Sacudo la cabeza rehusándome ante la idea de que otros tipos me hagan hacer cosas asquerosas, y más aún... de aceptar esa posibilidad. Pero entonces recuerdo la duda que ronda mi cabeza y le detengo antes de que toque con los nudillos de la mano la fría puerta y se marche.
—La chica de hace un momento... ¿por qué fuiste amable?
—No sé de qué hablas —tenía una sombra de duda en su voz y fui consciente de ello.
—Si lo sabes.
Mi corazón comienza a bombear a toda velocidad y un escalofrío recorre todo mi cuerpo.
—No soporto que golpeen a una mujer, yo... estoy asqueado de todo esto pero pronto acabará... yo...
—¿Tu, qué? —doy un p
BRYONY Cuando entramos en aquella habitación iluminada de rojo neón y escucho el cerrar de la puerta, mi corazón comienza a galopar como nunca, junto mis manos con parsimonia y comienzo a querer tener algún ataque de ansiedad pero me controlo. Timmy rodea inmediatamente mi cintura y pega su cuerpo al mío, por unos segundos estoy a punto de golpearlo pero al ver mi puño cerrado me acuerdo de Christopher... —Es una lástima que no pueda hacerte mía por completo, pero... —su mano comienza a descender hasta mis piernas y hago de verdad un esfuerzo sobrehumano por no vomitar—. Sabes, si te portas bien y haces todo lo que diga... puedo sacarte de aquí. «Cretino» —¿Eso es lo que les dices a todas para tenerlas a tus pies?
Cuando termino quedo más tranquila con el resultado aunque no muy satisfecha. Enseguida tocan la puerta y me doy cuenta de que es de la misma forma que lo hizo la chica y Barclay, así que eso debía ser una clave importante... —Te ves... Esta vez es Barclay en persona quien viene a recogerme, sus mirada parece llena de rabia pero cuando recorre mi cuerpo sin pena ni disimulo, la expresión de su rostro parece cambiarle. —¿Qué? —enarco una ceja. —Me refiero a que... olvídalo. —No eres muy hablador... —¿Dijiste algo? —se acerca a mí con prepotencia. —Nada que te incumba, idiota
—Claro, es tuya mañana a las ocho de la noche, tendrás la habitación de lujo y podrás hacer lo que quieras —anuncia Barclay y siento que muero—. Por ahora me temo que me la tengo que llevar, los negocios han sido cerrados. El árabe joven se acerca hasta mí y me besa el cuello, la piel se me eriza y siento mi corazón bombear a gran velocidad. —Mañana te haré mía, a mí no me engañas, sé que eres virgen, nunca me equivoco —me dice al oído—. Pero te daré el beneficio de la duda y lo comprobaré. Enseguida me lame la mejilla y sonríe, tanto padre como hijo se marchan y veo con rencor a Barclay. —Levántate, hoy estarás en otro lugar, debes prepararte para mañana, hay unas cosas que debes saber de él para que...
BRYONY ¡Loca! Estaba completamente loca, pero era mi única opción, no podía escapar... Eso estaba claro, la vigilancia era en extremo exagerada; armada, y yo sola no iba a poder hacer nada por mi vida. Si no hacía esto, terminaría violada por un tipo que al darse cuenta que no era virgen me mataría. No era opción, no lo era. Así que antes que eso prefería acostarme con Barclay. —¿Qué haces? —me pregunta él con ambas cejas arqueadas. —Hazme el amor —digo a penas en un susurro y siento como mis mejillas arden. Barclay ancla sus ojos sobre mí como un misil, hay una chispa de furia y confusión y enseguida intenta incorporarse. —Yo no hago el amor, cojo a quien quier
Barclay me lleva hasta la cama, pero en lugar de quitarme la ropa como lo he visto tantas veces en millones de películas de romance, hace todo lo contrario y me arranca la todas las prendas como una bestia para terminar en ropa interior únicamente. Barclay, quien hasta ese momento no me había percatado de lo rápido que fue al desnudarse, me aventó sobre la cama con una brutalidad que no me gustó en lo más mínimo. —¡Mierda! —me quejo anclando mis curiosos ojos sobre su pecho descubierto tratando de no bajar la mirada para encontrarme con su miembro erecto—. Al menos puedes ser un poco amable. —Solo por si no te quedó claro te lo repetiré; yo no hago el amor, yo cojo fuerte, en mis caricias nunca encontrarás cariño o amabilidad, eso es lo que me pediste, eso es lo que soy —me explica con voz ronca recorriendo mi cuerpo de arriba abajo—.
BARCLAY «¡¿En qué carajos estaba pensando al dejarme engatusar por esa zorra?!» Por primera vez en la vida, una mujer había removido algo en mi interior, algo, bastó una simple mirada para que ella me desarmara, para que cruzara todas las barreras que por tantos años me había costado construir, accedí de último momento a acostarme con ella creyendo que solo era una noche y ya, solo eso, pero jamás imaginé que sería virgen en verdad. Y en el fondo... aunque me negara a aceptarlo, antes de enterarme que en realidad era la asesina de mi pequeño hermano, me gustaba, en el preciso momento en el que la vi en aquella foto y supliqué porque no fuera ella la autora original de la perdida de mi hermano, deseé poseerla, hacerla mía. Nunca besaba a mis chicas; como les decía yo
Un sentimiento de poder sobre ella y de sentirme posesivo con su cuerpo me inunda pero rápidamente apartó esa idea de mi cabeza. —Me sé las reglas de memoria Barclay, no te preocupes —aquel socio árabe rompe en risotadas maliciosas—. No tienes idea de lo que muero por probar ese cuerpo, estoy seguro de que toda su piel es suave y tersa, seguramente es una fiera en la cama. ¡Ja, cómo no! —Sí, lo es... —murmuro por lo bajo viendo como Bryony está dormida en el suelo, en un rincón cerca de la mesilla de noche. Verla en ese estado tan vulnerable me hizo sentir como su protector, como... si se tratara de una chica indefensa que había sufrido el mismo destino de las niñas a las que salvé el año pasado, las liberé de un destino
BRYONY Sabía a miel, Barclay jugueteaba con su lengua en mi boca mientras una de sus manos se deslizaba sutilmente por mi pierna desnuda, no sabía realmente lo que estaba haciendo, pero había de darme cuenta que cada que Barclay actuaba de ese modo difícilmente tenía control sobre mi cuerpo, era como si no fuera yo realmente y me gustaba. Aumentó la velocidad del beso e intensificó el jugueteo con la lengua de manera explosiva, necesitaba tomar una enorme bocanada de aire antes de seguir. —¿Quién demonios eres y qué has hecho conmigo? —cuestionó entre besos. —Mmmmm —Quiero hacerte mía —más que un comentario parecía una orden. ¿Acaso se había vuelto loco? o la qu