Magda miró la mano que se alzaba ante ella, pero no la tomó. A diferencia de las suyas, la delicada mano de Ámbar no tenía largas uñas impolutas ni manicura impecable. Peor aún, esa mujercita desconocida que se sentaba frente a "su" hombre, ni siquiera se había maquillado para estar allí.-¿Novia? ¿Tú? Imposible querida. ¿Marco Rizzo de novio con alguien como tú? Te está usando para algo, linda. No sé de qué oscuro rincón lleno se ratas has salido, ni cómo llegaste aquí, pero es evidente que no eres su tipo, ni la mujer que él se merece.- se volteó hacia Marco iracunda, mientras comenzaba a elevar la voz, olvidando, a causa del alcohol, que estaba en un lugar rodeada de gente- Tú, Marco, tú eres un idiota, un verdadero idiota. ¿Acaso me dejaste por esta insulsa, por esta… cosa? Esto es obviamente una farsa, por supuesto… no puede ser tu novia, nadie puede, nadie… descubriré lo que sucede aquí, ya lo verás… ya lo verás… los desenmascararé… Se giró sacudiendo su larga cabellera rubia,
Ámbar sintió como la corriente de deseo hacía arder su piel con cada una de las caricias de Marco. La suave brisa del balcón era agradable, y el silencio le otorgaba un aire de solitaria privacidad.Deseaba que la tomara allí mismo, sobre el espléndido sillón color crema. Y él siempre parecía leer su mente.La desvistió con lentitud, aumentando su expectación. Podía oler la sal de la excitación en la piel de Ámbar y sabía que la humedad se agolpaba en su tibia entrepierna. Suavemente, bajo la brisa que acariciaba su piel desnuda, la fue acercando al sillón, besándola y rozando sus pliegues con los dedos, arrancándole gemidos, hasta que ella quedó acostada, su cuerpo tostado enmarcado por la tela clara. Era tan sensual y apetecible. Bajo la atenta mirada de Ámbar, Marco se quitó la ropa por completo, exhibiendo su perfecto cuerpo y su imponente hombría. Ella se mordió el labio inferior con deseo. El hombre se sonrió con picardía, adivinando sus pensamientos. -¿Qué quieres hacer, Ám
El cuerpo de Ámbar se relajó completamente sobre el fuerte pecho de Marco, mientras ella trataba de recuperar el aire, sintiendo cómo la respiración de él se calmaba lentamente, haciéndola subir y bajar.No quería separarse de esa tibia y aromática superficie llena de feromonas excitantes. Se quedaría así hasta el fin de sus días, con Marco dentro de ella y la piel húmeda y adherida a la de él.Nunca había esperado que el sexo fuera algo tan increíble, tan absolutamente poderoso, tan mundano y mágico a la vez. No estaba segura si era siempre así, o se debía a esos inconvenientes sentimientos que estaban creciendo en su pecho y la empujaban a los fuertes brazos de Marco. Sin darse cuenta, se escuchó a sí misma susurrar:-Oye… ¿Fue tan mágico para tí como para mí?Marco, que miraba el techo terriblemente confundido en extraños pensamientos, quitó un mechón de pelo que cruzaba el rostro de la joven y la miró a los ojos, turquesas como las piedras de las joyas que eran lo único que llev
Los rayos de sol de la tarde se filtraban por los ventanales, dando un aire de calidez a la habitación, mientras Ámbar probaba el capuchino más perfecto del mundo y observaba el perfil divino de Marco recortado contra el fondo luminoso, apenas atenuado por las cálidas cortinas.. Él llevaba varios minutos en silencio, la mirada perdida en las esponjosas nubes del cielo, mientras su café negro se enfriaba en la mesita, al lado de varias delicias dulces que había pedido cuando ambos salieron de la ducha, para que ella probara, sabiendo que le encantarían.Aún estaban envueltos en las suaves batas de baño blancas con las que habían secado, y sus ropas desparramadas en el balcón.El silencio se le estaba haciendo algo incómodo, entonces Ámbar se atrevió a preguntar, con genuina preocupación:-¿Estás bien, Marco? Has estado muy callado…Él la miró como volviendo de una tierra lejana, los dorados ojos todavía desorientados. Allí estaban a su vez los ojos de Ámbar, que lo inquietaban, con u
Era tarde en la noche y Marco se había demorado muchas horas en acudir al llamado de su ama y señora, Luana Díaz.Su padre lo había entretenido con un largo sermón, instándolo a centrarse en su trabajo. -Eres el joven más inteligente y capaz que conozco, hijo. Tienes habilidades naturales para los negocios, y sé que te gusta trabajar. Lo disfrutabas tanto… Por eso estudiaste para ser aún mejor en este empleo, aún cuando yo nunca te lo exigí, no me interesaba que estudiaras… eres mi heredero y lo serás siempre…-Basta papá, no tengo tiempo hoy para esto. Llevo varias horas de retraso para encontrarme con Luana y no me gusta hacerla esperar. Sólo vine a buscar algo…-Marco, sabes que esa mujer no es…El joven clavó sus ojos iracundos en el rostro de su padre. Estaba cansado de que, sólo porque era una mujer madura y que había disfrutado de su vida sexual, todos la trataran como una cualquiera.-Basta. No permitiré que hables mal de ella otra vez. La amo con locura, y ella me ama. No me
Al día siguiente, un Marco terriblemente desorientado, despertaba en la cama de un hospital que reconocía, con el doctor Cooper, un gran médico amigo de la familia, a su lado. Sus padres también estaban en la habitación, con los ojos llorosos y llenos de pesadumbre. Tenía recuerdos confusos de lo que había sucedido la noche anterior en el departamento de Luana, y se sentía adolorido.Con el corazón destrozado, y la furia sacudiendo cada centímetro de su cuerpo, Marco se había abalanzado a la cama gritando, arremetiendo con sus puños contra el enorme vikingo.Sin embargo, había olvidado que este no estaba solo, y que esos tres hombres parecían ser amigos hace un tiempo, así que, apenas hubo asestado el primer golpe en la quijada del rubio, los otros dos lo sujetaron, mientras Luana gritaba asustada.Marco se resistió, pateó, golpeó, mordió, pero acabó recibiendo una paliza que lo dejó inconsciente. Por unas horas, el mundo se había apagado. Lo habían encontrado unos transeúntes en u
Durante toda la semana, los días transcurrieron del mismo modo.Desayunaban por separado, cada uno en su dormitorio. Ámbar visitaba como todas las mañanas, a su madre, que avanzaba increíblemente en su mejoría, mientras ambas caminaban y conversaban por los pasillos del hospital. Luego almorzaba casi siempre sola en algún restaurante pequeño fuera de la mansión donde todo olía a él. A veces, si es que su madre no necesitaba descansar luego de sus ejercicios, comía con ella para no sentirse tan abandonada, y después regresaba a la casa, estudiaba, trabajaba, bailaba en el salón con más ahínco que nunca, mientras su cuerpo recordaba cada increíble sensación provocada por Marco.Bailaba, melodía tras melodía, hasta que terminaba agotada y abrumadoramente excitada, regresaba a su habitación, húmeda, se daba un baño, y esperaba que Julia trajera la cena mientras leía un libro.A veces sentía que la singular empleada la miraba con pena.No se había cruzado con Marco, y aunque le dolía, ta
Sin ninguna novedad, el fin de semana llegó finalmente. Y la ansiedad agobiaba a Marco que en esos días no tenía la excusa del trabajo para desaparecer por varias horas. Se levantó el sábado muy temprano, y el sol cálido entraba desde el balcón. Se le ocurrió que parecía un día agradable para desayunar sintiendo la brisa, y así lo hizo en cuanto le trajeron la bandeja. La cocinera había preparado las cosas favoritas de Ámbar, y eso lo hizo añorarla.Escuchó un auto saliendo de la cochera. Probablemente ella había decidido visitar hoy también a su madre en el hospital.Mejor, así no correría el riesgo de encontrarse con ella en la casa.Le escribió a Mario para saber cuáles eran los planes de Ámbar."Mario ¿dónde llevaste hoy a Ámbar?""Al hospital, señor. La estoy esperando ahora en el estacionamiento. Me pidió que luego vayamos de compras al centro comercial. Así que más tarde la llevo. A menos que usted ordene otra cosa"A Mario le había parecido que la señorita Rice se veía algo