Marco la tenía atrapada debajo de su poderoso cuerpo hecho de músculos fuertes y trabajados, sujetándola de sus brazos, y presionándose contra ella, lo que a Ámbar le parecía sumamente excitante. Podía sentir su dureza, apretada contra un muslo.Él la recorrió desde el cuello con suaves besos, saboreándola, y descendió con su lengua hasta sus redondos pechos de canela, lamiéndolos como si fueran de miel, y succionando con algo de fuerza sus endurecidos pezones, arrancando gemidos ahogados. Mordisqueó un poco, excitado y un jadeo lo acompañó.Ella sintió cómo su piel vibraba y su sexo latía obligándola a retorcerse de placer con cada caricia de él, que la activaba como a un volcán.-Ahhh… Marco… mmmm… es… ohhh… se siente tan… Marco…Él se detuvo para susurrar con voz ronca:-Me vuelve loco cuando, excitada, dices mi nombre…Siguió bajando por su cuerpo, mordisqueando un poco más su dulce piel, y bajando sus manos, rozándola suavemente, hasta llegar a sus ondulantes caderas. Cuando llegó
Ámbar salió del cuarto de baño y el desayuno ya estaba servido, mientras que una de las empleadas ordenaba y cambiaba las sábanas de la cama, que era un verdadero desastre.Aunque se puso roja como un tomate, no dijo nada, ni Marco tampoco. Esta vez no lo arruinaría hablando de más.-Ven, siéntate a desayunar así conversamos, quisiera resolver varios asuntos que tengo en mente, ¿de acuerdo?Ella se sentó frente a él en la pequeña mesa, mirando todo con gran apetito, además de intrigada.-Claro, todo se ve delicioso… - tomó un sorbo de café latte, un bocado de un croissant, y preguntó- Y ¿de qué quieres hablar?.Él la recorrió brevemente con la mirada. Se sentía bien compartir momentos así.-En primer lugar - dijo al fin luego de también dar un sorbo a su café, negro- quería saber si te sientes en condiciones de ir mañana a cenar con mis padres. Estoy seguro de que entenderán si dices que no, y que lo podríamos postergar para el próximo fin de semana…-Sí, quiero ir. No hace falta retr
Durante el resto del día, Ámbar estuvo felizmente atareada, creando un par de vestidos que eran la materialización perfecta de lo que había soñado y diseñado en sus bocetos.El equipo maravilloso que Marco había logrado reunir, en tan poco tiempo, resultó más que adecuado para ayudarla con la moldería, las telas que debían utilizar, y la costura, además de cada uno de los detalles singulares que llevaría su creación. En un tiempo realmente récord, todo estaba listo y preparado para ser lucido.Habían tenido un almuerzo rápido en los mismos talleres, y Marco se había quedado con ella todo el tiempo, observando con interés cada paso del proceso, y cómo se desenvolvía ella en su trabajo. Definitivamente esa mujer era una caja de sorpresas, y de talentos. Sabía que estaba avanzada en su carrera y con buenas calificaciones, y que había insistido en su necesidad de trabajar. Pero no había imaginado, esa noche que la descubrió como Blue, una hechicera danzante e hipnótica, que era capaz ta
Al comienzo de la cena, ambos estaban muy pensativos. Marco se había quedado con esa extraña sensación de desasosiego en el pecho que le infundía la idea de plantearse a sí mismo un futuro sin la presencia de Ámbar. Ella, a su vez, no podía sacarse de la cabeza ese abrazo tan peculiar en el que se había visto envuelta al despertarlo de su siesta… ¿Acaso ese era en la realidad el verdadero Marco, un hombre que la quería tener a su lado y que temía el abandono? ¿O, en verdad, él estaba soñando con alguien del pasado y sólo la había abrazado por casualidad?... Como fuera, sentía que esa noche era importante para ella y para su vida, y el silencio de ambos se hacía demasiado incómodo, así que se decidió a romperlo hablando de lo primero que se le vino a la mente, en particular cuando recordaba sus motivos para aceptar ese contrato tan singular. -Bueno, tal parece que en pocas semanas podrían dar de alta a mi madre, si todo sigue como hasta ahora… Incluso podría ser tal vez en algunos
Cuando la función terminó y Ámbar y Marco salían del teatro, ella simplemente había quedado muda, los ojos aún llenos de luces de colores y brillos de magia.Los periodistas y fotógrafos seguían firmes en la entrada del edificio, esperando de ellos alguna exclusiva, la foto perfecta, las palabras en alguna primicia, la que fuera, con tal de aumentar su notoriedad.Como Ámbar simplemente flotaba en un sueño, digiriendo con calma toda la novedad que había vivido, Marco respondía algunas preguntas al azar, llevándola del brazo mientras descendían lentamente los escalones, sobre todo preguntas sobre quién era ella, hace cuánto que estaban juntos, y especialmente, sobre el vestido que Ámbar llevaba, que, tal como había previsto, había llamado la atención de todos, y para bien.Estaba seguro que ella tendría un gran futuro en ese rubro.Se subieron a la limusina, envueltos en luces estridentes y voces apremiantes, y fueron regresando a la mansión que estaba a pocos minutos, mientras Ámbar,
Estaban desayunando juntos, ya bañados, mientras una empleada, que a Ámbar le pareció que rezongaba en voz baja mientras lidiaba con la enorme cama, aseaba toda la habitación. Si seguían así, sin duda la mujer acabaría pidiendo un aumento.-¿Irás hoy a ver a tu madre?-No estoy segura - se miró las muñecas, y las marcas se notaban menos-. Tal vez si lograra cubrirlas un poco con maquillaje… Creo que mamá estará tan feliz con lo del teatro, que podría no prestar atención.-Es verdad… con los brazaletes, y maquillaje, no se notará mucho. Y estará ansiosa por verte.-Si, ya se estaba acostumbrando a que fuera todos los días.Una vez que la empleada se fue, Marco tocó un tema delicado. -Pensaba en ir contigo, y ver si tu madre estaría dispuesta… a cubrir nuestra mentira…Ámbar lo miró interrogante. -¿Cubrir?Él asintió.-Sí. Tal vez si le explico que necesito tiempo para hablar con mi familia, y que mi padre es anticuado respecto a… las clases sociales… ella entendería que no podemos de
Les resultaba algo cruel romper la magia de esa mañana con temas difíciles, pero Ámbar estaba segura de que, cuanto antes lo resolvieran, sería mejor. Marco estaba visiblemente incómodo. Se había entretenido con la conversación sobre el teatro, y había sentido que mientras las escuchaba y observaba, las iba conociendo mejor.Entonces Ámbar juntó algo de valor y comenzó a hablar:-Mamá, tengo que conversar contigo algunas cosas importantes… Su madre la observó preocupada.-Qué seriedad hija, no me asustes.-Bueno, algunas cosas quizá son serias, pero otras son buenas noticias que requieren un poco de ayuda de tu parte…-Bien… te escucho intrigada. Tienes toda mi atención. Ámbar buscó las palabras en su mente. No estaba segura sobre cómo empezar. -Sabes que nunca me interesó tocar temas delicados de tu pasado, ni saber nada sobre el hombre que me engendró… pero…Ileana estaba pálida. No le agradaba hablar de él.-No te asustes mamá. Sólo te diré un nombre y quiero saber si es cierto
En el auto, camino a la mansión, otra vez los invadió el silencio. Tanto Marco como Ámbar tenían mucho que pensar, lo que parecía que hacían mucho en los últimos días.Aunque al llegar a la enorme casa almorzaron juntos en el comedor, en las horas de la tarde cada uno decidió dedicarse a sus propios asuntos.Ella se concentró como pudo en sus estudios, para rendir esa semana los penúltimos exámenes de la carrera. Faltaba muy poco para cerrar esa etapa de su vida, una etapa que terminaba mucho mejor de lo que había comenzado y, gracias a Marco, con una excelente perspectiva de futuro. Pero luego, el cuerpo le pedía fuego y movimiento, así que se fue a la sala de baile que él había preparado tan bien para ella y dejó que la cadencia de la música la atravesara de punta a punta, vibrando en su pecho y su vientre, ayudándola a relajarse. Habían sido días tan difíciles como excitantes, estar al lado de él era como una verdadera montaña rusa. A veces estaba en la cima del placer y la felic