Le habría dado todo. Literalmente le habría dado cualquier cosa que ella pidiera, y Matt ni siquiera era consciente de eso. Sin embargo no estaba preparado para lo que Heilyn estaba a punto de decirle.—¿De mí? Sabes que puedes pedirme lo que sea pero... ¿qué puedes necesitar de mí?Heilyn pasó saliva y se abrazó el cuerpo mientras pensaba muy bien en lo que iba a decirle, pero la verdad era que habría sacrificado cualquier cosa para que Sian estuviera a salvo.—Quiero que lo adoptes, a Sian, quiero que lo adoptes.Los ojos de Matt se abrieron sorprendidos y se acercó a ella tomando sus manos.—¿Es en serio? Quiero decir... siempre he pensado en reconocerlo, ¡por supuesto que lo he pensado, es mi hijo, pero...!—“Reconocimiento”, “adopción...” No sé cómo se llama, solo quiero que tengas... todo lo que debes tener sobre él, el apellido, la patria potestad, todo lo que haga falta para que puedas cuidar de él.Matt arrugó el ceño porque definitivamente no comprendía qué era lo que había
Podía temblar, eso probablemente fuera mucho más fácil que tratar de procesar aquellas palabras. Sin embargo aquel calor que la recorría cuando Matthew Vanderwood estaba cerca de ella, era demasiado difícil de controlar.—Matt… —murmuró tratando de alejarse, pero las manos del hombre se cerraron sobre el borde de la encimera a cada lado de ella, aprisionándola.—Sé lo que escuchaste. Y fue una estupidez de mi amigo —sentenció él levantándole la barbilla para que lo mirara a los ojos—. Tú sabes mejor que nadie que eres una mujer increíble, y que no hay hombre que no sería un suertudo por tenerte.—Bueno… eso no es algo en lo que esté pensando ahora precisamente —replicó Heilyn.—Lo sé, precisamente por eso eres… —Matt se mordió los labios porque si dejaba salir aquellas palabras que estaba pensando, probablemente terminaría asustándola. Heilyn Payne había empezado a gustarle y cada día que pasaba le gustaba un poco más—. Olvídalo, solo quiero que entiendas que si me acerco a ti no es p
Cap 1Había un poco de miedo y otro poco de rabia, todo mezclado, mientras los ojos de Heilyn se llenaban de lágrimas al darse cuenta de que aquel hombre por fin la había encontrado.—¡No puedes tocarme...! —susurró entre dientes mientras intentaba forcejear para liberarse—. Yo tengo... tengo una orden de restricción, tú no puedes tocarme, no puedes acercarte a mí, no...—¿Y qué vas a hacer, muñeca? ¿Vas a llamar a la policía? —le preguntó el hombre haciendo un puchero de burla—. ¿No lo has hecho antes ya? ¿No sabes cómo termina? —escupió apretando su rostro con tanta fuerza que Heilyn sintió cómo sus dientes cortaban el interior de sus mejillas, dejándole el regusto amargo de la sangre en la boca—. ¿Ya no te has dado cuenta de que puedes gritar y aun así estarías muerta antes de que la primera persona llegara para ayudarte?—¡Suéltame! —gritó la muchacha y pateó con violencia una de sus rodillas, pero la sorpresa por el golpe no fue suficiente para que aquel hombre la soltara, solo
Jamás, por ningún motivo, Matt había pensado que accedería a dejar a su hijo solo en una de las terapias, pero tampoco había pensado jamás que Heilyn lo hiciera.La realidad era muy simple: Aquella mujer adoraba a su hijo, aquella mujer había cambiado decenas de turnos de trabajo para estar con él en cada una de sus sesiones de terapia, aquella mujer no soltaba la mano de Sian en ningún momento mientras veía a su pequeño recuperarse.Así que no había poder humano o divino en la tierra que le hiciera a Matt tragarse el cuento de que ella iba a perderse una de las últimas terapias de Sian solo por cosas de trabajo.—Oye campeón, mami no va a venir hoy porque está preparando una hermosa sorpresa para ti —le dijo a su hijo ajustándole el cinturón después de subirlo al auto—. Pero no vayas a decir que yo te lo dije, ¿eh!? —le advirtió con una sonrisa cómplice, sacándole al niño una risita emocionada.—¿En serio? ¿Y me va a gustar mucho? —le preguntó este.—¡Uff, te va a encantar! ¡Es la me
La pregunta la hizo temblar, pero el simple gesto de pasar saliva también era un gesto de dolor, y toda esa rabia que Matt creía que sabía controlar tan bien solo le llegó de golpe, haciendo que sus ojos brillaran llenos de impotencia.—Te hice una pregunta, Heilyn. ¿Quién te hizo esto? ¿Quién fue el desgraciado infeliz que te puso una mano encima?La muchacha retrocedió soltándose de su mano y se cubrió la boca con un gesto instintivo que a Matt lo puso mucho peor.—No... No es nada, solo...—¿Solo te tropezaste y te caíste accidentalmente contra un puño? —preguntó el con tono fiero y Heilyn pasó saliva, nerviosa.—Por favor... —En aquel momento estaba demasiado asustada y demasiado agobiada como para entrar en explicaciones, era como si su cuerpo simplemente estuviera demasiado embotado y solo quisiera cerrar los ojos y dormir.—Dime qué fue lo que pasó —demandó Matt buscando su mirada y cuando no fue capaz de alcanzarla, salvó aquel espacio y la pegó a su cuerpo, abrazando su cara
Si era honesta, tenía que reconocer no sabía cómo era eso, y si algo podía decirse con seguridad era que Heilyn Payne era una mujer honesta. Que alguien más se encargara, que alguien la protegiera, que alguien se ocupara de borrar el miedo, la incertidumbre, o las amenazas de su vida.—¿Dónde lo encuentro? —preguntó Matt con tono resuelto y la mano de Heilyn fue instintivamente al bolsillo donde había guardado aquella tarjeta, pero no llegó a sacarla.—Matt, escucha...Quería calmarlo primero, pero para este momento de los ojos de aquel hombre no escapaban ni uno solo de sus gestos, y sus manos fueron directamente a aquel bolsillo, sacando la misma tarjeta con el nombre del hotel.—¿Aquí está? —preguntó en un tono más suave porque sabía que ella ya debía estar demasiado nerviosa—. ¿Este número es el número de la habitación donde está?—Matt espera...—Te dije que yo voy a ocuparme.—Pero es que...—Tú solo quédate aquí —le ordenó él—. Date un baño, olvida todo esto. Juro que muy pront
Fue solo un instante, uno de esos fugaces que no se deben dejar pasar, uno de esos que un tipo cínico y ruin como Barri Watson era incapaz de prever, y para ser sinceros, a Matt no le importaban demasiado los avisos.Que mencionara su nombre, el simple hecho de que mencionara su nombre en aquel tono después que acababa de golpearla era mucho más de lo que Matthew Vanderwood estaba dispuesto a tolerar.Su puño impactó directamente en la mandíbula inferior de Barri y lo mandó al suelo con un quejido de sorpresa y de dolor. Sin embargo, no le dio tiempo a que se recuperara; el segundo puñetazo lo descargó sobre su ojo izquierdo, haciéndolo gritar y patalear mientras Matt lo sostenía por el cuello de la camisa y volvía a golpearlo.—¡NUNCA JAMÁS EN TU PU@ VIDA SE TE OCURRA TOCAR A LA MADRE DE MI HIJO! ¡NUNCA JAMÁS EN TU PUT@ VIDA SE TE OCURRA MIRARLA, PORQUE ELLA ES SAGRADA, INFELIZ!—¡Ni siquiera es suyo, ni siquiera es suyo...! —gritaba Barri, intentando manotear para quitárselo de enci
El corazón de Heilyn latía tan rápido que creía que se le saldría del pecho en cualquier momento, sin embargo ahogó aquella dulzura metiéndose a bañar y luego usando aquel maquillaje para cubrir completamente todo el moretón que tenía en la barbilla porque no quería asustar a Sian.Para cuando bajó las escaleras de nuevo, él estaba concentrado inflando globos y no le dedicó una mirada más allá de la amabilidad. Se notaba tenso e inquieto, pero si era honesta la verdad era que ninguno estaba en su mejor momento.Terminaron de poner en silencio todas las decoraciones, y armaron un enorme cartel para celebrar el fin de su tratamiento.—¿El doctor dijo que ya se terminó? —preguntó Heilyn sin comprender y Matt asintió.—Luego hablaremos de eso, ahora será mejor que vayamos por Sian —replicó y poco después recogían a su hijo en el hospital.Era un pequeño ángel Sian, y hasta se hizo el sorprendido cuando llegó a casa y vio la pequeña fiesta que le habían preparado sus papás.—¡Me encanta! ¡