Estar en un aeropuerto era como ver la puerta de la jaula abierta, desear volar y sentir que tus alas están bloqueadas, que no puedes hacerlo. Rania caminaba al lado de Karim dirigiéndose al jet privado pensando en eso. Detrás de ellos iban Malika y Amín, y alrededor custodiando a los hijos del Emir iban más de diez escoltas. Pero no eran esos hombres lo que le impedían escapar, era el acuerdo que había hecho con Karim. Rania sabía que si decidía huir en aquel momento seguramente el mismísimo príncipe la acompañaría al avión, pero su libertad sería el encierro de por vida de una niña inocente al lado de un monstruo. Entonces por la hermana de su esposo, Rania decidió subirse al jet y ejercer de buena esposa. El viaje le resultó incómodo, durante el vuelo Rania tenía la sensación de que Amín no dejaba de observarla y estaba en lo cierto. El hermano pequeño de su esposo estaba cada vez más obsesionado con ella y ya le costaba disimular. En el hotel los miembros de la familia real fue
—¡Majestad, el chofer ya está esperando en la entrada del hotel! – Le notificó uno de los escoltas y Karim echó un ojo a su reloj para ver la hora. Estaba impaciente y a nada de llamar a la puerta de la habitación de Rania. Todo el equipo que había ido para prepararla ya se había marchado desde hacía más de media hora, pero ella seguía encerrada. —¡Rania! –La llamó con un tono de preocupación. –¿Va todo bien? —¡Sí, ya salgo!–Exclamó la chica y Karim se apartó de la puerta, él no sabía exactamente porqué, pero se sentía ansioso por verla. –¡Ya estoy lista! Rania abrió la puerta guardando un labial dentro de la pequeña cartera plateada y que conjuntaba con el vestido que se pegaba a su piel resaltando su figura. Su cabello recogido en un moño bajo, unos pendientes simples que eran la única joya que llevaba y poco maquillaje. Se veía hermosa y cuando levantó el rostro para ver a su esposo, el príncipe estaba de pie a unos metros de ella embobado. Su sorpresa era tan evidente que Rani
—Rania, por favor dime si estás bien. –Insistió Karim al ver que ella no reaccionaba. Rania parecía tener la mente perdida en alguna parte, y lo estaba, perdida en los recuerdos de su madre, pero se pegó una bofetada mental para volver a la realidad. —Sí me encuentro bien. –Contestó, pero Robert la miraba intrigado y Karim sintió que no decía la verdad.-¿A qué hora empieza la fiesta? —Bueno, ya ha empezado en realidad, pero queríamos tener unos momentos con Jax antes de irnos porque ese cabrón suele divertirse de otra manera. –Dijo Karim echando una mirada cómplice a su amigo que seguramente ya tendría con quien celebrar su victoria entre cuatro paredes. —Y debo decirte que tienes razón hermano, ustedes pueden irse a la fiesta que yo tengo que quitarme de encima toda esta tensión. —¡Jax hijo por favor, no nos interesa saber de tus intimidades! –Lo regañó su madre y él dejó un beso en su mejilla. —Solo quiero que sepan que estaré bien mamita.- Contestó y después se giró para habla
En la piscina del hotel Hilton Doha, Jax se sentó en una tumbona delante de Malika que estaba de pie entrelazando las manos con nerviosismo. La chica miraba hacia los lados con ansiedad evitando la mirada del piloto, pues le daba vergüenza estar allí con él. Estaban solos en aquella parte del hotel, donde únicamente se escuchaba el sonido del mar y de las pantallas que daban al exterior donde los periodistas comentaban la carrera que Jackson había ganado unas horas antes, hablando sobre su gran desempeño. —¿No te quieres sentar? –Preguntó mirándola con curiosidad y Malika se dirigió a otra tumbona que estaba a varios metros de él. –¿Pero por qué te vas tan lejos? —No puedo sentarme al lado de un hombre que no sea mi marido y menos tan cerca. – Contestó con la voz muy baja y Jax tuvo que aguzar los oídos para poder escucharla. —¿Por qué hablas tan bajo, cómo si tuvieras miedo de algo? –Pregunta intrigado y la vio encogerse. —Amín dice que mi voz es muy irritante, no le gusta escu
Rania y Karim salieron del salón para tomar aire después de estar un buen rato animando la fiesta. Definitivamente habían sido los reyes de la noche, juntos habían acaparado todas las atenciones. Los dos se apoyaron en la barandilla de la terraza, respiraron profundamente porque estaban casi sin aire y al mirarse entre ellos empezaron a reírse como dos adolescentes después de hacer una travesura. —¡Por Allá, hacía mucho tiempo que no bailaba tanto y menos en una fiesta como estas! –Dijo Karim con la respiración acelerada. —Pues eres un gran bailarín, me ha costado mucho seguir su ritmo majestad. –Contestó Rania antes de tomar aire y se perdieron en una conexión visual por un minuto entero. Muchos invitados de la fiesta se habían animado a bailar junto con la pareja real, que había disfrutado del momento como nunca. Fue una magnífica noche de diversión y entretenimiento. En la cual los dos se olvidaron de su verdadera realidad, de quiénes eran, de lo poco afortunados que eran en el
Karim se apartó de ella incómodo con su declaración, intentando encajar el golpe de que su esposa le había echado en cara que tal vez estuviera enamorado de la mujer equivocada, cuando para el príncipe era Rania la que se había equivocado. —¿Entonces podría decir que el tuyo también lo hizo? –Cuestionó Karim y Rania lo miró confundida. —¿A qué te refieres? —A que una mujer como tú, que sabe lo que significa que un hombre quiera adueñarse de ella, doblegarla ante su voluntad, no debería amar a un hombre como Brian Harrisburg. –Gruñó y ella se puso de pie molesta para encararlo. —No sabes lo que estás diciendo, no conoces a Brian y no puedes juzgarlo sin más. —¡Escuché lo suficiente aquel día cuando permití que te vieras con él y sinceramente Rania ese hombre no es para ti. Una mujer con tu fuerza, con ese espíritu tan libre que tienes no debe tener a su lado un hombre que solo está preocupado de marcar su puto territorio, que desea tenerte y ser el primero en tu vida para estar se
—Aquí no hay nada en este lugar, Dusán. –Gruñó Karim abriendo la última puerta que estaba cerrada en un palacete abandonado que había pertenecido a su abuelo. –Mi hermana no está aquí y dudo mucho que haya estado en algún momento. —Lo siento mucho, majestad. Estábamos seguros de que esta vez sí la encontraríamos. –Lamentó el asistente personal del príncipe.Karim había descubierto una propiedad antigua de su familia en la frontera con Yemen. El palacete estaba abandonado y por eso podía haber sido un lugar que el Emir podría haber utilizado para esconder a Farah, pero cuando el príncipe llegó a la propiedad con sus hombres perdió por completo las esperanzas. En la entrada del palacete no había nadie y ni en los alrededores. El príncipe con sus hombres irrumpió en el lugar sin ningún problema y eso era una evidente señal de que nadie lo estaba custodiando, pues no había nada que custodiar… la propiedad estaba vacía. —Tengo que encontrarla, necesito salvar a mi hermana de mi padre. –
Risas, chistes, bromas y una complicidad que se notaba en sus miradas, así iban Karim y Rania por el centro de Dubái. Karim había insistido en comprar elegantes trajes para su esposa y carísimos accesorios, ignorando las protestas de Rania, pues para ella todo era una exageración. Las tiendas tenían su hora de cierre y ellos habían llegado un poco tarde, pero por tratarse del príncipe heredero de Arabia Saudí, mantuvieron las tres mejores tiendas de Dubái abiertas especialmente para la pareja real. Todo había sido de lo más divertido, Rania y Karim rompían los esquemas. Él estaba encantado con las compras y ella harta de seguir probándose todo tipo de ropa. Unas horas más tarde Karim reservó para ellos una mesa en el restaurante más alto del planeta, el At. mosphere'. Karim iba a vestido con un Jersey azul oscuro de Tom Ford y vaqueros ajustados negros. Rania a su vez llevaba un vestido blanco de mangas largas, ajustado a su cuerpo y con una fenda lateral que invitaba a perderse en