Les resultaba algo cruel romper la magia de esa mañana con temas difíciles, pero Ámbar estaba segura de que, cuanto antes lo resolvieran, sería mejor. Marco estaba visiblemente incómodo. Se había entretenido con la conversación sobre el teatro, y había sentido que mientras las escuchaba y observaba, las iba conociendo mejor.Entonces Ámbar juntó algo de valor y comenzó a hablar:-Mamá, tengo que conversar contigo algunas cosas importantes… Su madre la observó preocupada.-Qué seriedad hija, no me asustes.-Bueno, algunas cosas quizá son serias, pero otras son buenas noticias que requieren un poco de ayuda de tu parte…-Bien… te escucho intrigada. Tienes toda mi atención. Ámbar buscó las palabras en su mente. No estaba segura sobre cómo empezar. -Sabes que nunca me interesó tocar temas delicados de tu pasado, ni saber nada sobre el hombre que me engendró… pero…Ileana estaba pálida. No le agradaba hablar de él.-No te asustes mamá. Sólo te diré un nombre y quiero saber si es cierto
En el auto, camino a la mansión, otra vez los invadió el silencio. Tanto Marco como Ámbar tenían mucho que pensar, lo que parecía que hacían mucho en los últimos días.Aunque al llegar a la enorme casa almorzaron juntos en el comedor, en las horas de la tarde cada uno decidió dedicarse a sus propios asuntos.Ella se concentró como pudo en sus estudios, para rendir esa semana los penúltimos exámenes de la carrera. Faltaba muy poco para cerrar esa etapa de su vida, una etapa que terminaba mucho mejor de lo que había comenzado y, gracias a Marco, con una excelente perspectiva de futuro. Pero luego, el cuerpo le pedía fuego y movimiento, así que se fue a la sala de baile que él había preparado tan bien para ella y dejó que la cadencia de la música la atravesara de punta a punta, vibrando en su pecho y su vientre, ayudándola a relajarse. Habían sido días tan difíciles como excitantes, estar al lado de él era como una verdadera montaña rusa. A veces estaba en la cima del placer y la felic
Marco lanzó a su hermano una mirada asesina y se sentó a la mesa, con Ámbar a su lado, que lo tomó de la mano con afecto, tratando de apaciguar su ira, no deseaba que peleara con nadie. Ella disfrutaba de verlo calmado y tranquilo. Él no le había contado qué había sucedido con su hermano, pero no tenía dudas de que podía deberse a ella.Los ojos dorados se posaron en ella, e inmediatamente Marco se sintió mejor, más relajado.Al fin y al cabo, Alex no podía hacer ninguno de sus comentarios sobre el Summer, estando frente a sus padres y su esposa, sin delatarse también a sí mismo.Máximo los miró a todos, y sonrió más relajado.-Bueno, disfrutemos entonces de la cena y la conversación. Ámbar le sonrió más relajada, mientras los empleados traían la comida para todos.Se veía delicioso, y Marco la guiaba con disimulo respecto a la vajilla, en tanto conversaban sobre su noche en el teatro, sus planes una vez que Ileana recibiera el alta, sus próximos exámenes… todo marchaba muy bien, sin
Marco miró a Ámbar sin comprender qué sucedía. ¿Qué estaba a punto de hacer? ¿Acaso se había vuelto loca?Ella simplemente habló con calma:-Alex tiene razón, no me conocen, casi nada. No sólo eso, tampoco conocen todavía a mi madre, que pronto estará con nosotros. Entiendo que él crea que es un invento. Pero no: lamentablemente ella ha sido siempre una mujer muy enferma, con un mal tan extraño que sólo se trata adecuadamente en la clínica del doctor Cooper- hizo una pausa. Marco la miraba casi embelesado. Ella lo sorprendía día a día -. Y por supuesto que no entendemos por qué me secuestraron. Aunque sobre esto último, sé que Marco investigará a fondo y no lo dejará pasar. Pero, de lo que estoy segura, es de que podemos resolver lo primero muy fácil. Seguro que podremos aprovechar los próximos meses para conocernos mejor… ¿no es verdad?... -miró a la madre de Marco- Ana, en unos días, cuando todo esté en condiciones en casa de Marco, mi madre será dada de alta, y usted podrá ir a la
Estaba siendo un día maravilloso. Los rayos de un cálido sol de verano se colaban por las ventanas del enorme comedor principal.Desayunaron los tres juntos, y María, como cada día desde que la enferma había llegado, se esforzaba mucho por mimar a Ileana con cosas absolutamente deliciosas que hacían que esta última se deshiciera en halagos ostentosos que la buena cocinera realmente disfrutaba.Esa dinámica hacía divertirse mucho a Ámbar: con su madre consentida como princesa, exagerando profusamente sus elogios, y María fingiendo falsa modestia con cada palabra.Marco simplemente se sonreía con disimulo para no ofender a ninguna de las dos señoras. Nunca había caído en la cuenta de lo aburrido y lúgubre que había sido todo, incluso él, antes de la llegada de Ámbar a su casa, llenándola de luz y color… y, sobre todo, de sonidos.Luego del desayuno, la enfermera, Susy, llevó a la madre de Ámbar a dar un corto paseo para tomar aire y sol, por el hermoso parque que había fuera de la man
Ámbar estaba almorzando tranquilamente junto a su madre, mientras conversaban felices, cuando recibió un mensaje de texto de Ana en su móvil:"Querida Ámbar, si estás de acuerdo, iremos más tarde a su casa, con Loretta para conversar sobre el menú de la fiesta de compromiso".Aunque esa parte de la organización del evento la ponía más incómoda que la decoración, o el vestuario, aquellos temas más afines a su formación, sentía que tras los últimos casi dos meses con Marco, había aprendido muchísimo y que podría afrontar ese desafío sin delatarse ante ellas. Además, les pediría a María y Julia que se quedaran para hacer sus aportes, ya que confiaba mucho en ambas, y sabía que tenían más experiencia que ella.Por eso le respondió con seguridad:"Hola Ana, me parece muy bien, podría ser en un par de horas, así preparamos algunas cosas para que tomemos junto a mi madre el té. Me encantará recibirlas aquí""Perfecto, ya quiero verlas a las dos. Nos vemos en un rato"Unas horas más tarde, el
Marco se estremeció de deseo al escuchar la respuesta de Ámbar. Toda la tarde sólo había pensado en su piel, en su cuerpo, en su aroma que lo había transportado a las maravillosas sensaciones que erizaban sus sentidos cada vez que estaban juntos.Nunca jamás había estado tan conectado al placer sublime, como el que ella despertaba en él desde que la conocía.Claro, cuando Luana había sido su maestra y su amor, su cuerpo se entregaba al clímax y se dejaba llevar, en una electricidad que él había creído única e imposible de replicar, aunque lo hubiera intentando arduamente.Luego de su traición, se había refugiado en otras mujeres, pero no le resultaba nada simple tener un orgasmo tan poderoso como antes. Se veía forzado a buscar experiencias increíblemente intensas.Ahora, al lado de Ámbar, o más específicamente dentro de ella y en contacto con su piel, el placer era de nuevo espontáneo, alcanzable, intenso… no sabía por qué. Sólo sabía que ahora que estaba a su lado, sin reprimirse po
Estaban al fin cenando juntos en la habitación, luego de encontrarse con lujuria. Marco, insaciable, la incendiaba con los ojos. Había comido apresurado y hambriento, como si fuera un trámite que deseaba liquidar rápido, y sólo deseaba ser lo suficientemente paciente para dejarla terminar su postre tranquila, le constaba que necesitaría energía. Ámbar, divertida, parecía demorarse a propósito en cada bocado, clavando en él su mirada turquesa.Marco tamborileaba sus dedos distraídamente en la mesa frente a él, respirando profundo, hasta que ya no pudo contenerse por más tiempo. Su entrepierna tenía vida propia y ya era casi doloroso esperar.Así que se levantó de golpe de su silla, se puso de pie y se acercó a ella, que sonrió con picardía. -¿Sucede algo, Marco?Él parecía entre iracundo y sonriente, no la creía capaz de forzarlo a esperar adrede.-¿Lo hacías a propósito? ¿De verdad?Ámbar fingió una mirada inocente, mientras posaba sus ojos donde ya era más que notoria la tensión de