Caminamos al final del pasillo, pude haberla llevado al baño del personal pero en un arrebato de rebeldía decidí llevarla y vigilarla en la habitación principal. El avión de mi padre estaba equipado con todo lo necesario al igual que el anterior, la única diferencia era que este estaba más espacioso.
—A la derecha —le indico una vez entrando y cerrando rápidamente con cerrojo la puerta.
—¿Qué ha pasado con Christopher? —me pregunta al instante de que sus ojos comienzan a inspeccionar todo con detalle.
—Tranquila, lo dejamos en una de las calles cercanas a tu casa principal —musito con irritación.
«A mí que me importa su vida» intento convencerme mediante un esfuerzo vano.
—Saben
BRYONY No sé en qué momento pasó pero a los pocos segundos terminé completamente desnuda, los labios de Barclay rozaban la delicada piel de mi cuello regalándome descargas de electricidad por todo el cuerpo, un gemido salió de mi boca cuando succionó uno de mis pezones endurecidos mientras que con su otra mano masajeaba mi otro seno. Una lucha interna se apoderaba de mí y aquella voz ¿Qué m****a estaba haciendo? Si mi madre o mi hermana me vieran se enfadarían, después de todo es mi enemigo. —¡No! —grito empujándolo con mis manos. Cuando me veo liberada cubro mi cuerpo y sé que solo buscaba aprovecharse de mí cuando una sonrisa se asoma en su perfecto rostro. —Deberías estar agradecida de que te toque, asesina.
Los puños de mi supuesto secuestrador se acentúan más al escuchar el nombre de "Boris". Si Barclay no podía ayudarme entonces estaba pérdida y sin esperanza. Un gorila se pone detrás de mí y me da un empujón que me indica que es momento de caminar. Barclay hace lo mismo pero ambos viajamos en diferentes autos blindados. El tiempo me parece eterno y cuando por fin el motor del auto se apaga, trago saliva y siento como las manos comienzan a sudarme. —¡Sal! —me grita un gorila trajeado y hago lo que me pide a regañadientes. El aire golpea mi rostro al instante, es de noche y veo ante mí un enorme edificio al puro estilo japonés, en la entrada principal están cuatro hombres armados, la puerta era enorme y de color verde pastel, a un costado de la propiedad y con letras tanto en japonés como en inglés dice en madera tallada... "Bienvenidos
Sacudo la cabeza rehusándome ante la idea de que otros tipos me hagan hacer cosas asquerosas, y más aún... de aceptar esa posibilidad. Pero entonces recuerdo la duda que ronda mi cabeza y le detengo antes de que toque con los nudillos de la mano la fría puerta y se marche. —La chica de hace un momento... ¿por qué fuiste amable? —No sé de qué hablas —tenía una sombra de duda en su voz y fui consciente de ello. —Si lo sabes. Mi corazón comienza a bombear a toda velocidad y un escalofrío recorre todo mi cuerpo. —No soporto que golpeen a una mujer, yo... estoy asqueado de todo esto pero pronto acabará... yo... —¿Tu, qué? —doy un p
BRYONY Cuando entramos en aquella habitación iluminada de rojo neón y escucho el cerrar de la puerta, mi corazón comienza a galopar como nunca, junto mis manos con parsimonia y comienzo a querer tener algún ataque de ansiedad pero me controlo. Timmy rodea inmediatamente mi cintura y pega su cuerpo al mío, por unos segundos estoy a punto de golpearlo pero al ver mi puño cerrado me acuerdo de Christopher... —Es una lástima que no pueda hacerte mía por completo, pero... —su mano comienza a descender hasta mis piernas y hago de verdad un esfuerzo sobrehumano por no vomitar—. Sabes, si te portas bien y haces todo lo que diga... puedo sacarte de aquí. «Cretino» —¿Eso es lo que les dices a todas para tenerlas a tus pies?
Cuando termino quedo más tranquila con el resultado aunque no muy satisfecha. Enseguida tocan la puerta y me doy cuenta de que es de la misma forma que lo hizo la chica y Barclay, así que eso debía ser una clave importante... —Te ves... Esta vez es Barclay en persona quien viene a recogerme, sus mirada parece llena de rabia pero cuando recorre mi cuerpo sin pena ni disimulo, la expresión de su rostro parece cambiarle. —¿Qué? —enarco una ceja. —Me refiero a que... olvídalo. —No eres muy hablador... —¿Dijiste algo? —se acerca a mí con prepotencia. —Nada que te incumba, idiota
—Claro, es tuya mañana a las ocho de la noche, tendrás la habitación de lujo y podrás hacer lo que quieras —anuncia Barclay y siento que muero—. Por ahora me temo que me la tengo que llevar, los negocios han sido cerrados. El árabe joven se acerca hasta mí y me besa el cuello, la piel se me eriza y siento mi corazón bombear a gran velocidad. —Mañana te haré mía, a mí no me engañas, sé que eres virgen, nunca me equivoco —me dice al oído—. Pero te daré el beneficio de la duda y lo comprobaré. Enseguida me lame la mejilla y sonríe, tanto padre como hijo se marchan y veo con rencor a Barclay. —Levántate, hoy estarás en otro lugar, debes prepararte para mañana, hay unas cosas que debes saber de él para que...
BRYONY ¡Loca! Estaba completamente loca, pero era mi única opción, no podía escapar... Eso estaba claro, la vigilancia era en extremo exagerada; armada, y yo sola no iba a poder hacer nada por mi vida. Si no hacía esto, terminaría violada por un tipo que al darse cuenta que no era virgen me mataría. No era opción, no lo era. Así que antes que eso prefería acostarme con Barclay. —¿Qué haces? —me pregunta él con ambas cejas arqueadas. —Hazme el amor —digo a penas en un susurro y siento como mis mejillas arden. Barclay ancla sus ojos sobre mí como un misil, hay una chispa de furia y confusión y enseguida intenta incorporarse. —Yo no hago el amor, cojo a quien quier
Barclay me lleva hasta la cama, pero en lugar de quitarme la ropa como lo he visto tantas veces en millones de películas de romance, hace todo lo contrario y me arranca la todas las prendas como una bestia para terminar en ropa interior únicamente. Barclay, quien hasta ese momento no me había percatado de lo rápido que fue al desnudarse, me aventó sobre la cama con una brutalidad que no me gustó en lo más mínimo. —¡Mierda! —me quejo anclando mis curiosos ojos sobre su pecho descubierto tratando de no bajar la mirada para encontrarme con su miembro erecto—. Al menos puedes ser un poco amable. —Solo por si no te quedó claro te lo repetiré; yo no hago el amor, yo cojo fuerte, en mis caricias nunca encontrarás cariño o amabilidad, eso es lo que me pediste, eso es lo que soy —me explica con voz ronca recorriendo mi cuerpo de arriba abajo—.