré la primera esposa cuando me casé con él y tú quedarás en el olvido. —Escupió Samira con una mirada triunfante.—Por mí puede quedarse con ese príncipe enterito para usted princesa, porque si necesita comprar una mujer dudo mucho que sea un hombre de verdad. —Respondió Rania y su tía tiró de sus cabellos para reprenderla.Rania tenía ganas de gritar, de huir y si posible hasta matar a alguien, pero ella sabía que su vida corría peligro entre aquella gente. Entonces solo podía aguantar hasta encontrar la forma de escapar de aquel lugar.—Contestona, una mujer así se merece tener la lengua cortada. —Habló Fátima despreciándola con la mirada y Rania levantó la barbilla orgullosa, no pensaba tener buenos modales con aquella gente. Demasiado ya tenía con tener que soportarlos.Después la emira y la princesa salieron de la habitación mientras que las criadas preparaban a Rania para conocer al príncipe. Le prepararon un vestido simple, que no llamaba mucho la atención y el maldito velo que ella tanto odiaba.Rania estaba impresionada con la belleza del palacio, que supuestamente sería su nuevo hogar, pero para ella nada superaba la casa de sus tíos en Estados Unidos. La chica los echaba en falta y le habían permitido hablar con ellos un par de veces por teléfono. Ella sabía que estaban sufriendo por ella, pero que ellos también tenían sus manos atadas. Poco podía hacer el Gobierno de Estados Unidos para interceder por una ciudadana marroquí en su país, con las leyes que tenían.En la gran sala de estar Idris esperaba por ella y Rania se puso a su lado por órdenes de su tía. Ella se dio cuenta de que estaban rompiendo con una parte de la tradición. La pedida de mano no se haría en la presencia de su padre, sino que en la de su tío y sin seguir la correspondiente ceremonia, apenas un encuentro rápido entre los novios.Ella estaba nerviosa y agradecía de verse tan humilde con la ropa que Fátima había elegido para ella, con la intención de no realzar su belleza. Rania no quería llamar la atención de su prometido, ella solo quería ser rechazada por él y así poder volver a casa. Algo que Idris jamás permitiría en verdad, si no la casaba con el príncipe la vendería a algún empresario de Marruecos, pero eso era algo de lo cual la chica no tenía conocimiento.Entonces de repente unas enormes puertas se abrieron, y bajo el umbral en forma de arco pasó el Emir acompañado de sus esposas y sus dos hijos mayores, uno de ellos su prometido. Rania rápidamente bajo la vista al suelo, ella no quería ver el hombre que la estaba comprando.Karim miró a su prometida con curiosidad. Llevaba un vestido muy simple para una futura princesa, también se veía pequeña y delicada, pero algo en ella llamó su atención, el velo. Entonces rompiendo el protocolo el príncipe que debería dirigirse únicamente al tío de Rania caminó hasta a ella.—¿Karim que estás haciendo? –Cuestionó Fátima desconcertada con la actitud de su hijo que la ignoró totalmente.Rania se dio cuenta de que el ambiente en la sala era tenso y cuando escuchó los pasos de Karim no pudo evitar levantar la cabeza para mirarlo, su curiosidad fue más grande que sus ganas de rechazarlo y se quedó embobada cuando lo vio.Era hermoso, mucho más de lo que ella se había esperado de un príncipe. Sus cabellos negros, la piel blanca y los ojos claros … un tono azul tan bonito que la dejó hipnotizada. No llegaba a los treinta años, pero su apariencia imponía respeto y se veía muy seguro de sí mismo.—Me han dicho que te has criado en Estados Unidos, ¿eso es correcto? —Preguntó y Rania se estremeció, su voz eran tan bonita que parecía haberla hechizado.Rania no sabía que contestar, hipotéticamente ella no podía dirigirle la palabra.—Dime Rania, ¿es verdad que creciste en Estados Unidos? – Insistió y ella bajó la cabeza nerviosa, pero su mirada era tan dulce que Karim no quería apartar la vista de sus ojos y levantó su barbilla con la mano escandalizando a algunos de los presentes. —Por favor, contéstame.—Es cierto, he pasado la mayor parte de mi vida en Estados Unidos. —Contestó con firmeza ignorando aquella sensación extraña que él estaba provocando en ella.Karim la miró con curiosidad, una chica que había crecido lejos de sus tradiciones, pero llevaba el velo puesto. Eso le hizo preguntarse a sí mismo si era una mujer religiosa o si le habían obligado a llevar el velo.—¿Te han obligado a ponerte el velo o ha sido tu elección? —Indagó y ella levantó el rostro sorprendida por la pregunta, después miró a su tío que le apretó el brazo haciéndola jadear, una actitud que causó desagrado en el príncipe.Karim no permitiría que nadie maltratase una mujer delante de él. Entonces agarró la mano de Idris apartándola de la chica y el hombre lo miró molesto, pero no podía hacer o decir nada. Él no era quien para enfrentarse al príncipe.—Rania quiero escuchar tu respuesta. ¿Llevas el velo porque quieres o te lo ha impuesto alguien? —Pregunta otra vez, pero mirando a Idris directo a los ojos.Rania no entendía el motivo de su interés, supuestamente era lo que querían todos los hombres. Una mujer que fuera obediente, religiosa y recatada, pero ella no era nada de eso. Así que contestó sin miedo a las represalias.—Me han obligado a llevarlo de la misma manera que me han forzado a aceptar este compromiso. — Declaró con fiereza y el príncipe sin decir nada llevó la mano a su velo.Su piel rozó con la de ella apenas por un segundo, pero fue suficiente para provocar una corriente eléctrica que recorrió sus cuerpos. Rania dejó de respirar en ese momento y Karim tiró del velo soltando su largo cabello.Su belleza era sin duda digna de una reina, era perfecta en todos los sentidos de la palabra y Karim se pegó una bofetada mental pensando que no era posible que la belleza de otra mujer lo cautivara tanto, cuando él solo tenía ojos para su novia que estaba en Florida, Amanda.Pero él no fue el único que se impresionó con lo hermosa que era la joven, su hermano Amín, un hombre caprichoso y que envidiaba a su hermano también se vio encantado por la belleza de Rania.El corazón de Rania aceleró cuando el velo cayó al suelo y Samira que también estaba presente sintió envidia por la manera como el príncipe miraba a la plebeya y todos se sorprendieron al escuchar sus palabras.—No quiero que vuelvas a llevar el velo nunca más, a menos que tú decidas hacerlo y si de verdad eres una mujer que sabe lo que vale, espero que jamás lo hagas. —Habló con seriedad.Karim tomó una cajita de terciopelo roja que estaba guardada en su bolsillo y sacó de su interior un bellísimo anillo de diamantes que llevaba siglos en la familia Al Thani, después lo puso en el dedo de Rania.—A partir de ahora eres mi prometida y como nuestras familias han acordado dentro de muy poco se realizará nuestra ceremonia de matrimonio. —Dijo mirándola a los ojos y sintió la tristeza en ellos, él la entendía. Estaba seguro de que Rania debía tener unas ganas terribles de huir al igual que él. —Espero que podamos sacar de nuestra unión algo bueno para los dos o por menos intentarlo.¿Qué significaba aquello de “algo bueno para los dos”? Esa era la pregunta que no dejaba de rondar la cabeza de Rania, ¿y por qué ella tenía la sensación de que el príncipe había intentado decirle algo? La familia real no se había molestado en ofrecerle una ceremonia tradicional para la pedida de su mano, para ellos Rania no se merecía nada y ella estaba a gusto con eso. La chica no quería seguir soportando aquella farsa, ella no era una novia feliz, era una mujer que había sido secuestrada que quería gritar por ayuda, pedir socorro, escapar… huir de aquella pesadilla que seguramente solo estaría empezando. Pero ella encontraría la manera de salir de esa situación y regresar a su casa con sus amigos y con el amor de su vida, porque ella estaba segura de que Brian la estaría buscando. Aquella noche ella estaba sentada en la ventana de la habitación pensando en como había terminado en aquel lugar y en la estupidez de visitar a su maldito padre que la había engañado para secuestrarla
A la mañana siguiente Rania descubrió que su compromiso con Karim había salido en todos los periódicos del mundo. Todos hablaban sobre la futura princesa de origen humilde que había robado el corazón del heredero del Emirato de Arabia Saudí. Todo era tan abrumador, todos los que la rodeaban decían lo afortunada que era, pero ella sólo podía pensar en Brian y en que seguramente habría leído aquella noticia y estaría pensando lo peor de ella, cuando en realidad Rania solo quería regresar con él. Ella no podía dejar de llorar desde que Aisha le había llevado aquella noticia y cuando su tío entró por la puerta, ella lanzó el periódico en su cara. —¡Maldito infeliz me has desgraciado la vida! –Vociferó y Aisha retrocedió asustada con su reacción, pero Idris tomó a Rania del brazo mientras que ella peleaba intentando golpearlo. — ¡No tienes derecho a hacerme esto, yo no soy un objeto que puedas vender! Idris la calló con una bofetada tirándola al suelo y la chica sintió el sabor de la s
—¡Amanda por favor, tú solo escúchame!–Suplicó Karim, pero la mujer al otro lado de la línea no le dejaba hablar. —¡Me habían avisado de que esto sucedería, que volverías a tú país para estar con una mujer de tu religión y era cierto…me has traicionado Karim! –Lo acusó Amanda llorando, el príncipe de su cuento de hadas le había roto el corazón. —¡Yo solo te amo a ti y esa boda es una farsa te lo juro! –Declaró Karim desesperado, no quería perderla. —Solo déjame explicarte todo Amanda, te lo suplico. —Ya está todo explicado, no quiero que vuelvas a buscarme nunca más. –Contestó Amanda y antes de que Karim pudiera decir algo más, ella colgó la llamada. El príncipe heredero estaba viviendo una pesadilla, había perdido al amor de su vida y no sabía que hacer para volver a recuperarla. Dos días después de aquella conversación Karim junto con su padre y el tío de Rania organizaron todo para firmar el contrato matrimonial. Al príncipe le importaba poco todo aquel protocolo, en realidad
—¡Felicidades querida que Alá bendiga tu vientre y puedas honrar a tu marido con un hijo varón sano y fuerte! Esa fue una de las tantas felicitaciones que Rania había escuchado durante la ceremonia de su boda. Le resultaba innecesario la celebración, ellos ya habían firmado el acta de matrimonio ante el Sheikh, el maestro de ceremonia y por supuesto su tío Idris, el Emir y otro hombre más habían sido testigos de su unión con el príncipe. Ella y Karim estaban sentados en tronos hechos de oro, el príncipe hablaba poco y no contestaba a los buenos deseos que le brindaban los invitados. Rania podía ver lo triste y distante que estaba, y tenía la seguridad de que debía verse de la misma manera. Toda aquella hipocresía le daba asco, pero una de las felicitaciones le causó una emoción diferente, no le pareció repugnante, sino que le resultó ser lo más triste que podría escuchar en aquel día. Una mujer de baja estatura se acercó a ella con mucha timidez. Rania ya la había visto algunas ve
El problema no era confiar, era pasar por tal humillación y no salir completamente rota de aquel momento tan degradante. Rania siempre se había considerado una romántica que soñaba con su primera vez de ensueño. Ella no había guardado su virginidad por las creencias de su familia, sino que lo había hecho porque creía de verdad que algo tan especial debería ser vivido al lado de alguien a quien amas, abrir su intimidad para otra persona por primera vez tenía que ser algo memorable. Como otras chicas con sus mismas ideas, ella esperaba a su príncipe encantado… pero allí estaba sintiendo como las manos de un príncipe bajaban despacio el albornoz hasta que cayó a sus pies y el calor del hombre a su espalda. El escalofrío que había sentido cuando Karim lavó sus pies no era nada comparado a todo lo que estaba sintiendo en ese momento. El príncipe la giró muy despacio para mirarla de frente, pero Rania cerró los ojos, ella no quería guardar absolutamente nada de aquella experiencia en su m
—Rania ha demostrado ser digna de su esposo, con eso ya puedes estar tranquilo. –Anunció Hana, la esposa de Idris bajando la cabeza delante de su esposo y él esbozó una gran sonrisa. —Con eso estoy más cerca de lograr todos mis objetivos. –Susurró.Los dos estaban hablando en un rincón del jardín en mitad de la noche. Idris no hablaba sobre sus planes dentro del palacio pues sabía que el Emir lo vigilaba e incluso lo veía capaz de haber puesto micrófonos en su habitación. —Rania solo tiene que dar un hijo al príncipe para afirmarse a su lado. Después de eso obligaré al Emir a darme un puesto en el Consejo Supremo. –Reveló Idris y su mujer lo miró preocupada, en sus ojos había demasiada ambición. —¿No crees que estás presionando demasiado al Emir, mi marido?–Preguntó y Idris la miró molesto. –Él te ha dado muchos negocios, vivimos muy bien en Marruecos y ahora Rania está casada con el principe.Gracias a eso nuestra hija también tendrá un buen esposo. El Emir es un hombre peligroso y
Después de aquella noche Rania no había vuelto a ver a Karim. Cuando ella amaneció en su cama al día siguiente estaba sola con Aisha que le comunicó que el príncipe la había hecho jurar que no se separaría de su esposa en ningún momento, que a partir de aquel instante Aisha era la nueva empleada personal de Rania y eso fue lo único que supo la chica de él durante días. Cuando finalmente se recuperó, Rania tuvo que volver a compartir la mesa con la familia real en las comidas, pero le resultaba raro tener que comer algo preparado únicamente por Aisha pues según la criada ella necesitaba cuidarse después de su reciente enfermedad. También era incómodo estar en la misma mesa que Fátima, pues Rania podía sentir la mirada de su suegra sobre ella, pero también era el único momento del día en que veía a su esposo. Él estaba seguro de que ella debía sentirse incómoda a su lado y por eso había decidido seguir manteniendo la distancia entre ellos, pero no podía dejarla sola pues no confiaba
Estar en un aeropuerto era como ver la puerta de la jaula abierta, desear volar y sentir que tus alas están bloqueadas, que no puedes hacerlo. Rania caminaba al lado de Karim dirigiéndose al jet privado pensando en eso. Detrás de ellos iban Malika y Amín, y alrededor custodiando a los hijos del Emir iban más de diez escoltas. Pero no eran esos hombres lo que le impedían escapar, era el acuerdo que había hecho con Karim. Rania sabía que si decidía huir en aquel momento seguramente el mismísimo príncipe la acompañaría al avión, pero su libertad sería el encierro de por vida de una niña inocente al lado de un monstruo. Entonces por la hermana de su esposo, Rania decidió subirse al jet y ejercer de buena esposa. El viaje le resultó incómodo, durante el vuelo Rania tenía la sensación de que Amín no dejaba de observarla y estaba en lo cierto. El hermano pequeño de su esposo estaba cada vez más obsesionado con ella y ya le costaba disimular. En el hotel los miembros de la familia real fue